domingo, 5 de marzo de 2023

“Cómo funciona Dios”, 2021. David DeSteno

  El psicólogo David DeSteno busca en su libro ilustrarnos sobre algo que todos siempre hemos sospechado incluso sin la ayuda de los científicos sociales: que si la religión ha existido durante tanto tiempo en la sociedad –simplemente, no se conoce ninguna sociedad ancestral sin religión- es porque la religión es útil (no todos los científicos sociales están de acuerdo con esto, pues algunos se han mostrado convencidos de que la religión es una especie de parásito en la mente humana).

Ser religioso –tomar parte en los rituales y prácticas de la fe- hace la vida mejor. (Introducción)

La práctica de la religión, en oposición a sus sostenes teológicos, ofrece un impresionante conjunto de tecnologías psicológicas probadas a lo largo del tiempo que, partiendo de nuestra biología, nos ayudan a resolver problemas que la adaptación biológica no puede resolver (Epílogo)

  Como psicólogo, DeSteno no puede ser indiferente a tales efectos beneficiosos.  El bienestar derivado de las prácticas religiosas puede confirmarse empíricamente. Las personas religiosas, cuando menos, están más sanas. 

En Estados Unidos la gente que participa más activamente en su fe informa de mejor salud que los que están menos comprometidos o que no están afiliados con ninguna religión (32% contra 27% y 25%, respectivamente) (Capítulo 5)

Un estudio sobre diez mil hombres israelíes mostró que ser parte de una comunidad ortodoxa disminuye el riesgo de un ataque al corazón fatal en un 20% comparado con quienes siguen un estilo de vida más secular, incluso teniendo en cuenta la edad, los niveles de colesterol y consideraciones de salud relacionadas (Capítulo 5)

Los creyentes fuman menos, beben menos, evitan el sexo arriesgado y usan más los cinturones de seguridad (Capítulo 7)

El efecto placebo no es un simple truco de charlatán; es una solución parcial a un problema, y una que las religiones han estado usando durante milenios antes de que la medicina moderna descubriera sus beneficios (Capítulo 5)

La fe religiosa lleva a un sentido calmante de certeza en la vida en que todo sucede por una razón. Esto reduce el estrés (Capítulo 5)

Rezar, cantar y moverse juntos impulsa la mente a fortalecer los vínculos sociales. Es la forma en que estos rituales sincronizan los latidos del corazón, la respiración y los movimientos corporales lo que crea un sentido de conexión entre la gente que de lo contrario nunca podría interactuar más allá de un rápido saludo (Capítulo 5)

  Y no puede faltar la consecuencia necesaria de tal tipo de planteamientos fisiológico-morales:

La psilocibina [componente de los alucinógenos] puede ayudar a sanar la ansiedad y la depresión que proceden del temor existencial. Al darse una dosis a gente con cáncer avanzado, el  75% informó de una elevación significativa del ánimo incluso cuando se enfrentaban a una muerte inminente. Sentían más conexión, más compasión y más gratitud por la gente y el mundo que los rodeaba. Muchos incluso comenzaron a confortar a sus preocupados parientes (Capítulo 4)

   Así pues, la religión funciona objetivamente como una especie de tranquilizante, alucinógeno u otro tipo de sustancia bioquímica, proporcionando efectos benéficos para el individuo y por ello es lógico que un terapeuta busque hacer compatibles todos los tratamientos que proporcionan alivio al paciente (es decir, tanto la religión, como las drogas, como el efecto placebo…).

  Especialmente significativo es el señalamiento del tono vagal.

Tu mente no solo se ve influenciada por las manipulaciones del cuerpo, sino que puede alterar el tono vagal mediante sus predicciones de futuro (Capítulo 4)

  A primera vista, el estudio de David DeSteno no parece completo en el sentido de que ignora las instituciones sociales que, en tiempos modernos, intentaron deliberadamente imitar las tecnologías psicológicas de la religión, sea inventando nuevas religiones a partir de las ya existentes –como la masonería o el culto al Ser Supremo- o añadiendo elementos rituales de tipo religioso a ideologías supuestamente racionales –los regímenes marxistas-.

