El psicólogo Timothy D Wilson aboga por el empleo de una estrategia psicológica que denomina “story editing” (“elaboración de historias”).
La teoría de “elaboración de historias” (…) es una familia de técnicas que comparten tres asunciones: primera, que a fin de cambiar el comportamiento de la gente tenemos que ver el mundo a través de sus ojos (…) en cuanto a la manera en la cual interpretamos la vida social y a nosotros mismos; segunda, estas interpretaciones no son inamovibles y, de hecho, pueden ser redirigidas con el tratamiento correcto; tercera, pequeños cambios en interpretaciones pueden tener efectos autosostenibles que lleven a cambios duraderos en el comportamiento
Las técnicas parecen, en general, bastante sencillas y poco arriesgadas…
[Hay] dos formas de “elaboración de historias”: el ejercicio escrito, en el cual la gente reinterpreta un problema escribiendo sobre él, y el “promover una historia”, en la cual la gente es dirigida hacia una particular ruta de narrativa con la esperanza de que ello los saque de un patrón de pensamiento negativo.
Veamos el ejercicio escrito a la hora de afrontar sucesos potencialmente traumáticos:
El ejercicio escrito es una manera efectiva de conseguir que la gente reinterprete los episodios [traumáticos]. Los traumas que causan el estrés prolongado son usualmente aquellos a los que no podemos encontrar sentido; son profundamente perturbadores porque parecen sin significado, actos del azar que no encajan en nuestra visión del mundo como un lugar seguro y predecible.(…) El ejercicio escrito nos permite dar un paso atrás y reencuadrar lo sucedido. De hecho, la gente que más se beneficia del ejercicio son los que escriben un confuso e incoherente relato de un suceso traumático, pero que al final cuentan una historia coherente que explica el suceso y le da un significado.
Es decir, que sería el mecanismo narrativo del propio sujeto el que acabaría reinterpretando el suceso y de ahí el beneficio psicológico. Esto parece tener cierta base porque sabemos que la psicología humana siempre busca una explicación de los hechos que sea favorable al bienestar del sujeto. Encontrar sentido, por tanto, equivale, por lo general, a una visión optimista y más favorable para nuestro estado de ánimo.
Aparte del ejercicio escrito, la otra forma de hacer uso de la estrategia terapéutica del "story editing" ("elaboración de historias") es la "promoción de historias". Por ejemplo, Wilson nos pone el caso de estudiantes universitarios que se ven frustrados por los malos resultados en sus primeros exámenes
Los estudiantes eran convocados para lo que pensaban que era una investigación sobre la vida universitaria. Les decíamos que verían algunos de los resultados de nuestras inspecciones previas sobre estudiantes de alto nivel (…) Entonces les mostrábamos que la inspección indicaba que muchos estudiantes tenían problemas académicos en su primer año pero que estos problemas mejoraban a medida que pasaba el tiempo (…) Para hacer este mensaje más concreto, mostrábamos entrevistas en cintas de video de cuatro estudiantes de alto nivel que confirmaban el mismo mensaje acerca de mejoras en las notas (…) Esto era todo: una sesión de treinta minutos en las cuales los estudiantes aprendían que mucha gente tuvo problemas académicos al principio pero luego mejoraron sus resultados. No hicimos ningún intento de profundizar en el historial académico de los participantes, ni inquirimos sobre sus hábitos de estudio ni les aconsejamos acerca de cómo manejar su estrés. De hecho, los participantes ni siquiera sabían que el propósito del estudio era ayudarlos a mejorar su rendimiento académico.
Wilson no se olvida de referir que estas técnicas de utilización de “historias” para redirigir tendencias de pensamiento entran dentro de la familia más amplia de técnicas psicológicas que incluye la conocida "terapia cognitivo-conductual"
Podríamos resolver un montón de problemas si hiciéramos que la gente redirigiera sus interpretaciones en direcciones más saludables (…) Hay una bien conocida forma de psicoterapia para conseguir exactamente esto, propiamente, la terapia cognitivo-conductual (…) [diseñada] para conseguir que la gente sea consciente de sus patrones de pensamiento y aprenda cómo cambiarlos
Pero a diferencia de la psicoterapia cognitivo-conductual, que suele requerir sesiones individuales, al estilo del psicoanálisis, la “elaboración de historias” tendría la ventaja de la sencillez y de dar más libertad al individuo, obteniendo resultados más rápido y más fácil. Esto, naturalmente, habría de demostrarse al cabo de minuciosas comparaciones de los resultados de las diversas técnicas, pero no es ésa la cuestión relevante en este libro, sino que, a partir de la exposición de esta técnica en particular, Timothy Wilson nos muestra mucho de lo que se ha averiguado recientemente acerca del uso de muy diversas teorías psicológicas para la mejora del comportamiento. El lector puede así obtener una visión del problema básico de la psicología: el hacernos conscientes de aquello que precisamente afecta a nuestro comportamiento de forma inconsciente. En cierto modo, aprender psicología es aprender a defendernos de nuestro propio inconsciente.
