EL psicólogo Daniel Lapsley desarrolla su estudio crítico sobre todo a partir de la obra de Piaget y Kohlberg. Lawrence Kohlberg en particular, y basándose en la idea de etapas de desarrollo psicológico según Jean Piaget –de la infancia a la adultez-, diseño un modelo que parece que va a perdurar.
La teoría de desarrollo por estadios de Kohlberg del juicio moral, y sus afirmaciones sobre las estructuras morales disfrutan de un considerable apoyo empírico (Capítulo 4)
Las etapas de Kohlberg no están relacionadas, como las de Piaget, en el desarrollo individual del niño. Simplemente, hay visiones morales más o menos limitadas que pueden o no desarrollarse en el individuo a medida que va madurando (no suele haber retroceso): moral preconvencional, convencional y posconvencional. La preconvencional sí recuerda a la de un niño: haz el bien para evitar el castigo; la convencional se adapta a las costumbres del lugar y el momento; la posconvencional implica los juicios éticos independientes del individuo.
Lo mejor, claro está, es ser posconvencional.
Ahora es posible [en el estadio 5 de Kohlberg], desde este punto de vista moral, criticar los marcos legales existentes (Capítulo 4)
En la ética posconvencional (etapas 5 y 6), es el individuo su propio juez, si bien cada individuo puede llegar a conclusiones diferentes ante los mismos hechos.
Lo que Kohlberg no indica es cómo sacar adelante el progreso moral hasta el estadio posconvencional, cómo lograr que se alcance la autonomía moral del que es capaz de obrar justamente en base a su propia capacidad para evaluar los hechos ateniéndose a principios morales.
El pensamiento basado en principios es un discurso filosófico autorreflexivo en el sentido de que los principios son articulados autoconscientemente a fin de fundamentar la reflexión moral (Capítulo 4)
Un elemento indicativo: los principios de conducta interiorizados
El recorrido del desarrollo mueve el razonamiento prosocial en una dirección interna (…) Hay un cambio que va desde una consideración de las ganancias personales que uno podría incrementar como consecuencia de ayudar hasta un deseo más basado en principios para ver las ganancias de la otra persona: un autorrespeto llega a activarse si uno vive valores prosociales fuertemente interiorizados que respetan la dignidad y el derecho de otras personas (Capítulo 8)
La interiorización es un proceso que no tiene tanto que ver con la legislación de una sociedad dada o con la capacidad innata para evaluar los hechos, sino con un aprendizaje de índole cultural. Por ejemplo, se señala el efecto de algo relativamente abstracto como es la “atribución e carácter”.
Los niños a los que se daban atribuciones de carácter era más probable que se implicaran en un comportamiento prosocial consecuente. Es probable que su autoconcepto, su comprensión de ellos mismos como niños que hacen cosas buenas y que ayudan afectaran sus actividades prosociales reales. (Capítulo 9)
En cambio, está muy extendida la opinión de que a los niños se les enseña a obrar bien mediante premios o alabanzas. Parece sin embargo que los niños ya son capaces de interiorizar una cierta imagen de sí mismos atribuida por su entorno, la “atribución de carácter”. Esto conecta también con lo que es, en general, la integración en el mundo moral adulto.
Presumiblemente, las charlas familiares sobre emociones orientan al niño a una apreciación más aguda de los estados emocionales de otros y proporcionan un adiestramiento valioso en la sensibilidad empática (Capítulo 9)
Encontramos algo de esto en un conocido estudio sobre las personas que arriesgaron sus vidas para salvar a otros durante el Holocausto: una formación emocional no relacionada con el sistema legal o las tradiciones religiosas, sino con la asimilación de abstracciones morales por vínculos emotivos (¿desarrollo de la sensibilidad empática?).
Es muy diferente al llamado realismo moral:
El realismo moral está marcado por al menos tres rasgos: 1) el deber es heterónomo; obediencia a una regla, o a cualquier cosa que es ordenada por un adulto es buena; 2) lo que ha de ser obedecido es la letra de la ley, no el espíritu; 3) los actos son juzgados no según los motivos o intenciones sino en términos de las consecuencias objetivas o en términos de la conformidad exacta con las reglas (Capítulo 2)
Y es diferente a la visión de moralidad como reglas prácticas de convivencia
¿Cuáles son las preocupaciones de la justicia? La justicia se preocupa por cómo mejor adjudicar los conflictos interpersonales y cómo equilibrar adecuadamente los intereses en competición, y con cómo distribuir bienes y derechos en una forma basada en principios que se juzgan justos por los cánones de imparcialidad. En resumen, cómo distribuir de buena fe los beneficios y las cargas de la cooperación (Capítulo 3)
Esta es la visión de Rawls sobre la justicia distributiva: parece que choca con la idea anterior del comportamiento ético como una sintonía con el entorno social –principios de justicia y empatía- más que con un enfrentamiento entre intereses particulares.
La conclusión aparente es que la moralidad es un estilo de convivencia, y por lo tanto el criterio debería ser desarrollar una personalidad prosocial.
El razonamiento moral [según Kohlberg] es el proceso consciente de usar el lenguaje moral ordinario. La actividad moral está motivada por la deliberación moral consciente guiada por principios (lo que se opone a Freud [en su idea de que se guiaría por el inconsciente]) y por consideraciones fenomenológicamente relevantes expresadas en el lenguaje moral ordinario (lo que se opone a los conductistas) (Capítulo 3)
Esto puede interpretarse como que interiorizamos una concepción racional de las relaciones entre individuos, pero no basada en la competencia de intereses particulares, sino en una concepción de armonía.
Un estudio mostró (…) que engañar es menos probable con un razonamiento moral más avanzado (Capítulo 4)
Es decir, el desarrollo racional no llevaría a una defensa más astuta de los propios intereses, sino a asimilar un modelo cultural de principios de justicia basados en la empatía.
En contra de la imagen popular de desapego, la imparcialidad a veces requiere que nos hagamos más apegados o más propiamente apegados a las preocupaciones, intereses y perspectivas de otros a fin de alcanzar juicios justos y apropiados (Capítulo 7)
¿Atenernos a las leyes que nos son dadas o prepararnos intelectual y emocionalmente para evaluar principios de equidad flexibles?
La ética de las reglas orienta a las obligaciones de la ley moral universal. La ética de las virtudes orienta al cultivo de las disposiciones virtuosas. Mientras que la ética de las reglas intenta describir una moralidad universal que trasciende la comunidad y la tradición, la ética de las virtudes dirige nuestra atención a los fundamentos comunitarios de nuestra identidad moral (Capítulo 7)
En suma, en la ética de las virtudes nos asimilamos a una cultura que puede ser más prosocial y en la cual nuestra capacidad racional estará al servicio de la armonía y no tanto a la competencia y el regateo entre intereses en conflicto.
Finalmente, conviene hacer una precisión sobre “altruismo” y “prosocialidad”. Lo prosocial no se refiere tanto a la actitud moral sino al resultado de la acción que pueda ser beneficioso para otros. Sin embargo, el altruismo siempre busca un resultado prosocial.
Si bien el comportamiento altruista es necesariamente prosocial (pretende beneficiar a otros), no todo el comportamiento prosocial es altruista (ya que beneficiar a otro puede hacerse por razones egoístas de propio beneficio) (Capítulo 9)
Lectura de “Moral Psychology” en Routledge 2018; traducción de idea21