viernes, 5 de abril de 2024

“Empatía social”, 2018. Elizabeth Segal

   Nunca se escribirá lo suficiente sobre la empatía. Esta cualidad del comportamiento humano es probablemente la clave de la mejora de la capacidad de cooperación y del progreso moral. Y no es tan simple.

La empatía interpersonal incluye tres partes diferenciadas: reflejar las acciones fisiológicas de otro, tomar la perspectiva de otros y, mientras se hace esto, recordar que la experiencia pertenece al otro y no es propia (Capítulo 1)

A veces la empatía se confunde con emociones relacionadas, como la simpatía, la compasión, la piedad o la preocupación. Sin embargo (…) estas emociones pueden implicar empatía y no ser lo mismo (Capítulo 1)

  La analista de política social y profesora Elizabeth Segal se centra en la “empatía social”.

La empatía social es la aplicación más amplia de la empatía interpersonal. Es la habilidad para comprender a la gente y otros grupos sociales al percibir y experimentar sus situaciones en la vida (Capítulo 1)

  Empatizar no es necesariamente comprender, pero ayuda mucho a ello. Y en el caso de la empatía social implica comprender los esquemas de las relaciones, algo que puede llegar a ser muy complejo y siempre resulta útil.

La tarea de la empatía social es superar nuestros sesgos basados en el pequeño tribalismo para abrazar la diversidad de nuestro gran tribalismo de la especie humana. (…) El gran tribalismo nos permite reconocer nuestra conexión con otros, para ver que somos parte de una comunidad mayor (Capítulo 8)

  El tribalismo –el “pequeño tribalismo”- es una de las maldiciones de la condición humana, pues favorece el enfrentamiento entre personas debido a que pertenecen a grupos que se forman en base a marcadores arbitrarios (lengua, religión, geografía, raza…). El tribalismo obstaculiza la cooperación y facilita la agresión.

  Sesgos, prejuicios, presión de las tradiciones… sin cuestionamiento de las fórmulas convencionales del pasado no es posible progreso social alguno. Tribalismo aparte, los individuos también pueden ser clasificados en base a estereotipos, algo que no favorece tampoco la empatía.

El estereotipo es una forma rápida de juzgar a la gente. Sirve como un atajo para comprender a los otros (Capítulo 4)

  El estereotipo es otro hándicap que, a la larga, obstaculiza las relaciones humanas. Algunos tienen el privilegio de no ser estereotipados.

El que no tiene poder es estereotipado porque nadie necesita, puede o quiere que se le den detalles exactos sobre él. El poderoso no es tan probable que sea estereotipado porque los subordinados necesitan, pueden y quieren formarse impresiones detalladas sobre él. (Capítulo 4)

  La empatía social tiene que ir más allá de tales limitaciones. Implica una comprensión ecuánime y benévola de las relaciones sociales.

La historia está llena de ejemplos [de empatía social], como acabar con la esclavitud; garantizar a todos el derecho al voto, crear la seguridad social con asistencia médica y legalizar el matrimonio del mismo sexo, por mencionar solo unos cuantos. Cada uno de estos cambios de gran calado político refleja la consciencia y la comprensión de la vida de personas que se benefician de estos cambios. (Capítulo 8)

  Si queremos mejorar en empatía, tenemos que considerar que el origen de toda cualidad en este sentido se encuentra en la disposición de los individuos. Por una parte, esto depende de factores innatos, pero, por otra, depende de factores culturales.

Tener habilidades de apego nos permite ser empáticos, mientras que recibir empatía nos permite aprender cómo conseguir el apego. Un apego seguro alienta y apoya la empatía, y son los esfuerzos de un cuidador a responder a nuestras necesidades lo que modela la empatía, todo lo cual promueve la seguridad (Capítulo 2)

Cuando nos sentimos seguros, es más fácil considerar los sentimientos de otros (Capítulo 1)

El estrés en la infancia tiene efectos adversos en activar las partes del cerebro que son necesarias para la empatía (Capítulo 5)

  Crear entornos seguros es una ayuda al desarrollo de la empatía pero, al mismo tiempo, desarrollando culturalmente la empatía podemos crear mejores condiciones de vida para los individuos.

