domingo, 25 de octubre de 2020

“Bondad natural”, 2001. Philippa Foot

  La filósofa Philippa Foot intentó en su ensayo sobre la “bondad natural” determinar cual es la meta moral a promover de acuerdo con una visión lúcida de la naturaleza humana. Su original perspectiva fue la de considerar la existencia humana en cuanto equivalente a la de cualquier otro ser vivo. Aquello que sea “natural” en cuanto coherente con las características propias del ser humano habrá de ser la guía para la acción humana en sociedad.

Por bondad natural no entiendo la bondad que algunos atribuyen, por ejemplo, a unas prácticas sexuales y no a otras, sobre la base de que unas son «naturales» y las otras no. Me refiero en cambio a una forma de evaluar la bondad de un ser vivo individual (o de algunas de sus características o comportamientos) (p. 19)

   La “bondad” se daría según las características propias de cada especie; las que hacen que esa especie sea la que es, y no otra.

Para determinar en qué consiste la bondad y la deficiencia en el carácter, las actitudes y las elecciones, debemos examinar cómo viven y en qué consiste el bien para los seres humanos: en otras palabras, qué clase de ser vivo es un ser humano. (p. 99)

La evaluación de la voluntad humana debería estar determinada por los hechos relativos a la naturaleza de los seres humanos y la forma de vida de nuestra especie (p. 52)

  En apariencia el caso humano es muy complejo

¿Podemos concebir realmente alguna noción del bien humano válida para toda la especie, dada la extraordinaria diversidad de las vidas humanas posibles? (p. 166)

  Lo que tenemos que tener en consideración son nuestras características propias: nuestra GRAN racionalidad y nuestra GRAN capacidad para la sociabilidad.

La racionalidad que hay detrás de acciones como decir la verdad, mantener una promesa o ayudar a un vecino, por ejemplo, es paralela a la racionalidad que hay detrás de las acciones dirigidas a la supervivencia  (p. 31)

  Para cualquier animal, la bondad es la que le permite mantener su nicho de supervivencia ecológica dentro del entorno natural que él no puede modificar. Pero Homo sapiens posee capacidades muy superiores a las de cualquier otro animal a la hora de afrontar el entorno. Puede sobrevivir y reproducirse bajo múltiples circunstancias. Es más: potencialmente podría ejercer un poder sobre el entorno mucho mayor del que en la actualidad ejerce, dada su capacidad para elaborar sistemas de vida a partir de cambios culturales –patrones de comportamiento social comunicados mediante lenguaje simbólico-; lo que hace pensar que Homo sapiens aún no ha diseñado su sistema cultural más apropiado. 

    En cualquier caso, la base de todo sistema cultural es su moralidad, pues la moralidad supone el establecimiento de reglas fundamentales para la convivencia y la cooperación. La moralidad –el bien común- se enfrenta a los impulsos egoístas del individuo.

Uno se pregunta si aquello que nos inclina hacia una concepción egoísta de la racionalidad práctica no será un último vestigio de la doctrina del egoísmo psicológico –la creencia de que toda acción humana se dirige a procurar el bien del propio agente-, hoy completamente desacreditada. No sé qué otra cosa podría hacernos pensar que la evaluación del comportamiento sujeto a razones debe tener una estructura conceptual completamente distinta de la evaluación del comportamiento de un animal. Y seguramente nadie negará que algo va mal en un lobo insolidario que se alimenta con los demás pero no participa en la cacería  (p. 39)

  En realidad, los lobos no reparten las presas cazadas de acuerdo con la aportación de cada uno de una forma solidaria: simplemente disputan quien se queda con la presa de tal forma que al final el más fuerte se lleva el bocado mejor. No hay “lobos insolidarios”: simplemente siguen su instinto, tanto a la hora de cazar juntos como a la hora de aprovechar el resultado de la cacería; y sin duda un lobo con un comportamiento incongruente perjudicaría al grupo con el que vive.

  Por otra parte, los instintos sociales del Homo sapiens son en gran medida maleables. Obrar el bien consiste, sobre todo, en participar en un complejo modelo social sin el cual el individuo no puede sobrevivir; no solo materialmente, como sucede con los lobos, sino también afectivamente, psicológicamente. La vida social es tanto nuestro sustento como puede serlo la comida.

