jueves, 25 de octubre de 2018

“Por qué no existe el mundo”, 2013. Markus Gabriel

  Markus Gabriel es algo más que un divulgador de la filosofía. Aparte de reivindicar que aún en el siglo XXI tienen vigencia disciplinas como la metafísica y la ontología, la pretensión de su libro es promover para el gran público una determinada visión filosófica.

En este libro desarrollo el principio de una nueva filosofía que parte sencillamente de una idea fundamental, a saber, que el mundo no existe. (…) Esto no significa que no haya nada. (…) El principio según el cual no existe el mundo incluye que todo lo demás sí existe. (…)La segunda idea fundamental de este libro es el NUEVO REALISMO. (…) El nuevo realismo no es otra cosa sino el nombre para la era posterior a la posmodernidad. La posmodernidad fue un intento por comenzar, de modo radical, desde cero, tras las grandes promesas de salvación de la humanidad que anunciaron las religiones, la ciencia moderna y hasta las ideas políticas radicales de los totalitarismos de izquierda y derecha. La posmodernidad anhelaba consumar la ruptura con la tradición y liberarnos de la ilusión de que existe un sentido de la vida al que aspiramos. Sin embargo, para liberarnos de esa ilusión simplemente se crearon nuevas ilusiones, sobre todo la de que estamos encallados en nuestras ilusiones

No podemos saberlo todo, precisamente porque no hay ningún principio que lo cohesione y organice todo. No existe el mundo.


  No existe el mundo, pero sí existe la realidad y en ello se  equivocaría el posmodernismo-constructivismo, que ha sido la escuela filosófica más conocida desde finales del siglo XX.

La posmodernidad ha objetado que solamente existen las cosas tal como se nos presentan. Que no hay nada más detrás, ni mundo ni realidad en sí mismos. (…) Sin embargo, la posmodernidad es simplemente otra variación de la metafísica. Para ser exactos se trata de una forma bastante general del constructivismo. El CONSTRUCTIVISMO se basa en suponer que, definitivamente, no existen hechos en sí mismos, sino que más bien nosotros construimos todos los hechos mediante nuestros distintos discursos o métodos científicos. El representante más importante de esta tradición es Immanuel Kant. Él aseguró que no podemos conocer el mundo tal como es en sí mismo. Lo que conocemos siempre es algo producido, de alguna manera, por el hombre, sin importar de qué se trate.(…) El nuevo realismo presupone, más bien, que conocemos el mundo tal como es.

  El hecho es que, en los últimos tiempos, las personas que en general sienten curiosidad por la naturaleza humana y su posible destino –la discusión gira en torno a, precisamente, si la Humanidad tiene o no destino-, han solido pensar que la filosofía ya no era útil. Algunos filósofos mismos así lo han juzgado.

Habermas se muestra satisfecho al reservar para la filosofía una pequeña área del análisis del lenguaje o del discurso, y concede el resto del conocimiento de la realidad a las ciencias naturales o sociales

  No es el punto de vista del “nuevo realismo”, que no cree que debamos depender de los resultados de las ciencias (materialismo), al menos, tal como existen hoy

Cuando el materialista acepta que los estados cerebrales tratan sobre algo que no es material, en ese momento ha aceptado que existe algo que no es material, a saber, todos los objetos no materiales a los que pueden referirse los estados cerebrales.(…) El materialismo debe reconocer la existencia de cosas imaginarias para poderlas rechazar posteriormente. Pero esto es una contradicción.

¿Cómo puede saber el materialista que su idea «Solo existen estados materiales» no es una ilusión? ¿Cómo puede asegurar que los estados materiales sobre los que reflexiona no son fantasías y, por lo tanto, realmente materia? (…) ¿De dónde saca el materialista que todos los objetos son estados materiales? Si no puede explicárnoslo, no tenemos ninguna razón para afiliarnos al materialismo.

La consciencia sería un estado bajo la cubierta craneal. Habríamos caído de nuevo en el terreno del neuroconstructivismo.


  Para muchos, será difícil entender que no son evidentes los hallazgos de la neurociencia, según la cual cualquier concepción humana tiene su origen en algún tipo de función bioquímica (sinapsis) que se da dentro del cerebro humano, pero quizá el sentido de la filosofía no deba verse en oposición a nuestra condición material.

  Exista o no el mundo, sea verdadero o no el constructivismo o el realismo o el materialismo, la aparición de la filosofía está ligada al desarrollo de las civilizaciones.

Con absoluto derecho, los seres humanos deseamos saber qué sucede con la totalidad y en dónde nos encontramos. No se debe minusvalorar este impulso metafísico, ya que ello constituye al hombre. El ser humano es un animal metafísico, un animal al que le importa determinar su «posición en el cosmos», tal como lo llamó Max Scheler (…) ¿De dónde venimos? ¿En dónde nos encontramos? ¿Cuál es el verdadero sentido de todo?

