Los seres humanos somos racionales, pero nuestra razón es bastante irracional –ilógica- si la comparamos, por ejemplo, con la de un computador. La irracionalidad de la razón humana se suele demostrar de forma sencilla e inequívoca con la tarea de Wason.
La irracionalidad humana y la tendencia a las heurísticas parece originarse en la adaptación de la conducta humana para las relaciones sociales y no tanto para el análisis objetivo de la realidad no humana que nos rodea. Pero si sabemos que la razón no siempre es lógica, estamos contando ya con una gran ventaja para reparar este defecto.
El psicólogo Stuart Sutherland nos ilustra sobre estas y otras realidades similares para que no nos fiemos demasiado de nuestro propio uso de la razón. Sobre todo, no debemos fiarnos del instinto, de las primeras impresiones. Tenemos recursos mucho mejores.
[Se dice que] “todo puede probarse con las estadísticas”, pero esto solo es verdad si se utilizan incorrectamente (Capítulo 15)
Por ejemplo, las “entrevistas de trabajo”, algo tan acostumbrado y valorado, no tienen fiabilidad alguna.
La gran mayoría de las entrevistas de selección son inútiles, y pueden de hecho disminuir las oportunidades de seleccionar al candidato correcto (Capítulo 2)
Porque nos guiamos por meras apariencias y quedamos en poder de nuestro inconsciente, cuyos tortuosos entresijos se alejan mucho de la razón lógica.
La intuición humana es notoriamente mala (Capítulo 20)
La espontaneidad (…) tiene sus problemas. Si bien admiramos las buenas acciones espontáneas, igualmente desaprobamos las malas que también son espontáneas (Capítulo 23)
Las falsas creencias a veces han ido unidas a destellos de brillantez intelectual, pero luego se ha comprobado que no por esta asociación de buen gusto dejan de ser falsas creencias.
Hasta hace poco, existía una creencia extendida de que aprender clásicas era un entrenamiento para pensar que subsecuentemente nos capacitaría para afrontar otras cuestiones. Desgraciadamente, la fluidez en latín y griego no ayudarán a ser un físico o incluso un historiador competente. Si uno cree que parte del propósito de la educación es enseñar a la gente a pensar, entonces los métodos de exámenes tanto en Reino Unido como en Estados Unidos son irracionales (Capítulo 23)
Es decir, si quieres enseñar a pensar de forma lógica, sensata y ponderada, conviene que enseñes a pensar directamente (ciencias sociales, estadística, psicología cognitiva…), y no que enseñes sabiduría clásica…
Mejor noticia es que el sentido del cumplimiento del deber –del obrero, del estudiante- parece ser de por sí un estímulo suficiente para una actuación eficiente, y que en cambio resulta un prejuicio irracional la idea que generalmente tenemos a ese respecto sobre castigos y recompensas….
Toda la evidencia sugiere que si los trabajadores han de llevar a cabo bien su trabajo, esto puede ser motivado por el orgullo de hacerlo así, no por convencionales palos y zanahorias (Capítulo 8)
Otra forma de garantizar las actuaciones fiables es el compromiso público:
Cualquier decisión que es anunciada públicamente es más probable que se ejecute que una que sea tomada privadamente (Capítulo 4)
Y aunque los descubrimientos de Bolwby sobre el apego fueron en general bien aceptados, todavía hay resistencia a creer en otras informaciones acerca de la educación no represiva de los niños.
Estudios en el hogar han demostrado que cuando menos se castiga a un niño, más obediente es tanto en presencia de sus padres como cuando está solo. Además, los niños que son descuidados cuando lloran, lloran más que aquellos cuya madres acude en cuanto los oyen llorar (Capítulo 8)
Finalmente, una enumeración de los numerosos irracionalismos que afectan nuestros juicios resulta muy útil para estar siempre alerta de nuestros propios errores a la hora de hacer uso de la razón.
Uno de los primeros y más importantes es que nunca podemos dejar de juzgar.
La incapacidad de poner el juicio en suspenso es una de los aspectos más relevantes de la irracionalidad (Capítulo 1)
Y otro por el estilo es el de que, cuando buscamos una solución, nuestro interés inconsciente es finalizar la búsqueda… y no tanto hallar lo buscado
La persona que toma una decisión importante cesa su búsqueda entre las posibles opciones cuando ha encontrado una opción que es “lo suficientemente buena”, pero no necesariamente la óptima (Capítulo 19)
En general, puede decirse que la mayor parte de los irracionalismos derivan del “error de disponibilidad”: la razón humana busca “la salida fácil”… quizá porque no hay siempre mucho tiempo para llevar a cabo reflexiones bien sólidas.
Juzgar por la primera cosa que viene a la mente es llamado el “error de disponibilidad” (Capítulo 2)
Y
El efecto [de] ser más fuertemente influenciado por los primeros términos que por los segundos [en una enumeración cualquiera de calificativos] se llama el “error de primacía” (…) El error de primacía puede ser considerado como una forma del error de disponibilidad: los primeros términos están inmediatamente disponibles en nuestras mentes (Capítulo 2)
La mayor parte de la gente (…) no ve que cualquier cosa que es excepcional en una ocasión es probable que revierta hacia el promedio a la próxima (Capítulo 19)
Esto último se denomina “efecto de reversión al promedio”: nos fijamos siempre en lo extraordinario de tal manera que nos cuesta constatar la realidad proporcionada de las cosas.
Y algo que todos sabemos pero nunca tenemos lo suficientemente en cuenta:
La autoestima también juega su papel porque nadie gusta de estar equivocado (Capítulo 17)
No se puede dejar de observar en este mismo libro lo que parecen excesos del escepticismo del autor. Nos fijamos en estos excesos en buena parte siguiendo sus propios consejos.
Los sistemas de ingeniería se están haciendo cada vez más complejos, de ahí que es cada vez más difícil tener en cuenta todas las posibles interacciones entre sus componentes (Capítulo 18)
La estimación de los riesgos por el público es (…) irracional (…) Ha habido muy pocas muertes por la energía nuclear en Occidente donde las plantas nucleares están sujetas a cuidadosa inspección y control (…) El único argumento válido contra la energía nuclear es que su producción puede contener riesgos más desconocidos que los de la energía fósil (Capítulo 18)
Esto es falaz. Por un lado, la complejidad de la obra de ingeniería no implica necesariamente su peligrosidad: los accidentes en carretera causan muchas más víctimas que los accidentes aéreos pese a que en el transporte aéreo está implicada una tecnología mucho más compleja; y el problema de la energía nuclear, demostrable, se halla en lo irreversible del peligro de la radiación, como se demostró en Chernóbil, y no tanto en que, en base a su peligrosidad, se tomen o no grandes precauciones para evitar accidentes.
La razón, correctamente usada, siguiendo la metodología lógica en la medida de lo posible, es nuestra gran aliada. Lo es en todos los aspectos, incluso en nuestra vida emocional y en la realización del más exquisito idealismo social. A veces es fácil descubrir los errores basados en prejuicios y percepciones sesgadas, y otras veces no lo es tanto, pero siempre podemos tenerlos en cuenta.
Lectura de “Irrationality” en PinterandMartin 2007; traducción de idea21
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