domingo, 15 de agosto de 2021

“La gente más rara del mundo”, 2020. Joseph Henrich

  Este es otro libro que trata de resolver el enigma de por qué la civilización occidental ha acabado imponiéndose a todas las demás (aproximadamente a partir del siglo XVII). Con el término “Weird” (“raro”, “extraño”) el antropólogo Joseph Henrich hace un juego de palabras con el acrónimo W-E-I-R-D: Western, Educated, Industrialized, Rich, and Democratic.

  La solución es clásica y propia de la psicología cultural: los occidentales –los “WEIRD”- son más analíticos, individualistas, racionalistas y empáticos. Y lo son porque la cultura WEIRD, entre otras cosas, ha cambiado el modelo familiar.

A diferencia de gran parte del mundo hoy y de la mayor parte de la gente que ha vivido hasta hoy, los WEIRD son altamente individualistas, obsesionados en sí mismos, orientados al control, inconformistas y analíticos. (Capítulo 1)

Una rama del cristianismo dio lugar a un peculiar conjunto de tabúes, prohibiciones y prescripciones con respecto al matrimonio y la familia que acabaron cristalizando en el esquema de la Iglesia para la familia y el matrimonio (…) Estos cambios habrían favorecido una psicología más individualista, analíticamente orientada, centrada en la culpa y en la intencionalidad (al juzgar a otros) pero menos vinculada a la tradición, la autoridad de los mayores y la conformidad general (…) Los cambios sociales y psicológicos impulsados por la ruptura del parentesco intensivo abrieron la puerta a una creciente urbanización, la expansión de mercados impersonales y a las asociaciones voluntarias en competición como, por ejemplo, las ciudades autogobernadas, gremios y universidades (Capítulo 14)

  El protagonismo de la religión en el cambio cultural viene dado por la misma naturaleza de la religión.

Debido a que las religiones pueden modelar poderosamente nuestra psicología del comportamiento, éstas han jugado un papel central en la formación de instituciones políticas y económicas de alto nivel a medida que las sociedades han progresado (Capítulo 4)

  Religión y costumbres se asientan en el estilo de vida común y pueden permanecer fuertemente arraigadas en la cultura más allá de los acontecimientos políticos.

Incluso cuando las prácticas institucionales han sido abandonadas, los valores, motivaciones y prácticas de socialización que envolvían [las] instituciones tradicionales pueden sostenerse durante generaciones por transmisión cultural. Esto crea un camino a través del cual incluso instituciones históricas extinguidas influencian las mentes contemporáneas. Una población puede haber desarrollado un conjunto de valores (por ejemplo, piedad filial), motivaciones (por ejemplo, deferencia a los ancianos), preferencias (por ejemplo, hijos sobre hijas) y rituales rodeando a sus clanes patrilineales, pero entonces sus organizaciones de clan son legalmente prohibidas y oficialmente suprimidas por el estado (tal como sucedió en China de 1950 en adelante). [Sin embargo,] en esta situación, la transmisión cultural puede perpetuar una psicología de clan durante generaciones, incluso después de que las organizaciones de clan se hayan desvanecido. De hecho, debido a que la psicología de la gente puede no haber tenido tiempo de adaptarse a las prácticas de parentesco recientemente adoptadas, las medidas de las instituciones tradicionales basadas en el parentesco pueden incluso ser mejores para explicar la variación psicológica de lo que lo sean las instituciones familiares contemporáneas  (Capítulo 6)

   Una teoría explicativa clara siempre corre el riesgo de parecer demasiado reduccionista. El autor quizá exagera el rupturismo de la religión cristiana que, al fin y al cabo, surgió como consecuencia de haber confluido, en el contexto del Imperio Romano, el pensamiento del judaísmo helenizado, el estoicismo y ciertas mitologías egipcias (creencia en el paraíso de ultratumba para los justos y el culto femenino a Isis). Pero sí tiene sentido que hay una oposición entre el ser humano estructurado dentro de los vínculos familiares y el individuo independiente que crea voluntariamente sus propias redes asociativas basadas en estructuras racionales. La familia –el grupo social dentro del que surgimos- apoya materialmente al individuo pero también anula su individualidad subjetiva –su libertad- y su potencial creativo. 