  El “ser humano” se posiciona ante el mundo en actitud filosófica.

La comprensión de una decisión personal, o incluso política, o de una obra de arte no es descriptible en simples términos biológicos o matemáticos, ni es absolutamente absurda o una cuestión de simple gusto. La imagen científica del mundo se equivoca al afirmar que puede ignorarse el sentido de la existencia humana, pues debe haber una estructura fáctica privilegiada que es esencialmente idéntica al universo, al ámbito de objetos de las ciencias naturales.

  ¿Qué es eso del “sentido”?

Puede entenderse un sentido como una aproximación a la realidad susceptible de ser verdadera y, con ello, también errónea.

Todo lo que percibimos, lo percibimos mediante un sentido. El sentido no se encuentra en el interior de nuestro cuerpo sino, precisamente, «allá afuera», «en la realidad» (…) Un experimento mental, como los famosos de Einstein, no consiste en simples representaciones mentales. Los experimentos mentales funcionan de verdad.

Si se ignora el espíritu y tan solo se contempla el universo, por supuesto que desaparece todo el sentido humano. (…)  El nihilismo moderno radica en un error acientífico, a saber, el error de confundir las cosas en sí mismas con las cosas en el universo, y de sostener que todo lo demás es una alucinación bioquímicamente inducida. No puede claudicarse ante esta ilusión.


  Antes de la filosofía existía la religión. Pero mientras la filosofía parte de la ignorancia que lleva a la búsqueda de sentido, la religión parte de la convicción acerca de lo verdadero.

La religión es la impresión de que formamos parte de un sentido, a pesar de que se extienda por encima de todo lo que entendemos

   Sin embargo, en otro pasaje, el profesor Gabriel escribe que

La religión es una forma de la búsqueda de sentido.

  Lo que lleva a pensar que “religión”-propiamente, aquella religión que ha evolucionado más en el periodo histórico- sería algo como filosofía para las masas, o con implicaciones sociales y morales que la filosofía, digamos, “pura” (metafísica, ontología, gnoseología, epistemología…) no contiene necesariamente. Porque de lo que se trata aquí –sobre si existe o no el mundo, por ejemplo- es un tipo de búsqueda de conocimiento que parece, a primera vista, extrañamente alejada de las preocupaciones universales de la Humanidad acerca de la vida en sociedad.

  Lo que de forma coloquial se suele llamar “filosofía”, en realidad equivaldría más bien a lo que los antiguos llamaban “sabiduría” o ”espiritualidad”. La filosofía es otra cosa.

Nuestra relación con nosotros mismos no consiste simplemente en que reflexionemos sobre nuestros pensamientos. Eso es tarea de la filosofía. El espíritu es algo más que reflexionar sobre lo que sea. El espíritu es la circunstancia de que nos comportemos respecto de nosotros mismos como si se tratara de otro, de una persona a la que conocemos y a la que, en ocasiones, transformamos.

  El “espíritu” sería algo así como la potencialidad filosófica del individuo (¿subjetividad reflexiva y empática?). No todos somos filósofos, si bien toda persona, en mayor o menor medida, cuenta con un espíritu en tanto que participa de una vida social y que empatiza con sus semejantes dentro de un marco material. Las “grandes preguntas” acerca de nuestro papel en el universo nos las hacemos en tanto que formamos parte de una vida social como individuos. Eso no es la filosofía académica, pero tampoco es el mero interés del que busca una solución al problema humano en sociedad.

El hombre es el ser que desea saber qué o quién es. Esta situación es desconcertante pero, al menos, detonó la historia espiritual del hombre. (…) El espíritu es algo diferente a la cultura. El espíritu es el sentido por el sentido, el sentido irresuelto y abierto

  “Sentido por el sentido” no es muy diferente a la moral autónoma: la virtud por la virtud.

   ¿Qué es, finalmente, la filosofía? ¿Por qué es importante el elegir entre “ser” realista o “ser” constructivista, por ejemplo?

  Quizá podamos verlo mejor si reflexionamos sobre cierto paralelismo con el arte  -y el arte no implica necesariamente el recrearnos en la belleza.

Las obras de arte son campos de sentido reflexivos, en el que no solo aparecen objetos (al igual que en todos los demás campos de sentido), sino que allí aparecen objetos en tanto objetos dentro de un campo de sentido. Los objetos del arte aparecen en el arte junto con su sentido, y esto sucede en un número infinito de variaciones.

