Para un estudioso del comportamiento humano (por ejemplo, para un antropólogo, como Evans-Pritchard) lo más importante de la religión no es su definición, sino su función. No tanto qué es, sino para qué sirve y cómo se desarrolla de acuerdo con las necesidades humanas.
La religión contribuye a la cohesión social y da confianza a los hombres en sí mismos. Para el antropólogo lo más importante es cómo las creencias y prácticas religiosas afectan en cualquier sociedad al espíritu, a los sentimientos, las vidas y las relaciones mutuas. Para el antropólogo, la religión es lo que la religión hace.
Incluso para los dogmáticos predicadores de una religión en particular, si eran suficientemente inteligentes, se hacía ver que, verdadera o no, todos los pueblos conocían la religión
Según San Agustín: “Lo que ahora se llama religión cristiana ha existido entre los antiguos, y no faltaba desde el comienzo de la raza humana, antes de que Cristo se hiciera carne: a partir de entonces la verdadera religión, que ya existía, comenzó a recibir el nombre de cristianismo”. Confesiones, I, 13
Esto nos puede dar un comienzo acerca del objeto de este libro: las teorías acerca de la religión. Tras el reconocimiento de la religión cómo fenómeno trascendente del ser humano universal, no será hasta el siglo XIX que comience, con la antropología, el estudio científico de su naturaleza y origen. Aquí aparecen algunos venerables nombres propios.
La definición de religión según Tylor era “creencia en seres espirituales”. Fue Tylor el inventor del término “animismo”, que se refiere tanto a las creencias en el alma humana como en atribuir vida espiritual a todos los objetos. Spencer atribuía el origen de las creencias en el alma en la percepción de la dualidad en la naturaleza (existencia material/existencia espiritual), Tylor en las vivencias de los sueños. La escuela alemana de la teoría del mito natural en el origen de la religión partía de considerar que los primitivos habían divinizado los fenómenos de la naturaleza, como el sol o la lluvia. Esta posición la defendía Max Müller. Müller, que era creyente, consideraba que la grandeza natural dio a los primitivos una idea acerca de lo infinito. Las observaciones de Frazer y otros acerca de que los pueblos primitivos tienen magia pero no religión se contradicen con la observación de que los primitivos australianos tienen creencias concretas acerca de dioses y espíritus. Para Durkheim, la religión es un sistema de ideas por el que los individuos se representan la sociedad a la que pertenecen y sus relaciones con ella. Según Bergson la religión hace para los hombres lo que el instinto para los animales, ayudando a la inteligencia de aquéllos por la via de contraponer a ella, en las situaciones críticas, representaciones intelectuales. Así, la religión no es fruto del miedo, sino un modo de afirmación y un seguro contra el miedo. Es fruto de un apremio de los instintos. Una reacción defensiva de la naturaleza frente al poder disolvente de la inteligencia. La teoría de Malinowski sobre la religión y la magia pudo haberse extraído directamente de las páginas de William James, como en realidad tal vez sucediera: la religión es válida, e incluso verdadera en el sentido pragmático de verdad, si sirve a la finalidad de dar consuelo y sensación de seguridad, ánimo, alivio y reafirmación.; es decir, si proceden de ella consecuencias útiles para la vida.
Y tras conocer estas nociones acerca de las primeras teorías de la ciencia social sobre el origen de la religión, podemos adentrarnos en algunos de los rasgos más característicos de este fenómeno del que no se ha excluido pueblo alguno que se haya hallado en el mundo.
La religión es obligatoria. Aparte de sus mandatos positivos y negativos, el mero hecho de que la religión sea general en una sociedad dada significa que es obligatoria, incluso si no es coercitiva; un hombre no tiene más opción que aceptar aquello a que todos dan su aprobación, porque no tiene elección, como no la tiene con la lengua que habla. Incluso si fuera un escéptico, sólo podría expresar sus dudas en los términos de las creencias que sostienen todos los que le rodean. La religión no es un epifenómeno de la sociedad, como los marxistas la consideran. Una vez que la acción colectiva le ha dado existencia, la religión gana un grado de autonomía, y prolifera en toda suerte de vías que no pueden ser explicadas por referencia a la estructura social de la que ha nacido, sino sólo en términos de otros fenómenos religiosos y sociales en un sistema que le es absolutamente propio.
