lunes, 15 de mayo de 2023

“Incertidumbre moral”, 2020. MacAskill, Bykvist y Ord

   Este libro analiza cómo afrontar los dilemas morales cuando contamos con diversos criterios de moralidad (con un fin meramente orientativo, podemos referirnos a las tres escuelas de moralidad más conocidas: el utilitarismo -o consecuencialismo-, la deontología y la ética de la virtud). Aplicar criterios diferentes al mismo dilema no da siempre resultados igualmente satisfactorios. Hay que elegir, o transigir…

La más correcta visión en la cuestión de la incertidumbre sobre la corrección de teorías éticas es determinar la teoría que es más probable que sea válida y actuar según sus dictados.  (p. 39)

  Los profesores William MacAskill, Krister Bykvist y Toby Ord son “técnicos” de la moralidad y a la hora de fijar criterios nos exponen algoritmos cuantificables, tendencias estadísticas y otras diversas reglas de cálculo bastante chocantes a primera vista pero que tienen sentido cuando abordamos las elecciones y dilemas desde un punto de vista lo más objetivo posible.

Algunos filósofos han sugerido que las implicaciones de maximizar la esperada elegibilidad [entre opciones morales] son tan claras en algunas cuestiones de ética práctica que podemos prescindir de más elaboración de la cuestión filosófica de primer orden acerca de qué criterio es el correcto. Creemos que esto es un error (…) No podemos simplemente evaluar cómo impacta la incertidumbre moral en un debate de ética práctica en aislamiento; los argumentos de incertidumbre moral tienen muchas implicaciones para la ética práctica y muchas de ellas interactúan unas con otras en formas sutiles (p. 188)

  Veamos, por ejemplo, cómo abordar una cuestión ética que no consideramos en general de las más acuciantes: el bienestar animal.

Si [en un principio] Harry está muy confiado en la visión de que los animales no importan [desde el punto de vista ético], [el cambio a la] creencia de que sí importan [-pues él considera hasta cierto punto creíble el argumento vegetariano-] genera un riesgo significativo de hacer algo gravemente erróneo, lo que sobrepasa la mayor probabilidad de que prescinda de un beneficio prudencialmente ligero [comer carne, que le gusta]. Si pensamos que [una persona] no debe acelerar su automóvil en [caso de elegir entre apresurarse y conducir prudentemente] entonces deberíamos pensar que (…) la opción vegetariana es la opción adecuada para Harry (p. 180)

  Es decir, nos encontramos con una estructura decisoria respecto a la incertidumbre moral en la que, por una parte, podemos obrar incorrectamente por mera ignorancia mientras que, por la otra, la sistematización de la elección con una regla predeterminada –en caso de duda, optar siempre por la opción moralista- puede llevarnos a actuar mejor.

  Esta regla misma, sin embargo, no parece tan clara, porque los autores no la abordan directamente en el caso del dilema del aborto.

Si (…) [una mujer embarazada] tiene alguna creencia en que [es equivalente actuar mal que omitir el bien] entonces la consideración moral mayor en su decisión de abortar o no, sería no el potencial matar a una persona inocente, sino el coste de oportunidad de los recursos que ella gastaría en el niño que podría ser usado para prevenir la muerte de otros [haciendo beneficencia] (p. 195)

  Es decir, en la duda de si es moral o no abortar, en este caso no se aplica la regla de que, en caso de duda, hemos de adoptar la opción más moralista –tener el bebé-. Aparece una regla nueva: considerar que no haciendo algo que parece altruista en realidad dispondrá de más recursos para actuar de forma altruista en otros ámbitos. Algo parecido se podría aplicar al consumo de animales: el no consumir carne implica el perjuicio para quienes viven de la ganadería, o, desde otro punto de vista, la eliminación de los animales que ya no son necesarios.

Al comprar y comer vacas, ovejas, pollos de corral y cerdos, tú contribuyes a que lleguen a existir animales bastante felices que de otra forma no vivirían (p. 189)

  En el supuesto, claro está, de que los animales que van a ser aprovechados para carne tengan “buenas vidas”, tal como defienden algunos animalistas carnívoros.

Algunos tipos de animales criados para el consumo parecen llevar unas vidas moderadamente felices, incluyendo vacas, ovejas, pollos y cerdos criados humanamente  (p. 188)

  Por otra parte, no se considera el que en el derecho de las mujeres a abortar entran en juego cuestiones no solo éticas sobre si el nasciturus es o no vida humana, detentador de derechos: el dilema del aborto abarca también cuestiones políticas relacionadas con las reivindicaciones feministas.

  Yendo ya a horizontes éticos más amplios, nos encontramos en general con la responsabilidad ética de las personas afortunadas frente a quienes viven en situaciones de precariedad extrema.

No donar [a beneficencia] implica un riesgo de hacer algo tan incorrecto como dejar que un niño se ahogue delante de ti [sin auxiliarlo], mientras que donar implica solo el riesgo de incurrir innecesariamente en un coste moderado (p. 183)

  Lo complicamos todavía más si queremos medir no solo el valor de una vida humana –de la condición y origen que sea- sino la calidad de vida.

