miércoles, 25 de octubre de 2017

“El enigma de la razón”, 2017. Mercier y Sperber

  Los autores de este libro tratan de desmitificar la razón y lo logran en buena medida. Pero con ello lo que consiguen también es que tengamos una visión mucho más lógica de lo que es la razón.

Mientras que comúnmente se considera la razón como el uso de la lógica, o al menos algún sistema de normas que expande y mejora nuestro conocimiento y decisiones, nosotros sostenemos que la razón es mucho más oportunista y ecléctica y que no se atiene a normas formales. Sugerimos que el principal papel de la lógica en el razonamiento puede ser retórico: la lógica ayuda a simplificar y esquematizar los argumentos intuitivos, subrayando y con frecuencia exagerando su fuerza. 

  La gran importancia que damos a la razón proviene de que de ella esperamos orden, justicia y progreso. A la razón atribuimos el desarrollo humanista, es decir, el cambio social que ha permitido incrementar la eficiencia de la cooperación entre los seres humanos, pero…

rechazamos la visión intelectualista de que la razón ha evolucionado para ayudar a los individuos a obtener mejores inferencias, adquirir mayor conocimiento y tomar mejores decisiones.(…) La razón (…) evolucionó como una respuesta a los problemas que se encuentran en la interacción social más que en el pensamiento solitario. La razón cumple dos funciones principales. Una función es ayudar a resolver un problema importante de coordinación al producir justificaciones. La otra función ayuda a resolver un importante problema de comunicación al producir argumentos.

  En suma, la razón es un fenómeno que procede de la que es la característica más específica de la condición humana: nuestra capacidad para las relaciones sociales. Al argumentar mediante la razón, tratamos de apelar a la lógica a fin de convencer a la otra parte.

  Esto implica que razón y lógica no son la misma cosa

Lógica y razón se han disociado, y la misma razón ahora parece estar rota en pedazos

  Examinemos las debilidades de la lógica del razonamiento:

No sería del todo equivocado (…) decir que la psicología del razonamiento se ha convertido en buena parte en la psicología del experimento de Wason (…) Solo el 10 % de los participantes [en el experimento] hace la elección correcta

  Lo que nos dice el experimento de Wason es que nuestra capacidad de razonar no está basada del todo en la lógica. Un computador sencillo nunca falla esta prueba y el 90% de las personas sí.

  ¿En qué falla la razón para ser lógica?

Las respuestas de la gente al experimento de Wason están basadas no en el razonamiento lógico sino en intuiciones de relevancia: le dan la vuelta a las cartas que parecen intuitivamente relevantes

  A primavera vista, las intuiciones parecen ineficientes, pero en realidad suelen basarse en heurísticas –reglas superficiales y simples para la toma de decisiones- que son muy prácticas, mientras que la lógica no lo es tanto, y no lo es porque exige demasiado tiempo y esfuerzo el que no queden cabos sueltos.

La cognición, en sentido amplio, consiste en obtener inferencias sobre la forma en que son las cosas, qué esperar y qué hacer 

Las inferencias (…) son posibles por la existencia de regularidades en el mundo

  Detectar mediante la lógica las regularidades y determinar lo que son las cosas, qué esperar y qué hacer es tremendamente complejo. Los problemas habituales del Homo Sapiens no se dan con el esquematismo de experimentos como el de Wason, y es por eso que el cerebro humano está diseñado para recurrir a la intuición.

Los procesos [intuitivos] son atajos heurísticos que, en las circunstancias ordinarias, llevan al juicio correcto. En las situaciones que no son estándar, sin embargo, producen respuestas erróneas y sesgadas.

   El juicio intuitivo es más rápido, más práctico, más adaptado a nuestra experiencia y situación convencional. En el estilo de vida del Homo Sapiens originario (el cazador-recolector que hemos sido durante la evolución que nos diseñó genéticamente) eran casos excepcionales aquellos en los que la intuición o la heurística resultaban ineficientes. En esos casos excepcionales es cuando tenemos que usar la lógica… y se dan con mucha más frecuencia en nuestra forma de vida civilizada de lo que se daban en la prehistoria.

