sábado, 25 de enero de 2025

“Psicología moral”, 1996. Daniel Lapsley

  EL psicólogo Daniel Lapsley desarrolla su estudio crítico sobre todo a partir de la obra de Piaget y Kohlberg. Lawrence Kohlberg en particular, y basándose en la idea de etapas de desarrollo psicológico según Jean Piaget –de la infancia a la adultez-, diseño un modelo que parece que va a perdurar.

La teoría de desarrollo por estadios de Kohlberg del juicio moral, y sus afirmaciones sobre las estructuras morales disfrutan de un considerable apoyo empírico (Capítulo 4)

  Las etapas de Kohlberg no están relacionadas, como las de Piaget, en el desarrollo individual del niño. Simplemente, hay visiones morales más o menos limitadas que pueden o no desarrollarse en el individuo a medida que va madurando (no suele haber retroceso): moral preconvencional, convencional y posconvencional. La preconvencional sí recuerda a la de un niño: haz el bien para evitar el castigo; la convencional se adapta a las costumbres del lugar y el momento; la posconvencional implica los juicios éticos independientes del individuo.

  Lo mejor, claro está, es ser posconvencional.

Ahora es posible [en el estadio 5 de Kohlberg], desde este punto de vista moral, criticar los marcos legales existentes (Capítulo 4)

  En la ética posconvencional (etapas 5 y 6), es el individuo su propio juez, si bien cada individuo puede llegar a conclusiones diferentes ante los mismos hechos.

  Lo que Kohlberg no indica es cómo sacar adelante el progreso moral hasta el estadio posconvencional, cómo lograr que se alcance la autonomía moral del que es capaz de obrar justamente en base a su propia capacidad para evaluar los hechos ateniéndose a principios morales.

El pensamiento basado en principios es un discurso filosófico autorreflexivo en el sentido de que los principios son articulados autoconscientemente a fin de fundamentar la reflexión moral (Capítulo 4)

  Un elemento indicativo: los principios de conducta interiorizados

El recorrido del desarrollo mueve el razonamiento prosocial en una dirección interna (…) Hay un cambio que va desde una consideración de las ganancias personales que uno podría incrementar como consecuencia de ayudar hasta un deseo más basado en principios para ver las ganancias de la otra persona: un autorrespeto llega a activarse si uno vive valores prosociales fuertemente interiorizados que respetan la dignidad y el derecho de otras personas (Capítulo 8)

  La interiorización es un proceso que no tiene tanto que ver con la legislación de una sociedad dada o con la capacidad innata para evaluar los hechos, sino con un aprendizaje de índole cultural. Por ejemplo, se señala el efecto de algo relativamente abstracto como es la “atribución e carácter”.

Los niños a los que se daban atribuciones de carácter era más probable que se implicaran en un comportamiento prosocial consecuente. Es probable que su autoconcepto, su comprensión de ellos mismos como niños que hacen cosas buenas y que ayudan afectaran sus actividades prosociales reales. (Capítulo 9)

  En cambio, está muy extendida la opinión de que a los niños se les enseña a obrar bien mediante premios o alabanzas. Parece sin embargo que los niños ya son capaces de interiorizar una cierta imagen de sí mismos atribuida por su entorno, la “atribución de carácter”. Esto conecta también con lo que es, en general, la integración en el mundo moral adulto.

Presumiblemente, las charlas familiares sobre emociones orientan al niño a una apreciación más aguda de los estados emocionales de otros y proporcionan un adiestramiento valioso en la sensibilidad empática (Capítulo 9)

  Encontramos algo de esto en un conocido estudio sobre las personas que arriesgaron sus vidas para salvar a otros durante el Holocausto: una formación emocional no relacionada con el sistema legal o las tradiciones religiosas, sino con la asimilación de abstracciones morales por vínculos emotivos (¿desarrollo de la sensibilidad empática?).

  Es muy diferente al llamado realismo moral:

El realismo moral está marcado por al menos tres rasgos: 1) el deber es heterónomo; obediencia a una regla, o a cualquier cosa que es ordenada por un adulto es buena; 2) lo que ha de ser obedecido es la letra de la ley, no el espíritu; 3) los actos son juzgados no según los motivos o intenciones sino en términos de las consecuencias objetivas o en términos de la conformidad exacta con las reglas (Capítulo 2)

  Y es diferente a la visión de moralidad como reglas prácticas de convivencia

¿Cuáles son las preocupaciones de la justicia? La justicia se preocupa por cómo mejor adjudicar los conflictos interpersonales y cómo equilibrar adecuadamente los intereses en competición, y con cómo distribuir bienes y derechos en una forma basada en principios que se juzgan justos por los cánones de imparcialidad. En resumen, cómo distribuir de buena fe los beneficios y las cargas de la cooperación (Capítulo 3)

 Esta es la visión de Rawls sobre la justicia distributiva: parece que choca con la idea anterior del comportamiento ético como una sintonía con el entorno social –principios de justicia y empatía- más que con un enfrentamiento entre intereses particulares. 