Y como el inconsciente es muy escurridizo, muchas estrategias que parecían buenas soluciones, al final vamos comprobando que no lo eran tanto. Timothy Wilson, por ejemplo, critica duramente una estrategia muy conocida que es el CISD (“Informe de Incidentes Críticos de Estrés”)
La premisa del CISD es que cuando la gente ha experimentado un incidente traumático debería airear sus sentimientos cuanto antes, a fin de que estos sentimientos no se almacenen y se desarrolle entonces un desorden de estrés postraumático. En una típica sesión de CISD, que dura de tres a cuatro horas, a los participantes se les pide que describan el incidente traumático desde su propia perspectiva (…) [Pero según la investigación psicológica] no solo el CISD es inefectivo, sino que puede causar problemas psicológicos (…) El ejercicio escrito [elaboración de historias] ayuda a la gente a redirigir las interpretaciones en formas más saludables de lo que lo hace el CISD
Con todo, si la “elaboración de historias” es tan exitosa o no, difícilmente podemos confirmarlo tan pronto, y el mismo autor reconoce que no siempre las cosas están tan claras
A veces no podemos construir una narrativa coherente por nuestra cuenta, y en tales casos la psicoterapia puede ser una gran ayuda
Quizá lo más preocupante de las estrategias psicológicas fracasadas es que se promovieron durante tanto tiempo porque parecían “de sentido común”
El sentido común puede llevarnos por el mal camino al no tener en cuenta cómo funciona realmente la mente humana (…) ¿Quiere usted que los chicos eviten las drogas? Traiga agentes de policía a las aulas a explicarles los peligros de las drogas y a darles lecciones acerca de cómo resistir la presión de sus iguales. Estos planteamientos tienen perfecto sentido, pero resulta que están por completo equivocados y hacen más mal que bien
Para Wilson está claro que el "simplemente dí no a las drogas” resultó poco efectivo a la hora de alejar a los chicos en situación de riesgo, y lo mismo sucedió con la estrategia de la “amenaza directa”
Algunos de los adolescentes que tomaron parte en los programas [de asustar directamente para prevenir la delincuencia] probablemente tenían poco interés inicial en relacionarse con delincuentes o en vender drogas. Pero debido a que eran considerados “de alto riesgo” fueron puestos en el programa [de prevención] y sujetos a experiencias como la de comparecer ante convictos endurecidos que les gritan a la cara que serían violados y mutilados en prisión si se convertían en delincuentes. Recibieron fuertes amenazas para que no hicieran algo que en principio no querían hacer, lo cual tiene efectos paradójicos. Estos participantes recibieron el mensaje de “quizá estoy tentado por una vida de crimen si estos convictos están tomando una actitud tan extrema al hablarme de ello” (…) Los programas de “asustar directamente” redirigen las narrativas de los adolescentes por el camino erróneo
El poder de las relaciones sociales (los “grupos de iguales” dentro de los cuales los individuos llegan a existir como seres sociales) no puede vencerse mediante sermones, ni mediante voluntarismo ni mediante amenazas. El caso de los jóvenes en situación de riesgo no es más que uno entre muchos, aunque desde luego muy representativo
Una de las principales razones por las cuales los jóvenes comienzan a fumar y beber es porque sus amigos los presionan a ello. Virtualmente, todos los adolescentes están desesperados por conseguir la aprobación de sus amigos
La psicología exige evaluar los comportamientos humanos sin prejuicios, sin dejarse llevar por las tentaciones del “sentido común” y la presión de las costumbres. La realidad psicológica –la realidad- es que un joven que “simplemente diga no a las drogas” a lo mejor se arriesga a quedarse sin amigos a cambio de nada, porque si la droga fuese un problema “simple” probablemente no habría llegado a tener la importancia que tiene. Y evaluar correctamente la necesidad humana de integración en el grupo es parte del buen trabajo de la psicología. Lo que da lugar a otra observación valiosa:
Una razón por la que estos programas [de intento de salvar a adolescentes en situación de riesgo de caer en la antisocialidad] no funcionan podría ser porque reúnen a los adolescentes en situación de riesgo
Se trata, por parte de los psicólogos, de un largo proceso de prueba y error. Y en ciertos casos, algunos buenos resultados sí van siendo confirmados… Wilson nos presenta dos ejemplos también referidos a los “jóvenes en situación de riesgo”: las tareas de voluntariado y el uso de mentores.
