A comienzos del siglo XXI se hacía imprescindible una reflexión erudita (y a la vez dirigida al gran público) acerca del hecho de que la cultura y la civilización se desarrollan hoy bajo una circunstancia insólita si se compara con todas las etapas anteriores de la historia: la renuncia al teísmo, a la idea de Dios.
[Este libro] se propone constituirse en un exhaustivo estudio de la obra de todo un conjunto de personas de talento –artistas, novelistas, dramaturgos, poetas, científicos, psicólogos, filósofos- que han abrazado el ateísmo (…) Personas que han descubierto (…) maneras de superar el gran “menoscabo”, el espantoso empobrecimiento en que viene a derivar inevitablemente, según parece pensar tanta gente, la pérdida de la idea de una trascendencia sobrenatural.
“La edad de la nada” se propone concentrar sus esfuerzos en esas almas que (…) han consagrado su energía creativa a concebir fórmulas para proseguir la andadura en confianza con uno mismo, capacidad inventiva, esperanza, cordura y entusiasmo
Peter Watson, uno de los más conocidos divulgadores de las vanguardias culturales, comienza su narración a finales del siglo XIX, cuando el filósofo Friedrich Nietzsche alcanza una inaudita popularidad. Se trata del autor que hará conocido en el mundo entero el rotundo “Dios ha muerto”
No hay trascendencia ni existe nada metafísico. Por consiguiente, nos es imposible realizar juicios sobre la existencia que resulten universalmente válidos u objetivos (…) No hay hechos, solo interpretaciones
Las consecuencias ideológicas de esta situación serían las siguientes:
Nietzsche [dice que existe una] (…) lucha orientada a conseguir dominar el caos (…) que desemboca en una forma de existencia dotada de mayor intensidad, siendo éste el único objetivo que podemos tener en la vida (…) Nuestra actitud ética debiera consistir en materializar esa intensidad a cualquier precio: el único deber que tenemos es el que nos liga a nosotros mismos (…) Muchas de nuestras más imperiosas urgencias son irracionales (…) Esta racionalización de las pasiones que atraviesan nuestra vida constituye la cualidad espiritual de la existencia (…) La enemistad es una de esas pasiones, y es preciso aceptarla
La consideración de que la falta de Dios se traduce en la aceptación de la irracionalidad de las pasiones e incluso de los impulsos antisociales (enemistad y crueldad) puede parecer que no iba a ayudar mucho a difundir el ateísmo entre las masas en sus primeros tiempos. Se rechazaba a las iglesias teístas (cristianas) por falsas e hipócritas pero la alternativa ofrecida daba una imagen siniestra y casi desesperada. El comienzo del siglo XX, con su desarrollo tecnológico que tantas promesas de bienestar incluía, hacía previsible también un caos de violencia sin precedentes. Una forma diferente de violencia.
Al estallar la guerra en 1914 fueron muchos los que pensaron que se estaba asistiendo a una especie de triunfo del espíritu sobre la materia
La dureza de carácter, la audacia y la férrea voluntad se convirtieron así en la consigna definitoria de la fusión que Lenin, Bujarin y Trotski habían dado en forjar entre el marxismo y el pensamiento nietzscheano. Por consiguiente, la crueldad con los enemigos quedó transformada en un sagrado deber.
Nietzsche era el adalid de una forma de individualidad distinta -la consistente en el logro de la autorrealización personal en el seno de una comunidad-. A los bolcheviques les gustaba tanto la visión nietzscheana del universo entendido como un ámbito irracional, cuya única constante es la ciega voluntad, como su idea de que la ciencia disminuye al hombre, y muy especialmente, el darwinismo, dado que insiste en la mera supervivencia y no en la creatividad.
Y después vendrían los nazis, alentados por uno de los más notables filósofos del siglo XX, Martin Heidegger:
Buena parte de la filosofía de Heidegger habría de consagrarse a la idea de la intensificación, esto es, a la noción de que el hecho de vivir la vida con mayor intensidad (…) es lo más cerca de la significación que nos es dado llegar
Pero detengamos aquí la relación de decepcionantes consecuencias del reconocimiento de la “muerte de Dios”. Reflexionemos, como hace Peter Watson, acerca del hecho de que, al fin y al cabo, este reconocimiento de la inexistencia de Dios es la consecuencia del progreso de la racionalidad humana, de la honestidad científica y de la valerosa búsqueda de la verdad. Aunque estuviéramos todos de acuerdo en que sería más deseable vivir con la certidumbre de que el mundo y el ser humano han sido creados por una Inteligencia superior, todopoderosa y bondadosa que tutela nuestro destino, el hecho es que ya no es posible volver atrás, de que no es factible seguir engañándonos.