  La conclusión aparente es que la moralidad es un estilo de convivencia, y por lo tanto el criterio debería ser desarrollar una personalidad prosocial.

El razonamiento moral [según Kohlberg] es el proceso consciente de usar el lenguaje moral ordinario. La actividad moral está motivada por la deliberación moral consciente guiada por principios (lo que se opone a Freud [en su idea de que se guiaría por el inconsciente]) y por consideraciones fenomenológicamente relevantes expresadas en el lenguaje moral ordinario (lo que se opone a los conductistas) (Capítulo 3)

     Esto puede interpretarse como que interiorizamos una concepción racional de las relaciones entre individuos, pero no basada en la competencia de intereses particulares, sino en una concepción de armonía.

Un estudio mostró (…) que engañar es menos probable con un razonamiento moral más avanzado (Capítulo 4)

  Es decir, el desarrollo racional no llevaría a una defensa más astuta de los propios intereses, sino a asimilar un modelo cultural de principios de justicia basados en la empatía.

En contra de la imagen popular de desapego, la imparcialidad a veces requiere que nos hagamos más apegados o más propiamente apegados a las preocupaciones, intereses y perspectivas de otros a fin de alcanzar juicios justos y apropiados (Capítulo 7)

  ¿Atenernos a las leyes que nos son dadas o prepararnos intelectual y emocionalmente para evaluar principios de equidad flexibles?

La ética de las reglas orienta a las obligaciones de la ley moral universal. La ética de las virtudes orienta al cultivo de las disposiciones virtuosas. Mientras que la ética de las reglas intenta describir una moralidad universal que trasciende la comunidad y la tradición, la ética de las virtudes dirige nuestra atención a los fundamentos comunitarios de nuestra identidad moral (Capítulo 7)

  En suma, en la ética de las virtudes nos asimilamos a una cultura que puede ser más prosocial y en la cual nuestra capacidad racional estará al servicio de la armonía y no tanto a la competencia y el regateo entre intereses en conflicto.

  Finalmente, conviene hacer una precisión sobre “altruismo” y “prosocialidad”. Lo prosocial no se refiere tanto a la actitud moral sino al resultado de la acción que pueda ser beneficioso para otros. Sin embargo, el altruismo siempre busca un resultado prosocial.

Si bien el comportamiento altruista es necesariamente prosocial (pretende beneficiar a otros), no todo el comportamiento prosocial es altruista (ya que beneficiar a otro puede hacerse por razones egoístas de propio beneficio) (Capítulo 9)

  Lectura de “Moral Psychology” en Routledge 2018; traducción de idea21

miércoles, 15 de enero de 2025

“Irracionalidad”, 1992. Stuart Sutherland

  Los seres humanos somos racionales, pero nuestra razón es bastante irracional –ilógica-  si la comparamos, por ejemplo, con la de un computador. La irracionalidad de la razón humana se suele demostrar de forma sencilla e inequívoca con la tarea de Wason.

  La irracionalidad humana y la tendencia a las heurísticas parece originarse en la adaptación de la conducta humana para las relaciones sociales y no tanto para el análisis objetivo de la realidad no humana que nos rodea. Pero si sabemos que la razón no siempre es lógica, estamos contando ya con una gran ventaja para reparar este defecto.

  El psicólogo Stuart Sutherland nos ilustra sobre estas y otras realidades similares para que no nos fiemos demasiado de nuestro propio uso de la razón. Sobre todo, no debemos fiarnos del instinto, de las primeras impresiones. Tenemos recursos mucho mejores.

[Se dice que] “todo puede probarse con las estadísticas”, pero esto solo es verdad si se utilizan incorrectamente (Capítulo 15)

  Por ejemplo, las “entrevistas de trabajo”, algo tan acostumbrado y valorado, no tienen fiabilidad alguna.

