lunes, 15 de septiembre de 2014

“El animal cultural”, 2005. Roy Baumeister

  El psicólogo social Roy Baumeister es el autor de este libro que contiene sus conclusiones de muchos años de recabar datos acerca de las peculiaridades de la naturaleza humana. Otro libro más sobre el tema. Y de los buenos.

Mi propósito es ofrecer una explicación de la naturaleza humana tal como se revela en los estudios de psicología.(…) La meta de este libro no es probar que la gente ha evolucionado para la participación cultural, sino más bien usar esta asunción como un poderoso marco explicativo que nos proporcione una visión integrada de la psicología social y el funcionamiento humano real.

  Primero hay que definir qué es exactamente la “cultura”, y en qué medida la cultura determina la condición humana.

Definimos cultura como un sistema socialmente organizado basado en la información.

La cultura está hecha de significado. Es solo mediante el uso de significado que se puede almacenar y comunicar información más allá de los simples hechos del aquí y ahora.

La esencia del significado es la conexión. El significado conecta cosas. El concepto “flor” conecta un amplio surtido de plantas.(…) El significado permite a la gente representar posibilidades y circunstancias más allá de su entorno inmediato.(…)  Determinar distinciones es otro aspecto del significado.

Los significados (símbolos, creencias, leyes, y más) proporcionan estructura y guía, y en consecuencia ayudan a organizar el comportamiento.

A fin de que los seres humanos sean animales culturales, la naturaleza tuvo que cambiar el sistema de generación del comportamiento a fin de hacerlo receptivo a los significados. 

El alcance de una profunda comprensión de principios abstractos no tiene aparente paralelo en el mundo animal.

  Esta capacidad de la mente humana está necesariamente vinculada al mundo emocional, es decir, al mundo de la voluntad y las acciones compulsivas

Las emociones son un cómodo y eficiente sistema para tomar decisiones complejas. La naturaleza nos ha dado una manera de elegir entre opciones múltiples y diversas que difieren en demasiadas direcciones para hacer del análisis racional una guía fiable. Sin la pulsión emocional, el animal cultural quedaría inmovilizado por todo tipo de dilemas.

Las reacciones emocionales son fuertes indicaciones de que alguna motivación es altamente relevante con respecto a lo que está sucediendo. Las emociones mantienen la atención centrada en estas importantes cuestiones y así se continúa pensando en ellas. (…) Las emociones también aprestan el cuerpo para la acción

El papel de la cultura y la sociedad no es crear las emociones sino restringirlas o alentarlas.

La cultura puede modelar el comportamiento de la gente si se les enseña a sentirse bien o mal cuando se llevan a cabo determinadas acciones particulares. La gente actuará así para evitar malas emociones y en lo posible alcanzar emociones agradables.

  Así pues, el ser humano sería un ser social (como las hormigas, puesto que en éstas también se da el reparto de funciones dentro de una organización encaminada al bien común) que tiene la peculiaridad de obrar en base a motivaciones emocionales determinadas por el significado. La capacidad de abstraer significados de la observación del entorno no puede hacerse sin una inteligencia de la que carecen seres sociales del tipo de las hormigas…

A medida que la naturaleza va seleccionando a seres cada vez más sociales, se alcanza el punto en el cual los primeros rasgos de cultura se hacen posibles.

La gente, a diferencia de la mayor parte de los animales, puede liberarse de su entorno inmediato y puede planear, imaginar, analizar y tratar de forma diferente información  relativa a otros lugares y tiempos.

Encontrar patrones en el mundo incrementa nuestra habilidad para predecir lo que sucederá, lo cual es bastante útil y puede ser incluso más valioso como una ayuda para ejercer control. Si no pudiéramos ver los patrones, todo nos sorprendería todo el tiempo. 

La inteligencia es considerada como la mayor herramienta psicológica para cualquier fin (rivalizando solo, quizá, con el autocontrol) (…) El lenguaje y la cultura ofrecen inmensas ventajas, pero una criatura ha de tener suficiente complejidad cerebral para apreciarlas y usarlas, de la misma forma que un computador ha de tener ciertas capacidades de procesado antes de que pueda desenvolverse en Internet.

El razonamiento está constreñido por las reglas de la lógica, las cuales no son inventadas por cerebros individuales sino que son descubiertas y aprendidas como si fuesen hechos objetivos. (…) La mayor parte del pensamiento complejo yace en el lenguaje y el significado. Los pensamientos no son enteramente creados dentro del cerebro humano. En lugar de eso, implican sistemas de conceptos que son compartidos a lo largo de la comunidad cultural, y el mismo conjunto básico de conceptos puede hallarse con solo variaciones menores en cada lenguaje y cada cultura. 