[Hay] tres pilares comunes a la mayor parte de las fes. La primera es la pertenencia –reconocimiento de que los humanos son más felices cuando cuidan, apoyan y muestran compasión los unos por los otros-. El segundo es la transformación –la realización de que necesitamos encontrar caminos para desarrollar y compartir nuestros dones, competencias y experiencia-. (…) [El tercero es] la creencia de que estamos vinculados a algo mayor que nosotros mismos (Epílogo)

   Pertenencia, transformación y trascendencia: son características propias de toda religión, incluso de las más primitivas, pero, como habría dicho el astrónomo Laplace, “para esta hipótesis no es necesaria la existencia de Dios”. Con todo y con eso, hoy por hoy la estadística nos relaciona tal tipo de fenómenos benéficos con las religiones tradicionales (teístas e irracionales).

La aceptación religiosa es un remedio efectivo contra el estrés y la ansiedad. Aquellos que aceptan esta noción están más calmados que los demás en general y ante sucesos que específicamente provocan ansiedad (…) La aceptación puede darse no solo ante Dios sino también ante el Destino y los mecanismos inescrutables de un universo extremadamente complicado (Capítulo  1)

  Por ejemplo, los textos sagrados del marxismo soviético (¡o el “Mein Kampf” de Hitler!), debidamente interpretados por los camaradas ideólogos lograron dar a la gente, durante cierto tiempo, una orientación vital que equivalía a la aceptación: toda la vida social –y también la personal- se hallaba en función de un proceso histórico materialista del cual formamos parte. Es cierto que tal “religión” no llegó nunca a ser tan efectiva como las relacionadas con lo sobrenatural –tampoco el budismo ateo logró un éxito mayor- pero podemos reconocer en sus rasgos muchos de sus elementos característicos, como las ceremonias, la trascendencia, la comunidad -¡el Partido!- y los ritos de paso.

Los ritos de paso evolucionaron para centrarse en el autocontrol en los ámbitos intelectuales y éticos –áreas que tienden a ser más centrales en el éxito en las sociedades complejas-. Estos tipos de autocontrol pueden ser mostrados mediante la dedicación a aprender los edictos de una fe y a encarnar sus argumentos (Capítulo 3)

Lo que verdaderamente importa no son los textos exactos de las oraciones, sino el estar juntos, la sensibilidad y las acciones inherentes al ritual (Capítulo 7)

  David DeSteno se fija en algunos elementos psicológicos simples que aparecen recurrentemente en los rituales religiosos.

Si dices algo repetidamente en una situación cuando pareces estar haciéndolo por tu propia elección o con solo una tibia incitación, tus creencias comenzarán a cambiar. Y esto es especialmente cierto para las creencias que no se sostienen con firmeza (Capítulo 2)

Cuando se lee información que se presenta en pantallas situadas por encima del nivel de la vista, es dos veces más probable que cambien sus puntos de vista y acepten esa información (Capítulo 2)

  Experimentos psicológicos sencillos demuestran que los trucos del ritual pueden aplicarse de forma independiente sin muchos problemas.

Incluso rituales inventados recientemente, completamente arbitrarios pueden cambiar la mente (Capítulo 3)

  Por ejemplo:

Cuando estamos listos para comer, primero cortamos la comida en varios trozos, reagrupamos los trozos en el plato de forma que formen un patrón genérico y finalmente golpeamos los cubiertos tres veces en cada trozo de comida antes de dar un bocado (Introducción)

  Esto último lo hacen para ayudar a restringir la ingesta de alimentos en los casos de comedores compulsivos. Los rituales complejos funcionan como una acumulación sistemática de este tipo de sencillos trucos.

  Por supuesto, DeSteno está interesado sobre todo en las estrategias religiosas que llevan a una vida más prosocial.

Los psicólogos como yo estudian cosas como la generosidad, la empatía, la resiliencia y el perdón. Y si como científicos aprendemos más sobre lo que ayuda a promover estos sentimientos y comportamientos, podemos también sugerir pasos prácticos que la gente puede tomar para mejorar sus vidas (Introducción)

  Obviamente, en la época del terrorismo yihadista, no se va a dejar de reconocer el peligro antisocial de las estrategias religiosas.