Uno de los principales tratadistas del origen de las religiones fue sin duda Emile Durkheim, cuyos hallazgos han perdurado más que los de otros contemporáneos suyos
Para Durkheim, las representaciones que expresan la naturaleza de las cosas sagradas son la religión, y los ritos son las reglas de conducta que prescriben cómo se puede comportar un hombre en presencia de objetos sagrados. Lo sagrado está aislado por prohibiciones, por tabús, y las cosas profanas son aquellas a las que se aplican tales prohibiciones. Estas definiciones abarcan tanto la magia como la religión. La iglesia sería una comunidad moral que se une mediante creencias y prácticas. El totemismo puede ser considerado como una religión: está vallado con tabús y es una manifestación de grupo.
Durkheim llegó a considerar el totemismo como la religión primigenia. Probablemente exageraba a este respecto, pero su análisis general sobre este tipo de religión primitiva merece ser tenido en cuenta aún hoy
Para Durkheim el totemismo es una especie de dios impersonal inmanente en el mundo y difundido por una innumerable multitud de cosas, que corresponden al mana y a otras ideas similares propias de los pueblos primitivos. Los australianos primitivos lo conciben no en su forma abstracta sino bajo la de un animal o planta, el tótem, que es la forma material bajo la cual la imaginación representa esta sustancia inmaterial. El dios del clan, el principio totémico, a veces puede ser nada más que el propio clan, personificado y representado a la imaginación bajo la forma visible del animal o vegetal que sirve como tótem. (…) La idea de alma procede de que el cuerpo obedece a la ley natural y el espíritu está constreñido por el imperativo social. El ser humano está hecho de dos partes distintas que se oponen entre sí, como lo sagrado se opone a lo profano.
La dualidad alma/cuerpo, barbarie/civilización, cultura/instinto es encarnada, pues, para los pueblos primitivos en la dualidad sagrado/profano. No somos tan diferentes. En la visión de Durkheim es fundamental su distanciamiento de las creencias en lo sobrenatural, fijándose más bien en la necesidad social de la religión. Esto es muy importante porque crea una distinción clara entre política y religión, hasta el punto de que Durkheim, que no conoció los regímenes marxistas, con su ideología casi eclesiástica, señala esta distinción con respecto al más claro precedente de los movimientos socialistas de lucha de clases
Durkheim afirmó que si bien la religión en sentido espiritual estaba condenada a la extinción, una colectividad secularizada podía producir ideas y sentimientos dotados de función análoga; en apoyo de su opinión mencionó la Revolución Francesa y su culto a los valores republicanos. Una religión secularizada de tipo humanista. En lo fundamental, Durkheim remite un hecho social a la psicología de las multitudes, pues considera que la emoción de las ceremonias grupales es lo que lleva a la creencia religiosa.
Así pues, la religión cumple una función social al transmitir determinados estados emocionales que caracterizan el carácter de un pueblo, todo ello con la finalidad de favorecer su cohesión. Pero ¿cómo opera este poderoso sistema ideológico en el individuo?
Uno de los fundamentos psicológicos de la religión es la eliminación de uno mismo, la negación de la individualidad, desprovista de sentido o incluso de existencia salvo en cuanto parte de algo superior al yo y distinto de él. En general, se considera que en la religión hay dos elementos indisociables: el ritual, la costumbre, la acción colectiva, y el mito o la teología, representación del estado afectivo de la colectividad, de la consciencia colectiva.