El poder del lenguaje para combinar conceptos hizo posible crear un espacio mental de procesamiento capaz de integrar muchas ideas al mismo tiempo.

  A nivel práctico, la gran ventaja es que

los animales culturales se distancian de los que son meramente sociales a partir de la disyuntiva de si el progreso puede o no ser acumulado a lo largo de generaciones.

  Sin embargo, estas cualidades del pensamiento cultural (la extracción de significados, su memoria y su transmisión) tiene también ciertas consecuencias que podríamos considerar a modo de “efectos colaterales indeseados”

La tendencia humana para hallar conexiones y patrones donde no existían previamente es una base importante para la superstición y el pensamiento mágico.

Frecuentemente la realidad que yace tras la apariencia existe en un continuum, pero la gente piensa de todas maneras en dicotomías.

  A primera vista, lo más espectacular son las consecuencias prácticas, económicas, de la forma de vida cultural

Los economistas saben que el comercio incrementa la riqueza, y que la división del trabajo incrementa la productividad. Los historiadores, sociólogos y científicos ven cómo se acumula el conocimiento en una cultura, y en consecuencia se produce progreso económico –algo que no se conoce y que no es imaginable en los animales no culturales. En consecuencia, ser parte de un sistema capacita a la gente a producir más  y a vivir mejor que la gente que vive sola. Estos beneficios pueden ser medidos en términos de supervivencia y reproducción.

  Eso no quiere decir que la cultura surgiera para solucionar los problemas económicos de ciertos homínidos. En realidad, no está demostrado que el aumento de la inteligencia y la aparición de la cultura hayan obedecido a causas económicas.

El ser cultural es una extensión del ser social

La psique humana surgió a causa de que la selección natural ha rediseñado la psique de los primates para hacerla más hábil a fin de vivir en una sociedad con cultura.

Resolver problemas físicos puede haber sido una pequeña ganancia de tener el cerebro más grande, pero el principal propósito del cerebro es la vida social.(…) El vínculo entre la evolución del cerebro y el resolver problemas físicos es indirecto.

El propósito del cerebro de gran tamaño es permitir el máximo aprendizaje social

  Si somos seres sociales hasta el punto de convertirnos en seres culturales y si estas características únicas de ser a la vez sociales y culturales nos llevan a un sorprendente desarrollo económico (tecnológico) ¿el saber esto nos permite especular con algún acierto acerca de lo que nos espera en el futuro? Siempre hemos de tener en cuenta, junto con su enorme trascendencia, las limitaciones de la cultura. Por ser animales culturales no dejamos también de ser animales con todas sus consecuencias.

La cultura no puede crear motivaciones de la nada, y así, la cultura ha de trabajar con la materia prima de la naturaleza humana.

Si la cultura pudiera modelar a la gente casi hasta formas ilimitadas, entonces el comunismo no habría sido tal fracaso colosal.

  De todos los condicionamientos propios de nuestra naturaleza animal, el que parece el mayor obstáculo para el progreso es la agresividad.

En los seres puramente sociales, tales como los lobos, la agresividad es una forma de solucionar disputas y organizar una jerarquía de grupo efectiva e incluso estándar. La agresión es mucho menos efectiva y mucho menos aceptada en la cultura. En este sentido, la agresión humana es un resto de nuestro pasado evolutivo como seres sociales.

La agresión es motivada por la naturaleza y es restringida por la cultura.(…) La influencia más fuerte de la cultura sobre la agresión ha sido limitar y restringir la agresión.

La agresión podría estar basada en tendencias innatas, pero no parece surgir desde dentro de uno de la misma manera que el hambre parece hacerlo. (…) La gente está programada para tener el impulso de luchar bajo ciertas condiciones. La diferencia crucial es que, a pesar de tener tendencias agresivas innatas, una persona puede en teoría vivir toda su vida sin nunca comportarse agresivamente

  Así pues, si bien la cultura no puede “modelar a la gente casi hasta formas ilimitadas”, la evidencia histórica nos demuestra que, de todas formas, sí que es capaz de realizar sorprendentes mejoras con respecto a los comportamientos innatos del Homo Sapiens en “estado de naturaleza”

El patrón de ganancias a corto plazo y costes a largo plazo es considerado una de las cosas que la cultura específicamente pretende disminuir.

  Recordemos que las ganancias a corto plazo son la principal motivación económica de la agresión. También es el mecanismo psicológico habitual en los delincuentes…

La naturaleza hace egoístas a todas las criaturas, pero la cultura funciona mejor si la gente quiere a veces poner aparte sus intereses e impulsos egoístas a fin de hacer aquello que es mejor para todos, esto es, para el colectivo. Para llevar a cabo esto, la cultura encuentra una estrategia efectiva de alterar la forma de las motivaciones de la gente, a fin de que quiera hacerse lo que beneficia al sistema cultural.