La gran mayoría de las entrevistas de selección son inútiles, y pueden de hecho disminuir las oportunidades de seleccionar al candidato correcto (Capítulo 2)

  Porque nos guiamos por meras apariencias y quedamos en poder de nuestro inconsciente, cuyos tortuosos entresijos se alejan mucho de la razón lógica.

La intuición humana es notoriamente mala (Capítulo 20)

La espontaneidad (…) tiene sus problemas. Si bien admiramos las buenas acciones espontáneas, igualmente desaprobamos las malas que también son espontáneas (Capítulo 23)

  Las falsas creencias a veces han ido unidas a destellos de brillantez intelectual, pero luego se ha comprobado que no por esta asociación de buen gusto dejan de ser falsas creencias.

Hasta hace poco, existía una creencia extendida de que aprender clásicas era un entrenamiento para pensar que subsecuentemente nos capacitaría para afrontar otras cuestiones. Desgraciadamente, la fluidez en latín y griego no ayudarán a ser un físico o incluso un historiador competente. Si uno cree que parte del propósito de la educación es enseñar a la gente a pensar, entonces los métodos de exámenes tanto en Reino Unido como en Estados Unidos son irracionales (Capítulo 23)

  Es decir, si quieres enseñar a pensar de forma lógica, sensata y ponderada, conviene que enseñes a pensar directamente (ciencias sociales, estadística, psicología cognitiva…), y no que enseñes sabiduría clásica…

  Mejor noticia es que el sentido del cumplimiento del deber –del obrero, del estudiante- parece ser de por sí un estímulo suficiente para una actuación eficiente, y que en cambio resulta un prejuicio irracional la idea que generalmente tenemos a ese respecto sobre castigos y recompensas….

Toda la evidencia sugiere que si los trabajadores han de llevar a cabo bien su trabajo, esto puede ser motivado por el orgullo de hacerlo así, no por convencionales palos y zanahorias (Capítulo 8)

  Otra forma de garantizar las actuaciones fiables es el compromiso público:

Cualquier decisión que es anunciada públicamente es más probable que se ejecute que una que sea tomada privadamente (Capítulo 4)

  Y aunque los descubrimientos de Bolwby sobre el apego fueron en general bien aceptados, todavía hay resistencia a creer en otras informaciones acerca de la educación no represiva de los niños.

Estudios en el hogar han demostrado que cuando menos se castiga a un niño, más obediente es tanto en presencia de sus padres como cuando está solo. Además, los niños que son descuidados cuando lloran, lloran más que aquellos cuya madres acude en cuanto los oyen llorar (Capítulo 8)

  Finalmente, una enumeración de los numerosos irracionalismos que afectan nuestros juicios resulta muy útil para estar siempre alerta de nuestros propios errores a la hora de hacer uso de la razón.

  Uno de los primeros y más importantes es que nunca podemos dejar de juzgar.

La incapacidad de poner el juicio en suspenso es una de los aspectos más relevantes de la irracionalidad  (Capítulo 1)

  Y otro por el estilo es el de que, cuando buscamos una solución, nuestro interés inconsciente es finalizar la búsqueda… y no tanto hallar lo buscado

La persona que toma una decisión importante cesa su búsqueda entre las posibles opciones cuando ha encontrado una opción que es “lo suficientemente buena”, pero no necesariamente la óptima (Capítulo 19)

  En general, puede decirse que la mayor parte de los irracionalismos derivan del “error de disponibilidad”: la razón humana busca “la salida fácil”… quizá porque no hay siempre mucho tiempo para llevar a cabo reflexiones bien sólidas.

Juzgar por la primera cosa que viene a la mente es llamado el “error de disponibilidad” (Capítulo 2)

   Y

El efecto [de] ser más fuertemente influenciado por los primeros términos que por los segundos [en una enumeración cualquiera de calificativos] se llama el “error de primacía” (…) El error de primacía puede ser considerado como una forma del error de disponibilidad: los primeros términos están inmediatamente disponibles en nuestras mentes (Capítulo 2)

La mayor parte de la gente (…) no ve que cualquier cosa que es excepcional en una ocasión es probable que revierta hacia el promedio a la próxima (Capítulo 19)

  Esto último se denomina “efecto de reversión al promedio”: nos fijamos siempre en lo extraordinario de tal manera que nos cuesta constatar la realidad proporcionada de las cosas.

