domingo, 25 de junio de 2023

“Innato”, 2018. Kevin J. Mitchell

   ¿Cuánto hay de innato en la naturaleza humana y cuánto puede ser transformado por la acción social?

Los descubrimientos genéticos y neurocientíficos que se describen en este libro nos permiten cambiar nuestra capacidad para controlar nuestra propia biología, tanto como nuestra visión de nosotros mismos y de la naturaleza de la humanidad (Capítulo 11)

  Controlar nuestra propia biología implica poder controlar nuestro comportamiento social que es lo que a todos nos interesa con respecto a los demás. En general, se piensa que la mejor forma de hacer esto es mediante la educación, y siempre se ha considerado que la recibida en casa cuando somos niños es la que más puede influenciar a un adulto. ¿Puede conseguirse esto realmente o estamos más determinados por nuestra herencia genética?

[Como padres] podemos no moldear la personalidad de nuestros hijos, pero ciertamente influenciamos la forma en que ellos se adaptan al mundo (Capítulo 11)

  Los descubrimientos al respecto continúan hoy. En su libro, el experto en genética y neurocientífico Kevin J Mitchell se inclina bastante por las que considera claras evidencias de que incluso pautas de comportamiento humano aparentemente tan maleables como el temperamento y las emociones podrían deber más a la herencia genética que al entorno social. Pero el que elementos clave de la personalidad parezcan hereditarios no debe hacernos renunciar a las esperanzas que nos ofrecen la educación y la modificación bienintencionada del entorno cultural.

Si bien los jóvenes cerebros son altamente plásticos y responden a los estímulos, estas propiedades disminuyen drásticamente más allá de cierta etapa de maduración (…) Esto limita la cantidad de cambio que esperamos lograr. Es ciertamente posible cambiar nuestros comportamientos (…) pero hay poca evidencia que apoye la idea de que podemos realmente cambiar nuestros rasgos de personalidad, que podríamos, por ejemplo aprender a ser biológicamente menos neuróticos o más conscientes. Puedes ser capaz de aprender estrategias de comportamiento que te permitan adaptarte mejor a las exigencias de tu vida, pero es improbable que estas cambien las predisposiciones mismas. Para los niños la situación puede ser diferente. Puede haber periodos en los cuales las intervenciones intensivas del comportamiento pueden alterar trayectorias de desarrollo. Por ejemplo, un niño con autismo puede ser enseñado a mirar conscientemente las caras de las personas cuando habla –esto puede mejorar su desarrollo lingüístico y social-. Pero incluso aquí las oportunidades para un cambio duradero son limitadas (Capítulo 11)

   Por otra parte, no se dan las condiciones sociales que nos permitirían mejorar mediante selección las cualidades humanas más benéficas para la sociedad en su conjunto (tal como se ha hecho con los animales domésticos), pero de todas formas interesa tener en cuenta cómo operan los cambios genéticos en relación con el comportamiento social y cómo cierto nivel de plasticidad en la estructura cerebral puede influenciar tal base genética.

La plasticidad sináptica puede ser desencadenada por los neuromoduladores. Esto proporciona un mecanismo para regular el aprendizaje basado en la experiencia subjetiva del individuo –no solo cómo de grande es una recompensa o castigo en un sentido objetivo, sino cómo de gratificado o castigado se siente uno en un sentido subjetivo-. Esto enlaza la toma de decisiones con las emociones, las cuales pueden ser vistas como señales heurísticas que el cerebro usa rápidamente para tomar decisiones aproximadamente óptimas con información incompleta o ambigua (Capítulo 6)

  La capacidad para alterar –mejorar- el comportamiento social está avalada por el conocimiento científico acerca de la estructura de nuestros cerebros.

La variación en el señalamiento de caminos neuromodulatorios puede ser al menos parte de lo que subyace a las personalidades individuales (Capítulo 6)

No hay genes para el lenguaje, o para no obsesionarse con las cosas o para no hablar soezmente de forma incontrolable. Ninguna proteína controla directamente en qué clase de cosas estás interesado o tu talento musical o como de consciente eres. Estos rasgos de alto nivel son propiedades emergentes de complejos circuitos neuronales dentro del cerebro –circuitos que son reunidos por instrucciones de miles de genes y que funcionalmente implican los productos de miles de otros genes- (Capítulo 3)

  Es muy difícil determinar cómo podemos actuar prosocialmente a partir de estos conocimientos acerca de nuestra naturaleza hereditaria, cómo utilizarlos para el bien común. Ante todo, debemos evitar el resurgimiento del llamado “darwinismo social” o un determinismo fatalista en el sentido de que nada importante puede cambiarse en el comportamiento humano. Así, por ejemplo, el estudio de las supuestamente capacidades intelectuales innatas –IQ- se ha visto muy afectado por el descubrimiento del llamado “Efecto Flynn”, la demostración estadística de que el IQ promedio aumenta en determinadas poblaciones con respecto a los promedios de periodos anteriores.

