miércoles, 5 de mayo de 2021

“Pensamiento moral postconvencional”, 1999. Rest, Narvaez, Bebeau y Thoma

  El descubrimiento de Lawrence Kohlberg –tomando como modelo a Piaget- de que se puede describir la evolución moral del individuo en sociedad como una serie de etapas de moralidad “preconvencional”,“convencional” y “postconvencional” (que corresponden básicamente a egoísmo, seguir las normas del momento y desarrollar una ética racional y objetiva) supuso una revolución en la psicología de la moralidad. Los profesores James Rest, Darcia Narvaez, Muriel Bebeau y Stephen J. Thoma, discípulos de Kohlberg, han tratado de perfeccionar el modelo de su maestro.

En este libro reconocemos los particulares problemas filosóficos y psicológicos de la teoría y metodología de Kohlberg, pero proponemos una reformulación, una visión “neo-kohlbergiana”. Empleando las ideas nucleares de la teoría y el método de Kohlberg, la investigación con el Test de Cuestiones Definitorias –DIT- ha producido un gran número de hallazgos (p. vii)

  Kohlberg obtuvo sus apreciaciones de las actitudes morales a partir de entrevistas con numerosos voluntarios que mostraban su actitud moral, particularmente con respecto a dilemas –como el famoso de “Heinz”-, pero los autores de este libro desarrollaron el test DIT que implica un tratamiento más metódico de la actitud individual ante los dilemas morales.

El Test de Cuestiones de Definitorias –DIT- es una tarea de lápiz y papel que presenta a los participantes seis dilemas morales; cada dilema es seguido por doce cuestiones relacionadas con la resolución del dilema. (…) Todas las cuestiones del DIT se basan en lo que los sujetos habían realmente dicho en entrevistas al estilo Kohlberg (p. 48)

  Los dilemas morales son de varios tipos pero todos muy accesibles. Está el de “Heinz” (un hombre roba un medicamento para salvar la vida de su esposa) y otros como el de delatar a la policía a un vecino del que descubrimos que es un fugitivo de la justicia pero que lleva muchos años viviendo como un magnífico ciudadano y amigo. En este segundo caso, por ejemplo, se presentan las siguientes opciones: 

¿Al dejar escapar a alguien de su castigo por un delito, no estamos alentando a que se cometan más delitos?

¿De qué forma se serviría mejor al bien público [delatando al delincuente fugado de la justicia aparentemente rehabilitado o dejándolo en paz]? (p. 49)

  La respuesta a cada dilema puede darse desde diferentes puntos de vista. Desde el convencional, nuestra preocupación sería contravenir o no las normas establecidas –lo que podría conllevar el reproche o el halago por parte del entorno- pero el más importante siempre es el punto de vista postconvencional: ¿qué acción será más contraria al bien común? El ideal de la moralidad postconvencional siempre será el posicionamiento más controvertido: la justicia objetiva, racional e imparcial.

  Usando métodos mejorados, se han obtenido resultados un tanto diferentes.  Por ejemplo, en lugar de “etapas morales” resulta más acertado referirse a “esquemas morales”.

El término esquema se refiere a una estructura de conocimiento general que reside en la memoria a largo plazo que es invocada (o activada) por estímulos actuales de configuraciones que reflejan los estímulos previos. La cognición parte de la observación de que la gente percibe similitudes y recurrencias en sus experiencias y las codifica en su memoria. Las similitudes y recurrencias son la base para construir estructuras cognitivas que son después elaboradas en topologías, sistemas de creencias, teorías y visiones del mundo.  (p. 136)

Describimos el desarrollo en el juicio moral en términos de adquirir esquemas como soluciones para crear un sistema de cooperación a nivel social. El indicador del test DIT [nivel moral] es especialmente sensible al cambio de mantener las normas en el esquema postconvencional. Este cambio [a lo postconvencional] en el esquema moral está acompañado por un cambio en la actitud hacia la autoridad (cambiar del apoyo incuestionable a mantener que las autoridades han de ser puestas en cuestión). Además, hay también un cambio en actitudes acerca de la importancia de mantener las normas sociales establecidas (cambio de apoyar todas las prácticas establecidas a apoyar solo aquellas prácticas que sirven a los ideales morales compartidos por la comunidad). En consecuencia, el desarrollo en el juicio moral se ve acompañado por cambios en actitud política. (p. 111)