   Es decir, en el progreso cultural se promueven las satisfacciones materiales a largo plazo (propias de las sociedades complejas) a la vez que se promueven satisfacciones emocionales no egoístas a corto plazo (las satisfacciones emocionales obedecen a las motivaciones) que son compatibles con el beneficio mutuo.

   Siempre hay una gran dificultad en producir bienes materiales para todos a corto plazo, dado su coste, pero, si se diseña hábilmente su producción, los bienes emocionales sí pueden llegar a ser de un coste material muy bajo, de manera que puedan gozarse de forma inmediata (“el hombre feliz no tenía camisa”). La obtención de bienes emocionales a corto plazo y a bajo coste podría compensar la escasez de bienes materiales a corto plazo, y permitir entonces la puesta en marcha de proyectos de cooperación necesaria para que también tenga lugar la producción de gran cantidad (prácticamente infinita) de bienes materiales a largo plazo.

   La mejor fórmula cultural sería, por tanto, la extensión del altruismo como motivación, de modo que el mayor número posible de individuos obtuviesen beneficios emocionales a corto plazo a la vez que emprendieran una cooperación eficaz a largo plazo gracias a una gran confianza mutua. Todos confiamos en los individuos altruistas y por ello todos estamos dispuestos a cooperar con ellos… excepto los tramposos que eligen aprovecharse… pero tales individuos no son los que gustan de los beneficios emocionales propios del altruismo, no están motivados por ellos… y es esta distinción (la promoción de motivaciones) el factor esencial del mecanismo de los cambios culturales.

  El hecho es que un conjunto de pautas culturales basadas en el comportamiento altruista podría partir de cierta base en la naturaleza humana, pues el altruismo, al igual que el egoísmo y la agresión, también está en nuestros genes. La motivación altruista es un hecho.

Muchas personas obtienen satisfacción de ayudar a otros, y de hecho el ayudar se incrementa cuando la gente se siente mal, en parte porque la gente parece mostrarse generosa basándose en la expectativa de que ayudar les hará sentirse mejor. 

Una persona con un alto deseo de poder puede disfrutar al dar dinero a una familia en apuros simplemente porque le satisface cuánto ella es capaz de cambiar la vida de esa familia.

En un experimento, la gente a la que se le indujo a tomar responsabilidad para sí mismos y para algunas plantas en una maceta se convirtieron en más activos, y estas ganancias vinieron acompañadas por mayores sentimientos de felicidad y alerta. Más importante: reaccionaron mejor con respecto a la salud.(…) Tener control puede conducir a una mejor salud y una vida más prolongada. Incluso las ilusiones de control pueden proporcionar beneficios en la salud
  
El hecho crucial es que la gente realmente se siente mejor ayudando a la gente. Eso es un aspecto positivo de la naturaleza humana. Estamos construidos psicológicamente de una manera en la cual encontramos satisfactorio y agradable ayudar a los otros.

  La manifestación del altruismo (al igual que sucede con el egoísmo y la agresión) depende tanto del particular temperamento de cada individuo (que sean más o menos altruistas, sensibles, empáticos "de nacimiento", o bien egoístas, tramposos o hasta psicópatas) como de las circunstancias también particulares de cada entorno social. Y entre estas circunstancias del entorno hemos de contar con el diseño cultural de la sociedad particular en la que se vive (una sociedad que promueva los buenos momentos emotivos del altruismo como motivación o, por el contrario, una que promueva las gratificaciones materiales a corto plazo propias del egoísmo).

  El estímulo para la satisfacción de los instintos altruistas podría beneficiarnos enormemente en el futuro, más aún de lo que nos beneficia hoy, pero, de momento, el control del comportamiento por el bien común en una sociedad cultural posee otros mecanismos aparte de la promoción del altruismo, y estos otros mecanismos puede que nos sean más familiares.

El desarrollo de la moralidad depende de la culpa, y la culpa está fuertemente vinculada a las relaciones de proximidad.

La culpa tiene una mala reputación en nuestra sociedad porque la gente no quiere sentirse culpable, pero una amplia reducción en la disposición a sentirse culpable sería desastrosa para la armonía social. No querrías tener un amante, un jefe o un compañero de habitación sin sentido de culpa.

  La moralidad toma diversas formas a lo largo del desarrollo cultural. De hecho, es una de las manifestaciones más características del progreso cultural. Atenernos a la moralidad motiva buena parte de nuestros actos.