Exactamente lo que está causando [el efecto Flynn] es asunto de debate, pero probablemente implica múltiples factores que han ido cambiando a lo largo del tiempo. Estos incluyen mejor nutrición y mejorada salud maternal e infantil, lo cual presumiblemente favorece un crecimiento y desarrollo cerebral óptimo. Entre estos factores también se incluye una mejor y más larga educación (…) Y, más en general, el efecto puede reflejar una creciente tendencia hacia hábitos abstractos en las sociedades modernas (Capítulo 8)

    Los datos de los cambios en promedios de IQ en Irlanda son especialmente significativos. En la década de 1970, el IQ promedio en Irlanda era apenas de 85, cuando en Reino Unido era el esperado 100. Para la década de 1990 se alcanzaba el 95 en Irlanda y poco después llegaría la equiparación con el Reino Unido. Está claro, por tanto, que este indicador no revela una característica innata hereditaria. De esa forma, lo que sí se revela es lo injustificable de los prejuicios contra determinados grupos nacionales a los que se atribuyen problemas sociales insolubles debido a sus promedios inferiores de inteligencia… y al mismo tiempo se demuestra la utilidad de la evaluación a partir del marcador “IQ”, que resulta representativo del progreso general de un país.

  Lo innato, por tanto, nos asimila a los animales, pero también nos da una visión realista de nuestras posibilidades

Definimos la naturaleza humana como un conjunto de capacidades o tendencias de comportamiento que son típicas de nuestra especie, algunas de las cuales pueden sin embargo ser compartidas con otros animales y que pueden ser expresadas o bien de forma innata o bien que requieren maduración o experiencia para desarrollarse (Capítulo 1)

   Si buscamos el perfeccionamiento de nuestra sociedad hemos de considerar las posibilidades reales y no otras… Y el caso es que este tipo de estudios sobre el innatismo del comportamiento humano se ven sometidos a numerosas influencias ideológicas y de todo tipo,  lo cual ha llevado a muchos errores. Veamos el caso de los estudios pioneros sobre sexualidad de Alfred Kinsey.

Alfred Kinsey (…) sugirió que la variación en preferencia sexual se disponía como un continuum –que la gente variaba en cómo de fuerte y exclusivamente eran atraídos por un sexo o el otro-. Trabajos más recientes argumentan fuertemente contra esta visión e indican en lugar de ello que la preferencia sexual es mucho más categórica tanto para heterosexuales como homosexuales (Capítulo 9)

  La condición humana puede no ser tan maleable como se pensó en otros tiempos, pero está claro que las capacidades humanas para crear un entorno cultural novedoso son incomparables con las de otras especies.

En algún momento de la evolución, el incremento de la habilidad para pensar en términos abstractos –para tener ideas- llevó a, y fue reforzado por, la emergencia del lenguaje (Capítulo 8)

En su núcleo, la inteligencia es la habilidad para pensar en formas cada vez más abstractas –ver una cuestión específica de algo y extraer mayores enseñanzas de ello, lo cual después puede ser aplicado a otras situaciones por analogía¬- (Capítulo 8)

  Otra observación importante sobre la naturaleza humana es que el ser humano no es una máquina perfecta que se comporta lógicamente en base a sus necesidades. Muy al contrario, en base a nuestra herencia animal, dependemos de impulsos biológicos a veces difícilmente controlables

Son aquellos llamados estados “afectivos” o emocionales los que impulsan las respuestas conductuales iniciales en los animales jóvenes o en los bebés (…) El dolor no es solo una señal acerca de daño a alguna parte del cuerpo -¡es doloroso!: ordena atención y exige una respuesta-. El hambre no es solo una señal de que necesitas comida, no puede ser ignorada –da lugar a una urgencia fuerte de buscar comida-. Y la comida no es solo nutritiva –es una recompensa, sienta bien- (Capítulo 5)

  Pensemos en los estímulos supernormales: obramos por impulsos innatos que van mucho más allá de satisfacer nuestras necesidades, igual que los animales, y por eso nos alimentamos de grasas y sales hasta el punto de enfermar siguiendo un impulso natural; y podemos actuar de forma violenta mucho más allá de lo necesario para defender nuestras vidas, igualmente porque seguimos un impulso natural. El control de nuestro comportamiento con fines prosociales no puede basarse, como pensaban en la Ilustración, en el mero razonamiento, sino que debemos comprender también nuestros impulsos irracionales, la imposibilidad de cambiar ciertas tendencias innatas. A partir de este conocimiento podemos intentar poner en marcha condicionamientos eficaces –arraigados culturalmente- lo más fácilmente comprensibles para el mismo individuo que participa en ellos. Pero jamás hemos de confiar en que nuestra naturaleza innata nos va a señalar automáticamente cuál es la conducta más conveniente. No funciona así.

  Lo humano nunca se podrá separar de lo animal.