  La humanidad es, esencialmente, subjetividad y por lo tanto la sujeción al colectivo resta al humano buena parte de lo que le es más propio. Aquí, el cristianismo –una religión que convierte al ser humano en Dios de sí mismo y que le promete un entorno universal de semejantes benevolentes y dignos de confianza- supuso un cambio fundamental.

El pensamiento analítico y el individualismo podía haber favorecido la aplicación universal de las leyes a todos los cristianos dentro de una jurisdicción, sin consideración de su tribu, clase o familia  (Capítulo 9)

  De todas las grandes civilizaciones, la de China ha sido, durante muchos siglos, la más avanzada del mundo. Su capacidad industrial, su orden interno e incluso la prosperidad de sus ciudadanos fue superior a la de Occidente hasta el siglo XVIII para acabar después en una desastrosa decadencia al chocar con los colonialistas europeos (y sus equivalentes de América y Japón). A principios del siglo XXI China renace como gran potencia mundial, elevando muy rápidamente el nivel de vida de su pueblo. Este cambio no podemos saber hoy cómo acabará –contamos con sospechas sobre la fragilidad de las instituciones políticas chinas- pero sí sabemos que es consecuencia de que China ha adoptado el sistema socio-económico occidental –aunque no la democracia y las libertades- tras su desastrosa aventura marxista. ¿Por qué el sistema chino fracasó?

  La respuesta es doble: por una parte, no pudieron deshacerse de sus estructuras sociales tradicionales basadas en el parentesco y, al mismo tiempo, no reemplazaron su sistema de pensamiento holístico por uno analítico como el occidental.

Crecer inmersos en instituciones basadas en el parentesco centra la mente en relaciones e interconexiones entre personas; en contraste, aquellos que experimentan una sociedad solo con débiles vínculos relacionales se ven incitados a crear conexiones mutuamente benéficas con otros basadas en sus capacidades, disposiciones y características individuales. La idea es que el parentesco intensivo da lugar a más pensamiento holístico centrado en contextos más amplios y en las relaciones entre cosas, incluyendo las interconexiones entre individuos, animales u objetos. En contraste, las sociedades con menos parentesco intensivo promueven un pensamiento más analíticamente orientado que tiende a observar el mundo asignando propiedades, atributos o personalidades a la gente y a los objetos, con frecuencia clasificándolos en categorías discretas según presuntas esencias o disposiciones subyacentes  (Capítulo 6)

  En el más típico ejemplo de diferencias entre pensamiento social analítico y el holístico, el concepto analítico de justicia se basa en los hechos objetivos y en la responsabilidad objetiva –culpa- de los actores; el concepto holístico se basa en el interés de la estructura social y en los intereses de los factores sociales implicados. La justicia analítica busca que el culpable sea castigado como escarmiento al servicio de un ideal de justicia objetiva; la justicia holística, en cambio, busca la satisfacción del orden social, de modo que en un sistema holístico castigar a un inocente, por ejemplo, está justificado si ello responde a la demanda social y restaura la sensación colectiva de seguridad: nada de justicia “abstracta”, sino una justicia práctica que satisfaga la demanda social (por ejemplo, linchar a miembros de una minoría detestada si hay consenso al respecto por parte de la mayoría).

La evolución cultural de la psicología es la materia oscura que fluye detrás de las escenas a lo largo de la historia  (Capítulo 12)

Un gran conjunto de diferencias psicológicas emergieron en Europa occidental y (…) sus implicaciones (…) [permiten] comprender su moderna prosperidad económica, innovación, derecho, democracia y ciencia.  (Prefacio)

Rasgos familiares que caracterizan las sociedades WEIRD: descendencia bilateral, poco o ningún matrimonio entre primos, matrimonio monógamo, familia nuclear y residencia neolocal [la nueva familia se establece en un lugar diferente del de sus padres].  (Capítulo 5)