  Para colmo, cuando pretendemos utilizar la lógica lo que usamos es el razonamiento, que solo formalmente obedece a la lógica, y que, como se expondrá más adelante, puede ver viciados sus argumentos por el sesgo del individuo. Así de complicado es.

   Pero, por otra parte, si no fuera tan complicado el uso lógico del razonamiento… ¿no habría tardado mucho menos la civilización en alcanzar los niveles de avance actuales?

No todo razonamiento es bueno  (…) pero todo razonamiento debería ser y pretende ser lógico. El mal razonamiento es el razonamiento que intenta ser lógico pero no lo logra. 

Evaluar las razones de otros es únicamente relevante para decidir en quién confiar y cómo conseguir coordinación.

   Desarrollar la lógica mediante el razonamiento es difícil. Estamos predispuestos, por el contrario, a defender nuestros intereses, es decir, a emitir juicios sesgados. Para contrarrestar este fenómeno conflictivo –el sesgo, el prejuicio que dificulta la lógica de la razón- la mejor solución suele ser facilitar razonamientos enfrentados lo mejor arbitrados posible…

No negamos que la razón puede traer grandes beneficios intelectuales, como ilustra el caso de la ciencia; al contrario, explicamos cómo lo hace: mediante la interacción con otros.

  La interacción es la que permite desarrollar un razonamiento lógico porque corrige el inevitable sesgo del razonador solitario, es decir, la tendencia a manipular la lógica para favorecer el prejuicio, por muy inteligente que uno sea y muy habituado a usar la lógica que uno esté. Para ilustrar esto, Mercier y Sperber nos dan un magnífico ejemplo. Thomas Jefferson fue uno de los grandes teóricos ilustrados a favor de las libertades individuales. Pero era al mismo tiempo propietario de esclavos… La esclavitud era rechazada intuitivamente por todos los individuos que estaban comprometidos con la libertad. Sin embargo, la actitud de Jefferson al respecto, la actitud de uno de los ilustrados más intelectualmente capacitados, fue la de encontrar justificaciones lógicas (pero sesgadas, afectadas por el prejuicio) a la esclavitud.

Algunos de los contemporáneos de Jefferson encontraron que estaba más allá de su habilidad encontrar una justificación para poseer personas. Washington liberó a sus esclavos y los dotó en su testamento. Franklin los liberó en vida. Parece que uno “no puede encontrar una razón para todo lo que uno quiere hacer” –a menos, quizá, que uno sea tan inteligente como Thomas Jefferson

  Es decir, la capacidad de usar la lógica permitió a Jefferson encontrar argumentos a favor del prejuicio racial. Hoy calificaríamos de “falaz” ese tipo de lógica, pero en el siglo XVIII no era tan fácil como hoy refutar los argumentos raciales (que fueron los que utilizó Jefferson para apoyar sus intereses más egoístas). En cambio, la intuición humanista, de raíz cristiana, lograba mejores resultados que la razón.

  De ahí que los autores de este libro desconfíen de la racionalidad solitaria, al viejo estilo de los filósofos griegos. En su lugar, defienden la confrontación de argumentos y contraargumentos. El mejor razonador solitario, en cualquier caso, sería el que es capaz de adoptar puntos de vista opuestos.

A diferencia de los razonadores típicos, los abogados con frecuencia argumentan posiciones que personalmente no defienden. Su “bando” es el del cliente que los emplea. Encontrar argumentos para una posición que no apoyamos, o incluso con la cual estamos en desacuerdo, es difícil. Exige habilidad y entrenamiento

  El que la razón haya acabado obteniendo los relativos triunfos que a este respecto observamos en la civilización actual se debe principalmente a que se han combinado diversas estrategias de razonamiento lógico.

Cuando el razonador no tiene una clara preconcepción [de las cosas que juzga] el sesgo particular se mantiene al margen y la razón puede ser la guía de la elección del razonador, presumiblemente para mejor. Quizá es a partir de tales casos que han nacido las creencias sobre la eficiencia de la razón en la mente de los filósofos. 