El test DIT puede ser visto como un mecanismo de activación de los esquemas morales de la memoria a largo plazo para procesar lo que se encuentra en la memoria de trabajo. Los dilemas y cuestiones sirven para activar esquemas morales si el sujeto los ha desarrollado. Esto es, hasta el punto en que el sujeto ha adquirido los esquemas postconvencionales mediante el desarrollo, el test DIT los activa. (p. 142)

  Éste es uno de los aspectos más innovadores: la mente de quien ejerce el juicio moral se forma cognitivamente -la gente percibe similitudes y recurrencias en sus experiencias y las codifica en su memoria-  dando lugar a esquemas que pueden aplicarse a situaciones nuevas. Tales esquemas son también los que darían lugar a su vez a actitudes “políticas”: apreciaciones morales a nivel social que promueven cambios culturales, de costumbres. Pensemos en la igualdad entre hombres y mujeres, la protección social de los desfavorecidos o los derechos de las minorías. Y todo esto entra dentro de lo “postconvencional”, pues todo cambio supone inconformismo con respecto a lo establecido –lo “convencional”-.   

   En este punto, conviene señalar que los autores hacen una importante distinción de ámbitos de la moralidad.

De la misma forma que en el campo de la economía se hace la distinción entre macroeconomía y microeconomía, también es útil distinguir entre fenómenos de macromoralidad y micromoralidad. La macromoralidad tiene que ver con las estructuras formales de la sociedad que están implicadas en hacer posible la cooperación a nivel social (en el cual no solo los parientes, amigos y conocidos están interrelacionados, sino también los extraños, competidores y diversos clanes, grupos étnicos y religiosos). Ejemplos de estas cuestiones de macromoralidad son los derechos y responsabilidades de la libre expresión, derechos de los acusados, prácticas laborales no discriminatorias, libertad de religión e igualdad económica y en oportunidades de educación. Por otra parte, la micromoralidad se refiere a desarrollar relaciones con otros particulares creando virtudes consistentes en relación con ellos a lo largo de la vida diaria. Ejemplos de micromoralidad son mostrar cortesía y ayuda a aquellos con los cuales uno interactúa personalmente y cuidar las relaciones íntimas (p. 2)

La macromoralidad se centra en las estructuras formales de la sociedad (leyes, roles, instituciones, prácticas generales), mientras que la micromoralidad se centra en los tratos personales diarios cara a cara (p. 15)

  La conclusión de estos autores va en un sentido más “político” que el de Kohlberg. Básicamente, Kohlberg, como Piaget, consideraba que la persona pasa por unas etapas de apreciación de sus relaciones morales paralela al desarrollo biológico: egoísmo en la infancia, sometimiento a los intereses del grupo –el “grupo de pares”- en la adolescencia y posibilidades de madurez personal y moral a partir de entonces –lo “postconvencional”-. Los autores de este libro parecen fijarse más en el entorno social en el sentido político. 

Las características definitorias del pensamiento postconvencional se refieren a que los derechos y deberes se basan en ideales a compartir por quienes organizan la cooperación en sociedad, y que están abiertos a debate y pruebas de su consistencia lógica, experiencia de la comunidad y coherencia con su práctica aceptada (p. 41)

  Los posicionamientos políticos se ven como posicionamientos morales. Hay opciones políticas más morales que otras.

A medida que la gente se desarrolla desde una orientación moral convencional a una postconvencional, cambia en su orientación política. (…) Cambia de una orientación al deber a una orientación a los derechos. La gente no nace simplemente en una cultura que los orienta al deber o a los derechos a lo largo de todas sus vidas. No afirmamos que solo el desarrollo personal afecta a la orientación moral o las actitudes políticas. No negamos otras fuentes de variación, como el impacto de las ideologías de grupo que son diferentes según las diferencias culturales, familiares o de subgrupo (...). De hecho, la literatura sobre la socialización política sugiere que el aprendizaje social juega un importante papel en la adquisición de actitudes políticas. Sin embargo, consideramos que al menos parte de la variación es de desarrollo personal. (p. 92)

  Es decir, hay un desarrollo personal moral, que se produce por determinados factores que inciden en el individuo y que es el que da lugar a los cambios culturales en el sentido moral y que no dependen necesariamente del aprendizaje social. Definir cuál es el factor primero y más influyente para la evolución moral es obviamente lo más importante si queremos promover que esta evolución continúe en el sentido más prosocial posible.