Hacia 1500, la mayor parte de las ciudades de Europa occidental eran, al menos parcialmente, autogobernadas. Mientras tanto en China y el mundo islámico, ninguna ciudad había desarrollado un autogobierno basado en asambleas representativas  (Capítulo 9)

  Ciertamente, el cristianísimo no inventa la democracia asamblearia –la conocían griegos y romanos- pero las ciudades cristianas del Renacimiento que se autogobernaban y regían por estatutos solemnemente promulgados basaban su concepción política en la convicción religiosa del carácter sagrado del alma individual, su propensión a la confianza –expectativa de benevolencia- y su sentido de la culpa y la autorresponsabilidad.

   En lo que se refiere a asociacionismo entre no parientes, el factor de confianza entre extraños es clave. La psicología social nos muestra esta realidad al comparar entre sociedades más o menos desarrolladas.

El porcentaje de gente que generalmente piensa que la mayor parte de las personas son fiables va desde el 70% en Noruega hasta el 4% en Trinidad y Tobago (Capítulo 1)

  Resulta sorprendente la correlación que existe entre el progreso de la civilización y el retroceso de los vínculos de parentesco. El matrimonio entre primos, por ejemplo, una constante en las culturas primitivas (los “primos cruzados”), es erradicado por la Iglesia Católica precisamente para evitar que subsistan redes de parentesco que compitan contra las redes sociales voluntarias (la más poderosa de las cuales, evidentemente, es la Iglesia… formada por castos sacerdotes).

  La consecuencia indirecta es la evolución psicológica hacia una menor corrupción, tal como demuestran estadísticas y experimentos de psicología social de todo tipo. Si no hay redes de confianza impuestas por los vínculos de parentesco, solo podemos desarrollar como alternativa redes de confianza basadas en la buena voluntad entre extraños. ¿Y cómo confiar en los extraños si antes estos no han sido formados psicológicamente para merecer tal confianza?

Mientras más alto el promedio de matrimonios de primos en un país, más dispuesto se está a dar falso testimonio en un juicio [a favor de un amigo] (Capítulo 6)

Las sociedades con instituciones fuertemente basadas en el parentesco (…) prestan poca atención a las intenciones de la gente al hacer juicios morales (Capítulo 6)

Mientras más alto un país en [vinculaciones familiares] o matrimonio entre primos, más la gente desconfía de los extraños, recién llegados y adherentes de otras religiones. (Capítulo 6)

    Muchos pueden opinar que la Iglesia luchaba contra los vínculos de parentesco simplemente para conseguir más poder frente a los clanes, tribus o familias extensas. Puede ser, pero la consecuencia era siempre el estímulo del asociacionismo impersonal, la confianza entre extraños. Los extraños quedan entonces expuestos al escrutinio de su comportamiento individual, es decir, se desarrolla el control de la moralidad. Eso no era tan importante cuando la base de las relaciones sociales eran los vínculos de parentesco.

Un mayor individualismo, confianza impersonal y movilidad relacional quería decir que los individuos era más probable que buscaran y desarrollaran relaciones con personas que no estaban vinculadas dentro de sus redes sociales. Las normas impersonales sobre justicia, honradez y cooperación proporcionaron un marco para tales interacciones y los contratos formales echaron el cemento para fijar los acuerdos de todas clases. Todos estos cambios psicológicos y sociales habrían incrementado la interconexión de poblaciones y alimentado una mayor innovación  (Capítulo 13)

  Desde el momento en que tales cambios psicológicos y sociales influyen en la vida económica generando una mayor productividad, el avance de la cultura occidental –o “WEIRD”- se hace imparable.