  Y algo que todos sabemos pero nunca tenemos lo suficientemente en cuenta:

La autoestima también juega su papel porque nadie gusta de estar equivocado (Capítulo 17)

  No se puede dejar de observar en este mismo libro lo que parecen excesos del escepticismo del autor. Nos fijamos en estos excesos en buena parte siguiendo sus propios consejos.

Los sistemas de ingeniería se están haciendo cada vez más complejos, de ahí que es cada vez más difícil tener en cuenta todas las posibles interacciones entre sus componentes (Capítulo 18)

La estimación de los riesgos por el público es (…) irracional (…) Ha habido muy pocas muertes por la energía nuclear en Occidente donde las plantas nucleares están sujetas a cuidadosa inspección y control (…) El único argumento válido contra la energía nuclear es que su producción puede contener riesgos  más desconocidos que los de la energía fósil (Capítulo 18)

  Esto es falaz. Por un lado, la complejidad de la obra de ingeniería no implica necesariamente su peligrosidad: los accidentes en carretera causan muchas más víctimas que los accidentes aéreos pese a que en el transporte aéreo está implicada una tecnología mucho más compleja; y el problema de la energía nuclear, demostrable, se halla en lo irreversible del peligro de la radiación, como se demostró en Chernóbil, y no tanto en que, en base a su peligrosidad, se tomen o no grandes precauciones para evitar accidentes.

  La razón, correctamente usada, siguiendo la metodología lógica en la medida de lo posible, es nuestra gran aliada. Lo es en todos los aspectos, incluso en nuestra vida emocional y en la realización del más exquisito idealismo social. A veces es fácil descubrir los errores basados en prejuicios y percepciones sesgadas, y otras veces no lo es tanto, pero siempre podemos tenerlos en cuenta.

Lectura de “Irrationality” en PinterandMartin 2007; traducción de idea21

domingo, 5 de enero de 2025

“Entrenamiento de habilidades comunicativas”, 2015. Ian Tuhovsky

   Ian Tuhovsky es un coach, seguidor de la estrategia psicológica PNL, desprestigiada por los psicólogos ortodoxos. Un coach prepara a los ejecutivos para triunfar en la vida competitiva de la gran empresa capitalista. Así, entre otras cosas, prepara a la gente para dar una imagen falsa de sí mismos y de esa forma manipular a sus oponentes. Tuholvsky no es una excepción en esto, pero de su libro, de fácil lectura, pueden extraerse indicaciones útiles y terminologías orientativas porque se centra en criterios prácticos de estrategia conductual, de forma en ocasiones no muy diferente a como puede hacerse en un manual de urbanidad.

En lugar de soltar un «¡Sé bueno!» carente de significado, dile a tu hijo exactamente lo que esperas que haga, como, «Pon los carritos en el estante donde están los otros juguetes». En lugar de decir «¡Compórtate !» , di: «Baja un poco la voz, por favor». No le exijas “motivación” a nadie, porque esto no ofrece ninguna solución y no apunta a nada en particular. En su lugar, podrías decirle a alguien que enderece la espalda, hable más alto y comparta un objetivo o situación específica que le entusiasme. Todo lo que digas debe ser formulado con precisión  (Capítulo 3)

La comunicación efectiva es una de las habilidades más importantes en la vida, pero no la enseñan en la escuela. (Introducción)

Debes asegurarte de que la información que estás enviando sea la misma que recibe el receptor. (Parte I) Introducción

  En un diálogo constructivo y enriquecedor buscar fórmulas decisivas, esclarecedoras, bien definidas y precisas nos puede ayudar mucho a aislar las causas del desacuerdo (y no tanto por el efecto momentáneo que puedan causar). Citar ejemplos, referencias de prestigio o recurrir a arbitrajes va en el sentido argumentativo y constructivo de intercambio y cooperación. Igualmente, cuando hay una confrontación, es vital aislar el núcleo de la disensión para contar con una visión clara de cuál es el problema real.

Regla de la comunicación consciente: describe siempre hechos mensurables en lugar de tratar de leerle la mente a los demás. (Capítulo 3)

Nuestro cerebro no reconoce realmente las negaciones: la propuesta de no pensar en un elefante rosado terminará en fracaso, porque lo que oyes (a pesar de la negación) será procesado por el cerebro de todos modos. Así que si alguien te dice: «No es mi intención molestarte, pero...» sabrás que lo más probable es que su intención es molestarte. En lugar de decirle a tu empleado: «No le respondas a los clientes de esa forma», explícale exactamente cómo quieres que responda. (…) Lo que dices debe ser formulado positivamente. (Capítulo 3)

  Expresarse con precisión coincide con lo que nos trae a la cabeza la idea de “comunicación efectiva”. Es un apunte valioso y puede guiarnos hacia relaciones humanas más sinceras y profundas. Sin embargo, el autor otras veces no es tan preciso a la hora de señalar la comunicación realmente efectiva.