La empatía (…) ciertamente nos ayuda a vivir en una forma más cooperativa, segura y completa (Capítulo 2)

Los componentes de la empatía pueden llegar más naturalmente a aquellos que mantienen ideologías liberales –están ya ajustados al contexto y la actividad de sus cerebros refleja el proceso de información compleja y conflictiva, lo cual es similar a la actividad cognitiva necesitada para mantener la consciencia entre el yo y los otros, y a la regulación de la emoción mientras uno se pone en lugar de los otros- (Capítulo 4)

El pensamiento político conservador tiende a ver la sociedad como jerárquica y ve a los grupos como que todos no son iguales; la ideología política liberal tiende a querer que la sociedad sea más igualitaria con más igualdad entre grupos y menos jerarquía (Capítulo 4)

  En su origen, no se trata tanto de ideologías políticas, sino de opciones culturales que se han transmitido por diversos mecanismos, como la literatura, ciertas creencias religiosas o estilos de vida propensos a interrelacionarnos con otros (el comercio, por ejemplo). Las ideologías liberales se forman a partir de estos cambios culturales (y morales).

Ser empático implica tanto un proceso biológico del que normalmente somos inconscientes como una forma de pensar que se enseña o se socializa (Capítulo 1)

    Por todo ello, no hemos de confundir la empatía con la mera capacidad de interpretar la conducta ajena (habilidades sociales).

Aquellos en posiciones de poder pueden leer las emociones de otras personas, pero lo que esas lecturas quieran decir para ellos y lo que ellos hagan con ese conocimiento puede ser cualquier cosa menos empática. Leer a la gente no es lo mismo que verse en su situación (Capítulo 4)

Es muy comprensible que se use nuestra propia experiencia cuando imaginamos estar en una situación diferente, pero eso no es empatía (Capítulo 1)

[En ocasiones] nos comportamos de forma prosocial, como hacer bien a la gente, para que se piense bien de nosotros o sentirnos bien para nosotros mismos. Ninguna de estas cosas requiere empatía (Capítulo 2)

  Son conocidas las habilidades sociales de muchos psicópatas, incapaces de sentir empatía, pero muy interesados en manipular a los incautos. Por otra parte, la falta de habilidades sociales no imposibilita la empatía ni el comportamiento altruista en general. La imaginación humana cuenta con medios abundantes para mejorar las relaciones sociales (por ejemplo, el razonamiento moral abstracto o la especulación científica sobre mejoras sociales). Puede considerarse que tales mecanismos imaginativos llevarán también a sensibilizar en el sentido de la empatía (y/o que son potenciados por la empatía).

Tenemos las capacidades mentales para aprender a ser empáticos, pero también hemos aprendido obstáculos mentales como el prejuicio que bloquea la empatía (Capítulo 3)

Puedo no ser capaz de sentir que estás triste, pero si me dices que estás triste, puedo ser capaz de pensar sobre lo que quiere decir estar triste y consolarte (Capítulo 5)

  Algunos autores señalan que se exagera la importancia de la empatía, que también tiene su lado oscuro. Por ejemplo, el hecho de que tiende a activarse en nuestros próximos mucho más que en los extraños.

Piénsese en la distancia entre diferentes razas, grupos étnicos y religiones. Estos son ejemplos de otredad en nuestro mundo actual. Cuando no vemos una similitud o humanidad compartida en otros, es menos probable que nos conectemos mediante la empatía (Capítulo 2)

Hacer la conexión de la selección por parentesco [con quienes tendemos a empatizar más fácilmente] a la especie humana por entero ha sido y continúa siendo una lucha. Estas conexiones dependen más del aprendizaje social. (Capítulo 2)

 Pero, en conjunto, la empatía es nuestra mejor herramienta para hacer avanzar el comportamiento prosocial.

Mientras que no todos los buenos comportamientos están motivados por empatía, las oportunidades de buen comportamiento que tienen lugar son en gran medida mejorados gracias a la empatía (Capítulo 2)

La psicología llama a las interacciones positivas entre la gente comportamiento prosocial (Capítulo 2)

Un número de comportamientos que consideramos positivos y prosociales están asociados con la empatía: altruismo, cooperación, compasión, moralidad y justicia (Capítulo 2)

  Hay un motivo por el cual la empatía merece especial atención si queremos mejorar las relaciones prosociales: la empatía se experimenta de forma inmediata, fuertemente emocional, es altamente motivadora. Puede que un altruismo racional sea más exacto, pero todo racionalismo es vulnerable a la manipulación y, sobre todo, carece del fuerte impacto emocional de la empatía. Configurar la empatía culturalmente hasta hacerla compatible con una prosocialidad universal (y racional) es una apuesta prometedora.

Lectura de “Social Empathy” en Columbia University Press 2018; traducción de idea21

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