Los individuos que ven el mundo como una suma cero es improbable que desperdicien tiempo en trabajar para mejorar una herramienta, tecnología o proceso porque ellos implícitamente creen que cualquier ganancia en productividad que pudieran conseguir sería a expensas de algún otro (esto, por supuesto, es a veces el caso a corto plazo) y otros pensarán mal de ellos. Además, ya que ven el mundo como una suma cero tienden a pensar que otros envidiarán su éxito, y pueden ocultar sus mejoras y productividad, lo cual hace inviable [la cooperación a gran escala]. Esto sugiere que cuando los individuos se hacen más inclinados a ver el mundo en términos más de suma positiva, se hacen más inclinados a buscar mejoras tecnológicas. (Capítulo 13)

  La idea de una economía de “suma cero” aparece relacionada con el modelo social conservador: un modelo basado en el parentesco implica la supervivencia pero no el avance. La desconfianza constante implica una actitud pesimista.

  En un mundo de mayor confianza, el asociacionismo independiente más allá de los vínculos de parentesco es el que abre las posibilidades de que estructuras económicas productivas se hagan viables.

La proliferación de asociaciones voluntarias y la creciente urbanización, especialmente el crecimiento de las ciudades libres, habrían expandido el cerebro colectivo uniendo a individuos diversos en intereses coincidentes. De hecho, cuatro asociaciones voluntarias –ciudades estatutarias, monasterios, gremios y universidades- contribuyeron a ampliar el flujo de conocimiento y tecnología en Europa  (Capítulo 13)

[Es de destacar] el éxito de la Orden Cisterciense con su énfasis espiritual en el trabajo manual, laboriosidad y autodisciplina  (Capítulo 11)

Datos de los gremios medievales de Holanda muestran que cuatro de cada cinco aprendices no eran hijos de su maestro. Más adelante, en el Londres del siglo XVII, el porcentaje de artesanos entrenados por no parientes iba del 72 al 93%. En contraste, en India y China, los promedios eran más bien lo contrario, con casi todos los artesanos hábiles siendo adiestrados por un pariente o un familiar  (Capítulo 13)

  Y, por supuesto, la individualización implica también la amplitud del pensamiento crítico y analítico. Ninguna herramienta mejor para ello que la alfabetización.

Profundamente arraigado en el protestantismo está la noción de que los individuos deberían desarrollar una relación personal con Dios y Jesús. Para llevar a cabo esto, tanto hombres como mujeres necesitan leer e interpretar las sagradas escrituras –la Biblia- por ellos mismos y no confiar primariamente en la autoridad de los supuestos expertos, sacerdotes o autoridades institucionales como la Iglesia. Este principio, conocido como sola scriptura, implicó que todo el mundo necesitaba aprender a leer (Prefacio)

   En el momento de la Reforma de Lutero, sabemos que apenas el 1% de la población de lengua alemana estaba alfabetizada… así que el impacto del cambio debió de ser enorme. Por otra parte, el protestantismo, que fue la culminación del cristianismo, supuso algo más que una alfabetización circunstancial.

A diferencia de los católicos, que tienen su Iglesia, sacerdotes, sacramentos (confesión y penitencia), comunidades y la oración de sus familias y amigos para ayudar a que sus almas entre en el reino de los cielos, los protestantes están solos, desnudos y solitarios ante un Dios que los juzga  (Capítulo 12)

  La conclusión es clásica, pero convincente

La gente no se hizo racional de repente durante la Ilustración de los siglos XVII y XVIII, y entonces inventó el mundo moderno. Más bien, [las instituciones ilustradas] representan productos culturales acumulativos –nacidos de una psicología cultural particular- que trazan su origen hasta siglos atrás, tras una cascada de cadenas causales que incluyen guerras, mercados y monjes, hasta un peculiar conjunto de tabús de incesto, prohibiciones de matrimonio y prescripciones familiares que se desarrollaron en una secta religiosa radical –cristianismo occidental (Capítulo 14)

  Finalmente, la visión psicológica del avance civilizatorio nos ofrece una gran oportunidad para el futuro: los cambios continuarán.

En el futuro sentiremos, pensaremos, percibiremos y moralizaremos de forma diferente y lucharemos por comprender la mentalidad de aquellos que vivieron en el pasado en el inicio del tercer milenio  (Capítulo 14)

Lectura de “The WEIRDest People in the World” en Farrar, Straus and Giroux, 2020; traducción de idea21 

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