Aprender a razonar es, en buena medida, aprender a anticipar contraargumentos(…) La mejor solución [para aprender a razonar mejor] podría ser exponer a la gente a más contraargumentos –para hacer que la gente argumente más.
 
Los científicos –en el mejor de los casos- parecen estar esforzándose por la verdad, no por la aprobación de una audiencia en particular. Sugerimos que de hecho su razonamiento aún busca argumentos que tratan de convencer, pero que la audiencia que es su objetivo es grande y particularmente exigente. Si alguien halla un contraargumento que convence a la comunidad científica, el argumento del científico es desechado. El científico no puede permitirse apelar a las inclinaciones de un juez o jugar con la ignorancia de la ley de un jurado [como un abogado]. Sus argumentos deben tener por objeto la validez universal –en un universo compuesto por sus pares.

  Y hay otro elemento a tener en cuenta: con independencia de la necesidad que tenemos de convencer a los otros de nuestros puntos de vista, la razón existe porque aparentemente encontramos cierto estímulo psicológico para razonar.

¿Por qué debería ser, para algunas personas al menos, una deseable experiencia el resolver acertijos, pensar sobre paradojas o mirar cómo otras personas argumentan? Aquí, una vez más, son relevantes las consideraciones evolutivas. La operación de muchos mecanismos evolutivos requiere energía, tiempo y esfuerzo para que cumplan su función, pero el beneficio que se alcanza puede no ser percibido por el organismo, o al menos no lo suficiente como para motivar el esfuerzo. El principal beneficio biológico del sexo es la reproducción, pero los animales (incluyendo los seres humanos, durante la mayor parte de su historia) no son conscientes de que el sexo produce descendencia. Los fuertes deseos sexuales y el placer consecuente han evolucionado para motivar a los animales a copular.

  De forma parecida, encontramos placer en argumentar y razonar. Y en salirnos con la nuestra, claro.

  Finalmente, como tantas veces sucede en la evolución, se llega a los grandes descubrimientos haciendo uso de mecanismos evolutivos que surgieron con otro fin. Ya hemos visto que razonamos no para hallar la verdad, sino para convencer a otros… pero esto nos ha permitido, por evolución, desarrollar un creciente racionalismo cada vez más objetivo, más apegado a una lógica imparcial, en el sentido de la buena ciencia moderna. De forma parecida, nuestra capacidad para la cognición nos permite explotar y modificar información para operar con ella en “ámbitos impropios”

Los módulos cognitivos evolucionados están típicamente adaptados para procesar información que pertenece a un ámbito dado y para extraer inferencias específicas de ello. Llamamos a tal ámbito el “ámbito propio” de un módulo cognitivo. En el ámbito propio de un módulo de evitación de las serpientes, por ejemplo, están presentes las serpientes. En el ámbito propio de un módulo de lectura de la mente están los estados mentales de la gente con la cual el individuo está o puede estar interactuando. (…) [Pero en ocasiones] no hay forma de que el entorno actual corresponda exactamente al ámbito propio. Los errores en la detección son inevitables. (…) La no correspondencia entre los ámbitos reales y propios de los módulos son una abundante fuente para el desarrollo de ideas, prácticas y artefactos culturales

    Por ejemplo: instituciones básicas en el desarrollo civilizatorio como la religión y la moralidad han surgido de forzar diversos esquemas cognitivos a ámbitos impropios. La superstición surge de la necesidad de determinar cualquier tipo de relaciones de causa y efecto que tranquilicen nuestra angustia ante lo desconocido. La acumulación de supersticiones fuera de su ámbito propio (los fenómenos inexplicables en el momento que suceden sería el ámbito propio, pero la especulación infinita acerca de causas y efectos imaginarios llevaría la superstición a ámbitos impropios) dio lugar al desarrollo de la magia y más tarde de la religión. El cambio constante del entorno devino en que las religiones se convirtiesen, muy probablemente, en un factor esencial en el desarrollo moral y social. Igualmente, el instinto de vinculación por parentesco llevado a ámbitos impropios ha dado lugar a los sentimientos de hermandad y amor al prójimo entre personas no emparentadas.

  En suma, al desmitificar la razón, comprendemos mejor las posibilidades futuras de esta capacidad…

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