martes, 25 de agosto de 2020

“Creatividad”, 2018. Elkhonon Goldberg

   El fenómeno cognitivo de la “creatividad” ha merecido la mayor atención sobre todo a partir del éxito de la tecnología y la ciencia en los dos últimos siglos. El neuropsicólogo Elkhonon Goldberg trata de conectar la cuestión “humanista” con el punto de vista científico: la concreción de determinadas cualidades cognitivas está sin duda relacionada con la intuición acerca de los “valores humanos”… que no siempre han sido los mismos a lo largo de la historia. Hoy, “creatividad” no solo abarca las invenciones materiales que facilitan la vida económica, también implica los avances artísticos, morales y sociales; incluso cuando van en contra de las costumbres arraigadas.

Algunas de las personas más creativas de la historia de la humanidad, como Mozart o Einstein, intentaron desvelar sus secretos mediante la introspección. Pero no ha sido hasta tiempos mucho más recientes, hace apenas unas décadas, cuando los científicos comenzaron a abordar la creatividad como objeto de investigación rigurosa, y aún nos queda mucho por hacer para comprender la magia de la creatividad y desmitificarla. (Prólogo a la edición española)

Creatividad y sabiduría suelen verse como dos pilares que sustentan un mismo arco tendido sobre la esencia de una vida plena de sentido para una mente productiva. (Introducción)

  Todo parece positivo en el desarrollo de la creatividad –y si en la creatividad hubiera inconvenientes… será solo una mente creativa la que pueda descubrirlos- de modo que la investigación en este aspecto debe ser prioritaria. Antes que nada, poblemos el mundo de personas creativas, porque vivir supone resolver problemas.

Un proceso creativo suele comenzar con una idea consciente de lo que se necesita conseguir, por vaga e imprecisa que sea. (Capítulo 7)

   Y quizá debamos resignarnos a que buena parte de las soluciones de aquellos problemas que conscientemente consideramos vendrán de nuestro inconsciente… Un elemento importante en la creatividad es la “divagación mental guiada”. Así lo observan los neurocientíficos.

La divagación mental carece de dirección y no es productiva, como vemos en ciertas formas de esquizofrenia o a consecuencia de lesiones masivas de los lóbulos frontales (...). La parte del proceso creativo dedicada al esfuerzo consciente guiado por los lóbulos frontales proporciona los puntos de anclaje para la divagación mental que le sigue, restringiéndola y dotándola de dirección. (Capítulo 7)

La capacidad de hallar una solución inesperada sin haber de recurrir al ataque lineal del problema, que es tedioso y laborioso, es una medida de la creatividad individual. (Capítulo 9)

   Básicamente, la creatividad -¿y la inteligencia?- parte del “reconocimiento de patrones”.

A medida que nos vamos encontrando con objetos únicos pero parecidos, en nuestro cerebro se forma una representación mental que capta las propiedades esenciales que comparten esos objetos al tiempo que ignora los atributos superfluos. (…) La representación mental de un «plato» captará su forma redondeada y relativamente plana, con una concavidad en el medio, mientras que ignorará el diseño decorativo del borde. Eso son patrones. (Capítulo 3)

Las matemáticas se califican a veces como la «reina de las ciencias». Lejos de ser una simple manipulación de números, las conocidas como matemáticas puras (las teóricas, más que las aplicadas) requieren de una imaginación excepcional, de la habilidad para concebir «objetos» rigurosamente abstractos, desprovistos de todo paralelo explícito con la realidad física y evidente de nuestra experiencia. Se ha sugerido que los procesos mentales de un pionero de las matemáticas representan la creatividad en su forma más pura. (Capítulo 2)

   Creatividad, inteligencia, abstracción… Para los hombres de ciencia, se trata de capacidades cognitivas tan funcionales en nuestro cuerpo como la respiración o la digestión…

El excepcionalismo antropomórfico radical implica que la creatividad es, por definición, un atributo exclusivamente humano, pero se puede argumentar que ese razonamiento es circular, además de anticuado. (Capítulo 8)

  Comparados con otros animales, los grandes simios, nuestros primos, lo hacen cognitivamente bien y en los experimentos de laboratorio sus actos marcan la diferencia con respecto a otras especies. En cuanto a nosotros, nuestros cerebros son más grandes incluso que los de los grandes simios, simplemente. Y hemos aprendido a usarlos mejor a lo largo de un complejísimo y prolongado proceso de evolución cultural y civilizatoria (cuando los grandes simios son entrenados en sus funciones cognitivas también obtienen mejores resultados).

Un proceso creativo se define como una combinación de lo nuevo y lo valioso, y (…) el veredicto sobre qué es valioso y qué no lo es lo dicta la sociedad, no el individuo creativo (Epílogo)

   Esto quiere decir que, sin negar el factor biológico, el desarrollo de la creatividad es consecuencia de los cambios culturales. No se valoraba igual la “creatividad” en los tiempos en que la mayor virtud de los hombres era el valor en la guerra tanto como lo era la castidad en las mujeres; o en los tiempos en que, por encima de todo, habían de respetarse las antiguas costumbres que supuestamente nos ponían en contacto con un pasado mítico.

  Hoy valoramos el cambio, la innovación, la mejora. Es cierto que aún nuestra idea de “mejora” está basada en nuestros valores actuales -lo cual no es muy realista, pues todo proceso de cambio debe implicar también un cambio en los valores- pero, de todas formas, el proceso, una vez puesto en marcha, acabará dando resultados en buena parte impredecibles.

  Es un hecho que aún no somos conscientes de la trascendencia del inevitable cambio futuro: Homo sapiens, que al descubrir las herramientas transformó su propio cuerpo en la estructura funcional de nuevos dispositivos para cambiar el entorno (armas, azadas… animales domésticos), está necesariamente destinado a transformar su propia mente con la esperada Inteligencia Artificial…

La neurociencia de la innovación y la creatividad está preparada para integrarse en la IA del mismo modo que desde hace décadas lo hace la ciencia de la cognición. (Epílogo)

  Con o sin Inteligencia Artificial, tal vez una mente humana objetivamente más eficiente -y creativa- ayude a resolver las contradicciones del comportamiento en sociedad; una de ellas es, precisamente, que “crear” implica, en buena parte, transformar también la comprensión y voluntad del creador.

Lectura de “Creatividad” en Editorial Planeta, S. A.  2019 ; traducción de Joan Lluís Riera

1 comentario:

  1. Querido Idea21, gracias por la reseña, ya he conseguido el libro. Una coincidencia que justo ayer hablaba con unos buenos amigos sobre este tema y revisando tu blog veo tu reseña. Me he tomado la libertad de enviar una síntesis hecha por mí de tu reseña y he añadido la fuente de tu blog. Muchas gracias. L.

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