  Si consideramos la existencia humana como un mero hecho social (porque Homo Sapiens es un animal de vida intensamente social, el más social de todos los animales sociales) podemos ver la filosofía como un valioso subproducto del humanismo, espiritualidad o búsqueda de la sabiduría.  La filosofía, como el arte más evolucionado, no nos ofrece soluciones directas a los problemas sociales. Existencialista era el nazi Heidegger y existencialista era el comunista Sartre, pero lo importante es que si no hay filosofía, entonces no hay inquietud espiritual. Una sociedad sin filósofos es una sociedad en la que faltan personas que se sometan a las inquietudes inevitables ante el mundo (que existe o que no existe, que tiene o no sentido).

  Los filósofos no son, ciertamente, poetas, pero que, hoy por hoy, los filósofos se equivoquen o acierten en sus académicas disputas tampoco es lo más importante. A la larga, una escuela filosófica se impondrá libre y razonadamente sobre todas las demás y en esta aceptación veremos un síntoma fundamental de la armonía social. Qué escuela filosófica resulte finalmente ganadora tampoco será indiferente, porque la concepción que el ser humano tenga de su propio pensamiento estará inevitablemente relacionada con la aceptación de unas determinadas capacidades cognitivas que serán las que den lugar a una determinada forma de afrontar la sociedad. Es muy difícil saberlo hoy, pero el nacimiento del Dios único, la posterior muerte de Dios en la Ilustración y el escepticismo del fin de las ideologías pueden ser vistos como sucesivas fórmulas a la vez racionales y emotivas que sirven de modelos abstractos al comportamiento social. Tal vez nos espere algo más allá de la polémica entre el constructivismo y el realismo. La visión de la filosofía puede anticipar la de la sabiduría aunque, a diferencia de lo que sucede en esta última, el buscador puede no ser consciente del significado social de sus hallazgos.

    Y es muy interesante -en especial para quienes tratan de averiguar cosas sobre la condición humana a partir del estudio antropológico del “hombre en estado de naturaleza”- esta observación sobre la ontología, o psicología ontológica…

Muchas de las comunidades indígenas que se encuentran hoy en el Brasil están ontológicamente mucho más avanzadas que la imagen científica del mundo, pues no presuponen que se encuentran en un universo sin espectadores, sino que se han planteado la pregunta acerca de por qué son ellos espectadores y qué pueda significar esto.

  Lo cual equivale, más o menos, a la concepción de que el “hombre primitivo” vive sumergido en un entorno de energías espirituales… Tal vez no muy diferente a algunas interpretaciones modernas del paganismo

2 comentarios:

  1. Hola Idea21, gracias por esta recensión al libro de Markus Gabriel. Me gustaron mucho tus reflexiones acerca de este simpático libro, en especial esta breve reflexión:

    "Es muy difícil saberlo hoy, pero el nacimiento del Dios único, la posterior muerte de Dios en la Ilustración y el escepticismo del fin de las ideologías pueden ser vistos como sucesivas fórmulas a la vez racionales y emotivas que sirven de modelos abstractos al comportamiento social". Ciertamente como dice Serge Latouche en su ensayo "Límite" (2013): nos encontramos en una época de gran desafío desde el punto de vista humanista. Las concepciones del hombre evolucionan en función del surgimiento de nuevas inquietudes, de nuevas "formas de vida", de "nuevas interpretaciones" sobre cómo ser ser humano en esta era de la técnica. Yo escribí algo en mi blog sobre el libro de Gabriel (https://teandrico.wordpress.com/2018/07/02/el-mundo-no-existe-hacia-un-nuevo-realismo/), que si bien ya tiene varios años de haber sido publicado, para mí fue muy placentero leerlo y descubrir esta forma dinámica pero a la vez seria de hacer filosofía.
    Nuevamente gracias por este aporte. Saludos. Leandro.

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  2. Muchas gracias, Leandro por tu atención. Y por tu recomendación de lectura. Me atrajo enseguida lo de leer un libro contemporáneo de filosofía. No estoy seguro de haber resuelto la "relevancia" de la filosofía con respecto a la "sabiduría" (aportaciones para resolver los problemas "humanos") y a lo mejor no estás de acuerdo con que compare la filosofía con las inquietudes artísticas (que, en apariencia, "tampoco sirven para nada"). Para mí, el filósofo que se pregunta acerca del sentido del mundo nos dice algo a todos, pero descifrarlo no es fácil, igual que no lo es descifrar a Rothko o a Pollock. A mí me interesa más el "pequeño problema práctico" de alcanzar la utopía planetaria de una humanidad sin agresión ni ignorancia... En ese Paraíso supongo que seguiría habiendo personas que se preguntaran acerca del sentido de la existencia (¿o no?), pero hasta entonces somos humanos con todas sus consecuencias, incluidas las inquietudes filosóficas.

    Me ha gustado tu blog, aunque es de ese tipo de lecturas que me exigen concentrarme mucho.

    En fin, quedo agradecido y abierto a más sugerencias...

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