Algunas de las herramientas religiosas proporcionadas por la religión pueden usarse para propósitos malignos. Pero eso no es razón para condenar todos los fenómenos implicados, especialmente cuando hay una amplia evidencia de que otros artículos de la caja de herramientas religiosa pueden promover los rasgos más nobles de las personas (Introducción)

  ¿La mejora de las costumbres sociales en los últimos tiempos –libertad, tolerancia, racionalidad- debe mucho a la religión? No hay pronunciamiento expreso sobre ello.

La religión es uno de los más antiguos, y entre los más efectivos, medios de alentar el buen comportamiento, particularmente en grandes y complejas comunidades del tipo que han dominado la civilización humana durante los últimos seis mil años (Capítulo 2)

  Siempre será difícil demostrar que, en la evolución moral, las innovaciones religiosas, por su cualidad para ser interiorizadas por el individuo a través de la dimensión de “lo sagrado” –es decir, aquello que genera reverencia o repulsión de forma similar a la del instinto-, han sido las más importantes, pero no cabe duda de que la elaboración doctrinal religiosa siempre ha tenido más repercusión en las masas que las discusiones filosóficas de tipo académico.

  El autor tiene mucho cuidado en no señalar a unas religiones como mejores que otras, ya que está claro que cada una incorpora estrategias diferentes. Por ejemplo, los beneficios de la meditación parecen altamente prosociales.

[En un experimento de psicología social,] el 50% de aquellos que habían hecho meditación en las últimas ocho semanas ofrecieron su asiento [a una persona discapacitada en un transporte público]. Solo el 16% del grupo control hizo lo mismo (Capítulo 6)

   En general, no puede ser mala una organización de creencias que tiene tan buenos efectos para la vida en común, pero la conclusión de todo esto no debería ser conformista.

Lo que la mayor parte de los científicos sociales, sacerdotes, imanes, chamanes y rabinos comparten es un deseo de ayudar a la gente a vivir vidas mejores (Epílogo)

  La motivación primaria –deseo- no parece ser esa. Científicos sociales, sacerdotes y chamanes buscan por encima de todo el prestigio social, tanto como cualquier otro profesional competente. Otra cosa es que su competencia en particular –en base a la cual obtienen prestigio- trate en efecto de ayudar a la gente a vivir vidas mejores pero la diferencia entre el deseo y la función es importante al tratarse de los ideales máximos de las religiones modernas: la motivación para obtener prestigio del sacerdote, imán o psicólogo puede llevar –dependiendo de las circunstancias- tanto a ayudar a los menesterosos como a predicar la guerra santa.

   Sí es verdad que la psicología del comportamiento religioso –de las religiones más aceptadas hoy en nuestra sociedad, las llamadas “compasivas”-  implica por encima de todo un estilo de vida que está directamente relacionado con los descubrimientos de psicólogos como DeSteno acerca de que la salud humana y las relaciones sociales óptimas están conectadas con los comportamientos prosociales: compasión, armonía, mutua ayuda, altruismo, afección. Estos ideales pueden ser impulsados por las estrategias descritas en este libro, pero las motivaciones éticas tienen un origen que probablemente va más allá de los convencionalismos del momento.

  Por lo tanto, lo coherente desde el punto de vista psicológico es definir cuál es el estilo de vida que más puede cumplir los objetivos éticos de la religión en un sentido absoluto y objetivo. La tradición religiosa –con sus textos sagrados arcaicos, sus divinidades sobrenaturales y sus congregaciones étnicas- no va en el sentido exacto de la prosocialidad tal como la comprendemos hoy.  Ni siquiera el ritual es la mejor estrategia psicológica imaginable para alcanzar los ideales éticos más elevados: las terapias personalizadas con componente participativo y afectivo, generadoras de confianza, dan mejor resultado (desde el sacramento católico de la confesión a los “doce pasos” de Alcohólicos Anónimos).

   Reconocer los hallazgos en el pasado de las tradiciones religiosas para el bienestar humano no implica dejar de exigir a nuestra capacidad para destilar y mejorar las sucesivas estrategias de psicología social. Es probable que Dios no funcionara tan mal, pero a partir de la experiencia del pasado podemos lograr cambios futuros en el estilo de vida que funcionen aún mejor.   

Lectura de “How God Works” en Simon & Schuster 2021; traducción de idea21

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