  El posicionamiento político moralmente más avanzado sería el del progresismo: humanitarismo democrático, igualitarismo económico y social, derechos humanos y asistencia mutua.

Comprender el desarrollo del juicio moral es crucial para comprender la gran divisoria ideológica entre ortodoxia y progresismo (p. 7)

  Aunque no se menciona en este libro, está claro que un idealismo político profundamente igualitario puede acabar llevando a disparatados radicalismos del tipo “el fin justifica los medios” (que es, esencialmente, una determinada pauta de soluciones a los dilemas morales). Por lo tanto, de lo que se trata es de descubrir los factores del entorno cuyo desarrollo lleva al avance moral en los individuos que, consecuentemente, se comportan después como progresistas políticos y no tanto de su adhesión a idearios partidistas.

El desarrollo es más un asunto de riqueza de experiencia y experiencias estimulantes que el mero paso de los años (p. 125)

El nivel de educación formal es el predictor más fuerte de los resultados del test DIT  (p. 70)

La experiencia universitaria parece ser muy efectiva en promover el desarrollo del juicio moral, parece que los estudiantes reexaminan sus pensamientos acerca de la base moral de la sociedad y valoran el razonamiento postconvencional cada vez más  (p. 73)

  Se utiliza el término “intervención” al referirnos a las iniciativas que podrían mejorar moralmente al individuo. Recordemos las iniciativas que se llevan a cabo con jóvenes delincuentes a fin de desarrollar su civismo (su mejora moral): en ese caso concreto las intervenciones van desde instarlos a leer novelas de temática social a confrontar a los jóvenes con las víctimas de sus delitos. Pero las “intervenciones” pueden afectarnos a todos e incluso podemos experimentar con ellas. Un sujeto cualquiera puede pasar por una “intervención” en condiciones de laboratorio de psicología y luego tal intervención puede verse reflejada en un test DIT.

El tipo de intervención que tiene de forma consistente el mayor efecto [de expandir la capacidad moral según el test DIT] es la intervención de “discusión de dilemas” (p. 74)

La clase de intervención que mostraba la ganancia más baja en puntuaciones del test DIT era el curso académico tradicional (historia, estudios sociales, literatura) (p. 74)

  Naturalmente, los cambios morales, que en la mayoría de las personas abarcan una vida entera, no se producen tan fácilmente.

Las intervenciones de menos de tres semanas no producen ganancias significativas en el test DIT  (p. 74)

  La transformación moral, como se puede esperar, es un proceso arduo, pero este libro post-kohlbergiano tiene el acierto de describir el avance moral más como un proceso participativo y dinámico que como un mero proceso biológico-evolutivo (infancia, juventud, madurez…) que era un poco como lo veían Piaget y Kohlberg.

Las experiencias cognitivo-intelectuales están muy vinculadas al juicio moral (p. 126)

  ¿Qué experiencias en concreto? Pueden ser de todo tipo, solo hay que encontrar el marco adecuado para desarrollarlas. Una sugerencia: las “intervenciones” podrían verse más como un sistema de organización social –intervenciones sistemáticas, socialmente organizadas- que como un acontecimiento azaroso y puntual en la experiencia de los individuos. En parte, ya es así en la educación académica –en sus diversos grados-, cuya importancia se subraya pero, por ejemplo, no tenemos un mecanismo de educación sistemática en el sentido de ejercitarnos con la “discusión de dilemas” a nivel social. Lo más parecido en el pasado fue la predicación religiosa de las doctrinas más moralistas (con sus proverbios, parábolas y mandamientos...).

Lectura de  “Postconventional Moral Thinking” en Lawrence Erlbaum Associates, Inc  1999; traducción de idea21

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