¿Alguna vez has considerado cuántas veces sentiste de forma intuitiva que quizá perdiste algo importante o crucial simplemente porque, sin saberlo, dijiste o hiciste algo que desanimó a los demás?   ¿Tal vez se debió a la palabra incorrecta , un mal planteamiento, una broma inapropiada, un nombre olvidado , un gran malentendido, una conversación incómoda o un tono extraño en tu voz?  (Introducción)

   Esto es muy cierto, como todos podemos experimentar en la vida en numerosas ocasiones. Ahora bien, aquí el problema no está tanto en la persona que, de manera natural, puede no tener a mano la frase o concepto adecuado… el problema reside en un entorno social que valora una “falta” tan insignificante, donde pesan más las apariencias que la realidad efectiva.

   El autor, lógicamente, aborda la realidad social tal como está… incluyendo la lucha competitiva dentro del mundo de la empresa en el que se mueve (y a lo largo del libro demostrará que la falsedad, la intimidación y la manipulación también son estrategias que él favorece), pero si abordamos la cuestión desde el punto de vista de la mejora de las relaciones humanas, encontramos que, precisamente, el que se valoren tales faltas demuestra lo defectuoso del medio social convencional. Si el autor nos señala, a veces, un ideal de relaciones conductuales auténticas y sinceras, no está de más señalar lo inauténtico e irracional del medio en el que tenemos que actuar.

  Así, se nos presenta que, por un lado, la empatía nos puede resultar útil, pero, por el otro, que no hemos de contar con ella en el trato con los demás. Cometer un error superficial puede tener fatales consecuencias y sin embargo eso no ha de ser así cuando eres tú quien responde a los actos ajenos. 

Intenta ponerte en el lugar o la situación de tu interlocutor y reflexiona sobre cómo te sentirías si te sucediera algo similar.  (Capítulo 6)

Dale a tu interlocutor la oportunidad de expresar sus creencias, aún si son muy diferentes a las tuyas. No muestres desaprobación de forma moralista, como «No está mal, pero yo a tu edad...» (Capítulo 6)

  Estas son aproximaciones válidas a una mejora de las relaciones humanas, muy en la línea de la “urbanidad”. En general, la urbanidad se concebía como una forma de mostrar consideración con el semejante, lo que extendería el agrado y la confianza, pero esta mera cortesía contiene un mensaje más profundo de empatía y benevolencia.

Al cambiar tu forma de expresarte habitúas a tu cerebro (…)  Cambiar tus patrones verbales también cambia tus patrones mentales. (Capítulo 9)

Lo más importante, tus creencias acerca del mundo. Estas construyen la forma en que ves el mundo, tu propia vida, las oportunidades y las relaciones con otras personas. Si crees que el mundo es un lugar cruel y traicionero, te comportarás como si esa fuese la única verdad absoluta. Eso te acarreará muchas emociones y experiencias desagradables. Si crees que el mundo es un lugar maravilloso y lleno de personas amables, tus pensamientos, tus emociones, tu diálogo interno, tus relaciones y tu vida entera serán completamente diferentes. (Capítulo 1)

  Y he ahí lo positivo de todo lo que supone una reflexión consecuente acerca de lo que es el comportamiento mutuo que favorece la cooperación.

La compenetración es la habilidad de relacionar el lenguaje corporal y el tono de voz con los de la persona con quien te estás comunicando. Hasta cierto punto, se trata de imitar el comportamiento de tu interlocutor. (Capítulo 14)

Los objetivos pueden ser diferentes: acercarte a la otra persona, ganar su confianza, consolar a la persona o intercambiar puntos de vista, entre muchos otros. Cualquiera que sea el objetivo, la compenetración te ayudará a lograrlo al establecer un mejor contacto con otras personas. Crear armonía y concordancia de forma efectiva es algo hermoso y, además, brinda grandes beneficios para ambas partes en el proceso de comunicación. (Capítulo 14)

  Claro está que, en este último caso, se presenta la “compenetración” como un mecanismo manipulador, en la que se imita un comportamiento que no es propio... pero también podemos interpretar esta estrategia como una forma de establecer un mejor contacto con otras personas   algo que favorece mucho la confianza y la benevolencia.