Seguramente se plantearán objeciones a la idea de que existe una forma de vida natural característica de la humanidad sobre la base de la cual se puede determinar aquello que vosotros o yo debemos hacer.  (p. 74)

El gran bien que representa tener hijos (aunque a menudo traiga muchos problemas) está relacionado con el deseo de tenerlos y el amor que sienten los padres por ellos, con el papel especial que les corresponde a los abuelos y con muchas otras cosas que simplemente no tienen lugar en la vida de los animales.  (p. 84)

  Pongamos que el bien es aquello que permite que las comunidades de Homo sapiens alcancen el máximo de su potencial para enfrentarse al entorno. De forma aún más simple, en base a la evidencia de la historia humana: que ejerzan su capacidad para desarrollar tecnología… que es la capacidad para desarrollar la inteligencia.

  Para que la comunidad de Homo sapiens llegue al más alto nivel de desarrollo tecnológico necesitamos una cooperación óptima. Y ésta es solo posible si el comportamiento humano es armonioso –prosocial- y no conflictivo –egoísta o antisocial-. Y si el comportamiento humano es armonioso y no conflictivo, las motivaciones humanas han de ser tales que generen en cada individuo condiciones de máxima confianza mutua; todos y cada uno deben llevar una buena vida.

A pesar de la diversidad de los bienes humanos -los elementos que pueden formar parte de una buena vida humana-, el concepto de buena vida puede jugar el mismo papel a la hora de determinar la bondad de las características y los comportamientos de los seres humanos que el que juega el concepto de plenitud de desarrollo en el caso de la bondad de las plantas y los animales.  (p. 87)

Los seres humanos necesitan virtudes tanto como las abejas necesitan aguijones (p. 88)

Los hombres y las mujeres deben ser laboriosos y tenaces en sus propósitos no sólo para poder conseguir una vivienda, ropa y alimento, sino también para perseguir otros fines humanos relacionados con el amor y la amistad. Necesitan ser capaces de formar lazos familiares, amistades y relaciones especiales con sus vecinos. También necesitan códigos de conducta. ¿Y cómo podrían conseguir todas estas cosas sin virtudes como la lealtad, la equidad, la amabilidad y en ciertas circunstancias la obediencia? (p. 88)

  La armonía social de quienes viven “la buena vida” equivale a la bondad humana en el sentido de mutua benevolencia –compasión, caridad, afectividad…-  Sin embargo, esta concepción es sensiblemente diferente a la de la señora Foot, que parece señalar a las convencionales virtudes cívicas -cumplir los tratos, básicamente- y no tanto al altruismo y a una benevolencia activa. Lo que no se contempla en esta concepción es la confianza -ser capaces de formar lazos familiares, amistades y relaciones especiales con sus vecinos- porque un comportamiento bondadoso y altruista es el que permite que los demás confíen en uno bastante más que si nos limitamos a la lealtad, la equidad, la amabilidad y en ciertas circunstancias la obediencia, y si hay confianza hay cooperación, y si hay cooperación Homo sapiens puede sacar todo el partido a sus capacidades intelectuales y sociales. Todo ello puede deducirse por igual de la condición natural humana.

  Queda finalmente la cuestión de qué mecanismos de interactuación tiene el individuo a la hora de participar en el juicio moral. La actuación se basa en la elección, y la elección es un acto de voluntad.

Kant tenía toda la razón al decir que la bondad moral era la bondad de la voluntad  (p. 37)

A menudo se considera que el hecho de que alguien esté haciendo algo que piensa que es correcto es una circunstancia que anula cualquier maldad en un acto o propósito; pero Tomás de Aquino (cuya argumentación acerca de este tema constituye un pasaje brillante de la filosofía moral) insiste en que el error de la conciencia no excusa.  Las palabras de Tomás de Aquino pueden ser ilustradas con la triste historia del destino de una niña judía que fue enviada a una familia en Noruega con la esperanza de que estuviera segura cuando Praga fue invadida por los nazis. Murió en Auschwitz porque tras la invasión de Noruega la familia pensó que su deber era entregarla a la Gestapo cuando les fuera ordenado, a pesar de que la querían. Ellos creían, sin duda por una cierta simpatía con los nazis, que esto era «lo correcto». El error de la conciencia o, según dice Tomás de Aquino, de «la razón o la conciencia» (ratio vel conscientia), no excusa.  (p. 135)