Lectura de “Innate” en Princeton University Press 2018; traducción de idea21

4 comentarios:

  1. Algunas notas.
    "...no se dan las condiciones sociales que nos permitirían mejorar mediante selección las cualidades humanas más benéficas para la sociedad en su conjunto," ¿te refieres a que la eugenesia tiene mala prensa hoy en día?
    Según tengo entendido la causa del llamado "Efecto Flynn", que algunos han rebautizado "Efecto Lynn-Flynn", es resultado de influencias beneficiosas en el entorno como la nutrición etc. De tal manera que la posibilidad de mejorar está limitada y no se pueden igualar las capacidades cognitivas de pueblos o individuos que tuviesen diferentes niveles de capacidad cognitiva genética o hereditaria.
    El "Darwinismo Social" es simplemente Darwinismo (aunque algunos hagan la distinción necesaria para intentar salvar al genio de Darwin de la corrección política moderna), que busca aplicar los principios darwinistas desde la política a la sociedad, y por eso desde mi punto de vista están peligrosamente errados, pero la tesis darwiniana la comprenden perfectamente, el mismo Darwin era un "darwinista social".
    Es difícil saber que hacer con toda esa información neurocientífica en la práctica. La tentación política a izquierda y derecha es todavía muy fuerte, aunque gracias a Dios pasamos los peores momentos, sin embargo hemos llegado hasta aquí sin ningún tipo de programa de ingeniería social guiando el destino biológico-evolutivo de la humanidad, quizá deberíamos dejar que el libre albedrío siga su curso, o si la cosa se tuerce hacer todo lo que se pueda evitando crear el infierno en la tierra.

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    1. Hola, Adrian. Precisamente el libro que estoy preparando ahora para reseñar en mi blog trata un poco del desarrollo del evolucionismo en la sociedad victoriana y cómo fue acogido desde el punto de vista moral. Yo creo que el "darwinismo social" fue algo muy concreto que Darwin rechazaba y que hoy diríamos que se basaba en la "falacia naturalista": es decir, que si la selección natural destruía a los débiles y premiaba a los fuertes, el pensamiento moderno -selección dentro de una sociedad tutelada por los científicos- debía atenerse a tal dinámica e incluso reforzarla. Darwin, en cambio, era consciente de que la evolución humana es sobre todo cultural, es decir, moral, y por tanto, lejos de desamparar a los débiles, debía extenderse la empatía y la compasión lo que a su vez fortalecería los lazos sociales dentro del grupo, lazos de confianza y mutua ayuda que permitirían que el grupo social fuese más fuerte respecto a los brutos de la selección tipo chimpancé ("selección de grupo").
      Yo creo que fueron los prejuicios raciales y nacionalistas (¿hay tanta diferencia entre racismo y nacionalismo?) los que impidieron que hace cien años se pusiera un marcha un plan mundial de "eugenesia positiva". Mientras que se favorecía a las familias numerosas en muchos países, nadie favoreció la selección reproductiva de las personas más capacitadas para la prosocialidad. Dudo mucho que lo que funciona con perros y caballos no hubiera funcionado con seres humanos.
      Dos características muy definidas y muy valiosas son seleccionables en los mamíferos superiores: la antiagresividad y la inteligencia. Los perros y caballos los seleccionamos para que sean dóciles, afectivos e inteligentes. Homo sapiens es también un mamífero y al cabo de cien años hubiéramos podido tener un planeta con mucha gente más capacitada para vivir en armonía y desarrollar la tecnología para el bien común.
      Ahora bien ¿alguna ideología política apoyaba tal cosa? Ni siquiera el marxismo. En la Rusia soviética, lo más seguro es que la mayoría de los candidatos a eugenesia positiva fuesen judíos -de hecho, es probable que durante siglos los judíos se autodomesticaran inadvertidamente en este sentido dentro de sus ghettos- y en la URSS era información ultrasecreta el que Lenin fuese de origen judío en un 25%...
      De todas formas, que una sociedad futura quiera alcanzar el progreso pacífico con vistas a logros en el futuro exigiría una motivación para ese futuro. Sin nacionalismo, sin religiones, sin doctrinas teleológicas como el marxismo o "Gaia", hoy por hoy no aparece -de momento- una misión o destino futuro para la humanidad. No lo necesitamos, parece.
      Lo que sí podría ser conveniente sería una idealización amable de la naturaleza humana, incluso una fantasía "angélica" de nuestras posibilidades futuras. No veo que haya límites biológicos para el control de la agresión, el enriquecimiento afectivo y el desarrollo de la inteligencia.
      Pero, de momento, nadie piensa siquiera en eso. Ni a nivel de fantasía.

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  2. Um novo livro interessante sobre o tema: https://www.planetadelibros.com/libro-la-invencion-del-bien-y-del-mal/374185

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  3. Gracias por la sugerencia: justo ahora llevo la lectura por la mitad. Aparecerá la reseña aquí el mes próximo...

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