La gente confía en sus intuiciones para hacer juicios morales, y aprenden razonamiento moral a fin de defender sus acciones frente a los otros. En consecuencia, el razonamiento moral puede usarse para enseñar o influenciar a otros, llevando quizá a cambios del comportamiento moral en el futuro. El juicio moral debería ser estudiado como un proceso interpersonal.

  Es decir: nos guiamos por la moral intuitivamente, en buena parte dependiendo del condicionamiento cultural del entorno, pero somos capaces también de desarrollar razonamiento ético por nuestra cuenta que a la larga (si tales elaboraciones razonadas son compartidas y puestas en práctica en común) podría llevar a cambios morales en la sociedad.

  Si consideramos el registro histórico, parece que acaba predominando el poder de las ideas: formas de significado innovadoras que son costosamente elaboradas a lo largo de la evolución cultural hasta el punto de funcionar efectivamente como motivaciones y en la que los individuos van participando consciente o inconscientemente a lo largo del proceso histórico. Las ideas o ideologías sociales (la libertad, la caridad, el socialismo…), una vez arraigadas en las mentes de los individuos gracias a la cultura, pueden lograr o no cambios en el comportamiento que favorezcan la confianza y la cooperación.

  En su libro, Roy Baumeister nos informa también de algunas realidades de la psicología humana que no son fácilmente apreciables. Por ejemplo, acerca del comportamiento sexual femenino

La plasticidad erótica no está distribuida de forma igualitaria; aparece una abrumadora diferencia de género. Las mujeres exceden enormemente a los hombres en su plasticidad erótica.

  Esto quiere decir que

La sexualidad femenina cambia su forma más fácilmente como función de las influencias culturales y sociales. Por ejemplo, las parejas de los hombres altamente educados no son muy diferentes de las de los hombres con menos educación, pero las parejas de las mujeres altamente educadas son muy diferentes de las de las mujeres ineducadas.(…) Los factores culturales como la educación y la religión afectan la sexualidad de las mujeres mucho más que a los hombres.

Casi todas las mediciones en los estudios psicológicos describen a los hombres como los que tienen una motivación sexual más fuerte.

Las mujeres en particular parecen capaces de tolerar muchos meses e incluso años de abstinencia sexual incluyendo ausencia de masturbación, sin ningún signo visible de inquietud o daño.

  Y sobre los deseos humanos sexuales o perversos en general…

Hay muchos patrones que parecen encajar con el principio paradójico de que más satisfacción conduce a más deseo. Algunas personas experimentan que sus deseos sexuales crecen más frecuente e intensamente durante periodos en los que tienen mucho sexo, mientras que durante periodos de abstinencia sexual el sexo parece perder importancia. La agresión también parece convertirse en un hábito que se va formando para algunos, mientras que la gente que no se implica en actividad agresiva no la echa de menos. (…) El ascetismo religioso podría en consecuencia tener una base psicológica válida.

La gente puede vivir vidas plenas, saludables y felices sin sexo, y algunos lo hacen. Si el sexo fuese una necesidad, entonces la gente que no tiene sexo (o los que no tienen bastante) mostrarían alguna clase de efecto patológico, tal como una enfermedad. Pero la investigación no ha encontrado todavía ninguna enfermedad que sea prevenida mediante la masturbación o el coito.

La gente desea el sexo por sí mismo, pero la violencia se hace normalmente como un medio para obtener algún fin. Esto no niega que la agresión pueda tener una base innata, pero sí dice que vincular la agresión a alguna tendencia genética o biológica no explica suficientemente la agresión real.

  Por lo tanto, no podemos caer en el simplismo de “rendirnos a los instintos”. Sabemos que muchos de los deseos humanos más antisociales pueden ser vencidos y manipulados, que el que sean innatos no los hace necesariamente incontrolables, y también sabemos que los deseos más prosociales (como el altruismo) pueden expandirse hasta límites aún desconocidos. Puede incluso que, en cierto modo, Roy Baumeister se precipite al tomar el ejemplo del comunismo:

Si la cultura pudiera modelar a la gente casi hasta formas ilimitadas, entonces el comunismo no habría sido tal fracaso colosal.

   El fracaso del comunismo no niega el hecho de que la capacidad cooperativa del ser humano civilizado actual es muy superior a la que se daba durante el paleolítico o el neolítico, así que, al fin y al cabo, la cultura sí que ha modelado al hombre actual de forma efectiva (lo que no quiere decir tampoco que se pueda llegar a hacer esto hasta alcanzar "formas ilimitadas"). Un particular método de reforma cultural planificada, el comunista, demostró su fracaso (probablemente porque era un sistema basado en los cambios políticos, coercitivos), pero eso no quiere decir que no puedan darse métodos mejores. Porque el hecho es que el ser humano, el animal cultural, cuenta demostradamente con grandes recursos para cambiarse a sí mismo.

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