  En el terrible ejemplo que se da, sin embargo, la familia de acogida fue engañada. Los nazis siempre decían que los judíos iban a ser “reasentados” en los territorios del Este de Europa, nunca hablaban de matarlos y, por otra parte, es raro que la familia noruega hubiera “querido” a la niña judía si sentían cierta simpatía con los nazis pues la doctrina nazi tenía un ineludible contenido racista. Pero de la misma forma también, una institución pública puede dar en acogida a un niño desamparado a un pederasta que abusará de él.

  Al tratarse de valorar correctamente el concepto kantiano de “intención”, si, para Foot, las virtudes humanas son el fin ético, y estas virtudes humanas son las que facilitan la cooperación, el concepto de plenitud de desarrollo nos informa de que  la “intención” no es incompatible con errores a los que pueda llevarnos la fatalidad o la torpeza. La “intención” es algo más que una disposición a elegir: incluye la capacidad para juzgar al elegir en base a una concepción previa de la vida humana. Una buena intención puede estar desinformada, pero la intención incluye también la voluntad de informarse.

  Un ejemplo, también referido al periodo más oscuro de la Europa del siglo XX, es la del dirigente nazi “arrepentido”, el tecnócrata y ministro de Hitler Albert Speer, que en la posguerra afirmó reiteradamente que mientras fue ministro ignoraba los crímenes nazis pero que era culpable de no haber querido subsanar su ignorancia. Esto creó una polémica relacionada con el valor de la intención y la obligación moral del juicio crítico. Y no viene mal recordar que tener intención es tener criterios de elección y que realizar una elección implica emitir un juicio. (Por lo demás, hoy sabemos que Albert Speer mintió: sí estaba suficientemente informado)

Lectura de “Bondad natural” en Ediciones Paidós Ibérica, 2002; traducción de Ramón Vilà Vernís

3 comentarios:

  1. Idea21, con tu blog me haz ilustrado, me haz dado la informacion que mi conciencia ha pedido toda mi vida, siempre me habia preguntado porque lo bueno es considerado bueno y lo malo es considerado malo, tengo 16 años y a partir de este momento emprendo mi camino a no solo alimentar mi conciencia con la moral correcta sino a lograr un cambio en la sociedad. En estos momentos donde la sociedad paso de matarnos unos a otros a entender que la cooperacion es el mejor camino, prometo que cambiare el mundo. Tengo el deber de reformar la moral de la sociedad actual que ha distorsionado el termino liberal y cree que solo se trata de ser tolerante y de “mente abierta” y no se da cuenta que:
    No hay libertad, sin conciencia.
    No hay conciencia sin una formación ética y moral.

    Quisiera poder charlar contigo un dia, eres la unica persona que he conocido en mi vida que se ha dado cuenta de las mismas cosas que yo siempre me he cuestionado.

    Fuck ahora lo veo toodo la naturaleza del humano no es buena ni mala, la naturaleza del hombre es simplemente sobrevivir. Y a lo largo de la historia ha desarrollado distintos mecanismos sistemáticos en la interacción social, donde en un principio funciono matarnos unos a otros pero luego nos dimos cuenta que la cooperación era mejor, no somos buenos ni malos, la moral es un invento humano, la religion ha sido un simple mecanismo mediante el cual se ha logrado evolucionar el comportamiento humano de la manera mas fácil.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu comentario. Solo soy un señor mayor (tú eres muy joven) que trato de comprender a partir del conocimiento que se ha ido acumulando a lo largo de siglos. Todos podemos participar en este conocimiento general de mejora humana que es, más o menos, lo que siempre se ha llamado "sabiduría".

    Te recuerdo, por otra parte, que si quieres contactar conmigo, mi email está ahí visible "contacto".

    ResponderEliminar