   Algunas estrategias son desacertadas

El mundo de las metáforas es realmente fascinante y te exhorto a comenzar a descubrirlo. El dominio de esta estructura lingüística particular durante las conversaciones conduce la comunicación hacia un nivel totalmente nuevo. (Capítulo 15)

Si quieres agradarle más a alguien, pídele que te ayude con alguna pequeña tarea.(…) Cuando expresas estos sentimientos, provocas emociones positivas en los demás y los haces sentirse necesitados (Capítulo 9)

   Lo manipulativo, lo que se obra con “segunda intención” es lo contrario de la comunicación precisa y directa que también se promueve. Lo mismo en cuanto a la ambigüedad de metáforas, refranes o frases hechas…

 Otras estrategias, en cambio, parecen acertadas

Contraejemplos. Encuentra un ejemplo concreto que anule una creencia. (Capítulo 10)

  La formulación positiva y consciente del lenguaje podría englobarse dentro de una estrategia general de relaciones humanas constructivas y, por tanto, no agresivas. Y lo agresivo lo encontramos en toda estrategia comunicativa donde prime el prejuicio y se elimine una benévola “presunción de inocencia” con respecto a los actos ajenos.

Si eres propenso a juzgar a los demás, es posible que tengas una tendencia a interpretar los mensajes de tus interlocutores a través de filtros mentales de estereotipos o de tus propias creencias y experiencias. (Capítulo 6)

Los mensajes con doble significado, en los que el contenido expresado difiere de las verdaderas intenciones del orador, disminuyen el nivel de confianza de un interlocutor adulto y la mayoría de los niños no los entienden. Y, ya que es imposible construir una relación si no hay confianza, cuanto más directos sean tus mensajes, mayor será la probabilidad de que lo que deseas transmitir sea recibido de manera adecuada y positiva. Por supuesto que al decir “directo” no me refiero a ser hostil o tajante. Deben tomarse en consideración la corrección social, la inteligencia emocional , la empatía y la sensibilidad. [Hay que] decir directamente lo que quieres comunicar. (Capítulo 3)

   No a la ironía, a la ambigüedad, a la ocultación deliberada… todo lo cual expresa agresión y antisocialidad. Por desgracia, tales hábitos de conducta están arraigados en nuestros hábitos convencionales. Pero pueden corregirse.

  El autor nos da ejemplos de algunas formulaciones agresivas evitables.

[La frase hecha de] «tenemos que hablar». (…) crea una gran tensión innecesaria, incluso antes de que la conversación dé inicio.  (Capítulo 9)

 Las contradicciones de un coach que prepara individuos para el éxito profesional en una sociedad competitiva son inevitables, pero el realismo de las estrategias de comportamiento es del mayor interés si queremos mejorar las relaciones humanas en un sentido prosocial. Es un acierto comprender que los conflictos humanos no son tanto sobre “ideas”, sino sobre creencias relacionadas con el comportamiento.

Puedes cambiar tus creencias acerca del mundo que te rodea y de los demás. Incluso puedes cambiar tus valores profundamente arraigados y tu declaración personal. Estos ajustes causan los más grandes y más profundos cambios en tus emociones, hábitos y conductas comunicativas. Te permiten llegar a lo más profundo de tu conciencia y realizar una verdadera transformación. En lugar de cambiar un comportamiento en particular puedes comenzar por cambiar tus creencias. (Capítulo 1)

  Esto viene a decir que el comportamiento mismo puede llegar a ser una creencia si somos capaces de formularlo como tal (¿no es un poco esto a lo que se refiere la “ética de las virtudes”?). Un ideal de comportamiento, en el fondo, es a lo que lleva el comportamiento religioso, que es el mecanismo ancestral más profundo para el cambio moral.

Cada emoción es el resultado de nuestros pensamientos. La causa de cada estado emocional reside en nuestra forma de pensar. Este es uno de los supuestos básicos de la terapia cognitivo-conductual. (Capítulo 4)

 No tenemos aún “coaches” para el perfeccionismo moral… porque ni siquiera contamos aún con un ideario conductual de perfeccionismo moral. Pero, al menos, sabemos que, para cuando exista, contaremos con medios para emprender su realización en un estilo de vida no agresivo, prosocial y, con ello, más propiamente “humano”.

Lectura de “Entrenamiento de habilidades comunicativas” en Ian Tuhovsky Amazon 2019; traducción de Paola Hernández