Evans-Pritchard, en su libro, aborda también diversas visiones particulares acerca del comportamiento religioso. Una muy interesante es la de Levy-Bruhl
Para Levy-Bruhl, los primitivos tendrían diferentes representaciones colectivas, aludiendo con esta expresión a ideas, nociones o creencias. Las nuestras serían críticas y científicas, y las del primitivo místicas (relativas a lo sobrenatural). El concepto domina a la sensación y le impone su imagen. El hombre primitivo ve un objeto igual que nosotros, pero lo percibe de distinto modo, la idea mística del objeto se interpone entre él y el objeto. Nosotros también percibimos en el objeto la representación colectiva de nuestra cultura, pero en la medida en que esta concuerda con los rasgos objetivos del objeto, lo percibimos objetivamente.
Es decir, lo que se discute es si la capacidad intelectual misma del ser humano se ve afectada por una determinada visión religiosa. Parece, sin embargo, que investigaciones más profundas han demostrado que esto no es exactamente así. Con todo, sí es cierto que la ideología religiosa da mayor importancia a una visión ilógica o emocional, y que esto es lo que caracteriza determinadas culturas
Levy-Bruhl y Pareto coinciden en que los hombres no se preocupan por la validez lógica de sus premisas religiosas, lo que les importa son los sentimientos y valores y su propia lógica de efectividad social a nivel de presentaciones colectivas.
Más ideas acerca del mecanismo psicológico de las religiones a lo largo de la historia:
Según Pareto, en toda sociedad hay “residuos” (podría equivaler esto a “sentimientos”), de los cuales algunos contribuyen a la estabilidad social y otros al cambio.(...) Los sentimientos se expresan en la conducta y en las “derivaciones” (ideologías o racionalizaciones). Según Herbert Spencer, lo que rige el mundo son los sentimientos, y no las ideas. Existiría primero la creencia instintiva en la eficacia de un rito, y luego surgiría una doctrina para justificar esto. Según Pareto, el sentimiento es lo que motiva la acción, y la sociedad humana progresa por aspirar al ideal. La investigación experimental da el material que necesita la acción del sentimiento. El sentimiento se adapta poco a poco a las circunstancias exteriores gracias a la investigación experimental.
En conjunto, el papel de la religión en la historia humana es positivo: antes de que apareciera la ciencia, antes de que la racionalidad fuera finalmente comprendida como un medio para mejorar la condición humana, la religión permitió el desarrollo de ideas, concepciones del mundo y patrones de conducta colectivos
La religión ha subsistido y su papel social se ha ido haciendo cada vez más abarcador, al afectar a gentes cada vez más distantes en vez de, como en las sociedades primitivas, a personas unidas por lazos familiares y que participan en actividades colectivas. Para Weber, la religión no es por sí misma irracional. El puritanismo, la apologética y la casuística son racionales. Las doctrinas religiosas pueden crear un ethos (un "carácter") que surta efectos en materias seculares (el protestantismo y el capitalismo). No obstante, se dan en tensión con la racionalidad secular que va expulsándolas poco a poco de los demás ámbitos –el derecho, la economía, la política, la ciencia-.
Añadir algunos apuntes valiosos. Por un lado, la necesidad de clarificar la diferencia entre magia y religión. La magia es poco más que artesanía psicológica con fines prácticos, y sólo con un contenido ideológico podría convertirse en religión.
La magia no consiste tanto en un medio de controlar la naturaleza como en impedir que la brujería dañe al hombre
Y, finalmente, una curiosa observación de Evans-Pritchard en lo relativo al modo en que se reunieron la mayor parte de las evidencias acerca de los últimos pueblos primitivos en remotos lugares del mundo: este conocimiento llegó, durante los siglos XIX y XX normalmente primero gracias a los misioneros, lo que ha convertido a este colectivo en todo un fenómeno en sí.
La misiología (estudio del trabajo de los misioneros) es un campo de investigación fascinante que apenas se ha cultivado
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