Estipularemos que salvar una vida en un país en desarrollo, según una visión parcial, vale una unidad de valor, y beneficiar la vida de alguien en un 30% vale 0.3 (p. 203)

  Por supuesto, las cantidades son arbitrarias. Y, por otra parte, ¿en qué medida la vida puede ser beneficiada? Es difícil determinar cuáles son los beneficios para cada persona y en cada situación.

  Veamos ahora un conflicto desde el punto de vista cognitivo:

Las teorías difieren en su metafísica e, intuitivamente, esta relación metafísica puede hacer una diferencia con respecto a la aplicación de una teoría. En el utilitarismo benthamita uno hace algo mal al matar a otra persona (propiamente, reduce la cantidad de benevolencia en el mundo), mientras que en el utilitarismo familiar, uno hace dos cosas mal (reducir la cantidad de benevolencia en el mundo y violar una obligación que surge de una especial relación [de parentesco]). Cometer ambos males es peor que cometer solo uno, de modo que es un error más severo según el utilitarismo de parentesco que de acuerdo con el benthamita (p. 128)

   Otro planteamiento:

Según algunas visiones morales plausibles, el aliviar el sufrimiento es más importante moralmente que la promoción de la felicidad. Según otras visiones morales plausibles (como el utilitarismo clásico), el alivio de sufrimiento es igual de importante, moralmente, que la promoción de la felicidad. Pero no hay una visión moral razonable de que el alivio del sufrimiento sea menos importante que la promoción de la felicidad (p. 185)

  Nada de esto parece muy práctico, y hay cuestiones que los autores no abordan. Supongamos que yo creo que una doctrina política en particular –un tipo de marxismo, de lucha de clases- es la que mejor puede garantizar el bienestar de los ahora desafortunados. ¿No sería nuestra mayor contribución ética hacer triunfar a toda costa tal doctrina? Ése era el planteamiento de los marxistas, que consideraban inútil e incluso contraproducente el humanismo meramente compasivo: si quieres llevar una vida ética, haz triunfar la lucha de clases, mientras que si haces caridad para aliviar a unos pocos solo les das una coartada a los explotadores.

  Otra perspectiva:

¿Cuántos años debería [una persona altruista] estar dispuesta a gastar estudiando a fin de conseguir una información perfecta acerca de cómo sopesar los beneficios para su familia frente a los beneficios para los que se encuentran en el mundo en desarrollo? (p. 203)

  Aunque los detallados métodos que se muestran en este libro puedan parecernos excesivos o poco prácticos, lo que expresan es la naturaleza del desafío ético al que se enfrentan hoy las personas motivadas en un mundo donde, no existiendo una ideología ética universal aceptada, tenemos que elegir entre demasiadas opciones. 

El núcleo de nuestro argumento es defender una visión de información sensible para la toma de decisiones bajo la incertidumbre moral: aceptar que visiones morales diferentes proporcionan diferentes cantidades de información con respecto a nuestras razones para la acción  (p. 2)

El problema de la incertidumbre moral es encontrar el mejor compromiso en una situación donde hay muchas teorías morales posibles con recomendaciones en conflicto sobre qué hacer (p. 63)

  Incluso puede suceder que centrarnos en las elecciones disponibles nos impida pensar por nosotros mismos y reflexionar acerca de cuál es la auténtica naturaleza del compromiso ético: podría haber más posibilidades de elección que no hemos considerado.

  No hay que caer en el error de meramente elegir haciendo uso de algoritmos de estadísticas y probabilidades, sino que hay que considerar que la elección ética está motivada por la conciencia ética y ésta, al cuestionar la realidad sin prejuicios, puede llevarnos, aún, a formulaciones éticas novedosas y asumibles que habrán de ser, inevitablemente, creadas a partir de la reflexión acerca de las inconsistencias de las antiguas.

Atrocidades morales como la esclavitud, el sometimiento de las mujeres, la persecución de los no heterosexuales y el Holocausto fueron, por supuesto, impulsadas en parte por el interés egoísta de quienes estaban en el poder. Pero también fueron posibilitadas y fortalecidas por las visiones morales comunes de la sociedad de la época acerca de cuáles grupos eran merecedores de la preocupación moral. Dado este triste registro histórico, sería en extremo sorprendente si fuéramos la primera generación de la historia humana en haber encontrado la visión moral correcta. Es de extrema importancia, por tanto, calcular qué acciones la sociedad toma como moralmente permisibles hoy que deberíamos pensar que [serán juzgadas como] bárbaras [en el futuro]. La nueva información moral no simplemente contribuye a una cantidad de valor fijo para el mundo: en tanto que influye en las visiones morales de la sociedad tiene un impacto multiplicador para todos los valores que podamos alcanzar en el futuro. (p. 213)

  Las condiciones de elección moral son dependientes del entorno social donde tienen lugar. Cambiar las condiciones sociales, aumentar el número de opciones morales, es también un buen camino para despejar tanta incertidumbre. Y, por encima de todo, la incertidumbre no debe hacernos renunciar a la acción moral.

Lectura de “Moral Uncertainty” en Oxford University Press 2020; traducción de idea21

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