Implicar a adolescentes en situación de riesgo en hacer voluntariado puede llevar a un cambio benéfico acerca de cómo se ven a sí mismos, fortaleciendo el juicio de que son miembros valiosos de la comunidad que tienen una apuesta de futuro. Con ello se reduce la probabilidad de que se impliquen en comportamientos arriesgados, incluido el sexo sin protección. (…) [Esta estrategia] incrementa el sentido de autonomía y conexión de los adolescentes con los adultos y con sus pares, especialmente entre los más jóvenes. Esto es, el trabajo voluntario cambia las narrativas de los participantes acerca de ellos mismos, promoviendo la visión de que son miembros valiosos de la comunidad
Después de dieciocho meses, los jóvenes en el grupo de mentores [atención particular de un voluntario mentor a un joven en situación de riesgo] estaban haciéndolo mejor académicamente, tenían mejores relaciones con sus padres, era menos probable que comenzaran a usar drogas y alcohol, y era menos probable que hubieran golpeado a alguien (…). Estos efectos benéficos eran especialmente evidentes entre los jóvenes que estaban vinculados a un mentor durante un año o más
Otra teoría que parece confirmada es la llamada "teoría de las ventanas rotas", referida a la creación de entornos vecinales menos propensos a los actos antisociales
Signos de desorden, como los graffiti y la basura pueden causar que la gente reinterprete una situación como una en la cual otras clases de desorden son permisibles, tales como robar dinero
Es decir, vemos que hay estrategias que no funcionan -el voluntarismo, el airear los traumas y las amenazas severas- y que hay otras que sí funcionan: la participación en voluntariados benéficos, el uso de mentores, el separar a las “malas compañías”… y la elaboración de historias. La recolección de datos y experiencias permitiría también extraer conclusiones de psicología social, hacia el tipo de orientación que podría tomar una cultura si quiere, en conjunto, obtener resultados mejores para la convivencia.
La psicología es una forma de afrontar los retos de la vida social que, en cierto modo, exige una gran humildad por parte de los individuos, que han de aceptar que, igual que los niños han de ser educados, también los adultos tenemos que aprender a educarnos –reeducarnos- a nosotros mismos.
Si los individuos actúan amablemente hacia los otros, comienzan a verse a ellos mismos como que tienen disposiciones amables, y mientras más se vean a sí mismos como amables, más probable es que ayuden a otros y en consecuencia fortalecerán su nueva narrativa.
Cambiar intencionadamente determinados rasgos en nuestro comportamiento cotidiano puede, pues, ayudarnos mucho, y lo mismo sucede en lo que se refiere a cambiar nuestras “ideas” o “pautas generales” de comportamiento.
Las narrativas nucleares (…) son visiones del mundo que explican la creación, el propósito de la vida, y lo que sucede después de que morimos, y que en consecuencia nos ayudan a tratar con el terror de mirar al cielo y vernos a nosotros mismos como insignificantes
En esto, las técnicas cognitivo-conductuales en todas sus facetas (cuya efectividad solo podemos llegar a conocer mediante prueba y error) resultan bastante mejor que el siniestro psicoanálisis, donde traumas ocultos nos dominan y solo el providencial psicoanalista puede exorcizarnos. En lo cognitivo-conductual nosotros averiguamos lo que nos pasa, emprendemos estrategias razonables (aunque no necesariamente “de sentido común”) y buscamos asesoramiento allí donde es posible.
Mientras mejor podamos comprender y explicar los sucesos negativos tales como rupturas de relación, fracasos en negocios o problemas médicos, mejor podremos recobrarnos de ellos
Piénsese también que la “elaboración de historias” nos puede parecer un tanto fácil y en la línea del desacreditado “pensamiento positivo”, pero mantiene una diferencia clara:
La diferencia clave [entre la elaboración de historias y el “pensamiento positivo”] es que pensar simplemente acerca de cómo de maravillosos somos no nos equipa con estrategias para convertirnos en seres que realmente tienen tales cualidades. Pero al imaginar cómo de bien irán las cosas en el futuro, nos centramos en formas de conseguir esas metas y pensamos en lo que necesitamos para llegar hasta ahí. De hecho, la investigación muestra que la gente que se centra en el proceso de conseguir un resultado deseado es más probable que lo consiga que aquellos que simplemente piensan en el resultado en sí.
La estrategia de "elaboración de historias" es pudorosa, en el sentido de que no emprende relaciones interpersonales con el individuo necesitado y solo le incita a asimilar por sí mismo la realidad. Eso en algunos casos podría ser mejor que la intrusión del terapeuta que fuerza a una introspección dolorosa, que intimida mediante la amenaza o que incita a actuar sin explicar el motivo, pero recordemos que el mismo Timothy Wilson reconoce las limitaciones de su iniciativa en muchos casos. El acierto, de todas maneras, se encuentra en el análisis sistemático y en conjunto de todas las estrategias psicológicas. Si sabemos con qué fin queremos reconducir los comportamientos en la vida social, con un poco de paciencia, honestidad y actitud científica podemos descubrir, mediante prueba y error, soluciones viables y significativas. Los enemigos son los prejuicios, el temor injustificado y los intereses egoístas contrarios al bien común.
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