Lo que sí podemos hacer es plantear la nueva situación en su integridad: qué hemos perdido y qué podríamos ganar. Parece claro que si equiparamos la “muerte de Dios” al fin de la religión, sí estaríamos perdiendo algo muy valioso.
Según Habermas, el fundamento racional de la religión es mayor de lo que aciertan a suponer sus críticos laicos (…) Radica en la idea de un “todo moral”, de un mundo de ideales capaces de unirnos colectivamente
La ilustrada vida moderna ha sido incapaz de hallar una alternativa a las fórmulas religiosas
De lo que se trata es de averiguar
cómo podrá vivirse sin Dios, (…) Hallar significación en un mundo laico
Podemos considerar que contamos con dos ganancias que no hubiéramos podido hacer sin renunciar a Dios: la ciencia y el progreso moral laico (y nada de esto implica que tengamos que renunciar necesariamente a los beneficios de la religión porque, como veremos, es factible una religión racional, sin espejismos sobrenaturales).
La ciencia nos ha llevado y puede llegar a llevarnos a avances tecnológicos de un calibre tal que, quién sabe, podría conseguir incluso convertir a los seres humanos futuros en auténticos dioses (así lo ven los actuales “transhumanistas”, por ejemplo) pero, de momento, la ciencia ya ha hecho algo mucho más importante a nivel de las humanidades: ha proporcionado una visión lúcida y honesta de nuestra propia naturaleza que ha coincidido con un incontestable progreso moral. Los nombres de Darwin y Freud se asocian a los hitos fundamentales de estos descubrimientos y este progreso coincidentes a nivel social con el aumento en las libertades y la disminución de la violencia y la pobreza. La ciencia nos da esperanzas a largo plazo y nos proporciona una visión fiable de la realidad del mundo a corto plazo.
Las tesis de Charles Darwin [consideran] que los seres humanos son una especie biológica surgida por vías enteramente naturales, habiendo evolucionado gradualmente a partir de animales “inferiores”, en un universo que, de manera similar, también ha venido desarrollándose a lo largo de los últimos trece mil millones de años (…) lo cual es a su vez un proceso de ocurrencia natural (…) que algún día alcanzaremos a comprender. Dicho proceso no precisa del concurso de ninguna entidad sobrenatural.
Freud es el principal responsable del giro que ha adoptado el pensamiento en la época moderna, que no en vano ha asistido a la sustitución de la comprensión teológica del sentido del género humano por una explicación de orden psicológico.
La ciencia, y en especial la investigación científica, se revelará algún día capaz de generar un conocimiento nuevo llamado a reemplazar el ser por el deber ser. Una vez que se consume esa sustitución, la moralidad tendrá un carácter racional, no religioso.
Para muchos darwinistas actuales, el problema de la muerte de Dios no es tal problema.
[Según Richard] Dawkins (…) pese a que, presumiblemente, el devenir del cosmos no obedezca a finalidad alguna, lo cierto es que no hay nadie que realmente vincule sus esperanzas personales al destino último del universo. (…) Nuestra vida se rige por toda clase de ambiciones y percepciones de carácter perfectamente humano.
La gran cuestión de la convivencia humana es darnos a nosotros mismos una sólida base moral que nos garantice un entendimiento armonioso y gratificante. Las pautas de conducta más prosociales han venido dadas hasta ahora por la filosofía religiosa teísta y de ahí su importancia. Ésta era, por lo menos, una profunda convicción popular, que Dostovievski expresó en su “si Dios no existe, todo está permitido”. De hecho, que la sociedad occidental haya alcanzado altas cotas de moralidad en los últimos años (derechos sociales, libertades) coincidiendo con el auge del ateísmo muchos lo relacionan psicológicamente con la base moral cristiana heredada.
El quid de la cuestión –la de cómo podemos arreglárnoslas para vivir sin Dios- reside en la vida moral
Pero la ciencia que estudia la naturaleza humana cree que hay esperanza de que hallemos fórmulas coherentes para la convivencia prosocial aún más avanzadas, y que éstas ya podrían desarrollarse en una sociedad en la que estaría ausente la idea de Dios.
Los estudios efectuados dejan particularmente claro que las exigencias del “gen egoísta” hacen que la cooperación resulte tan necesaria como justificada. De este modo, la biología une la ética con la moral
El progreso moral guarda relación con la procura o el logro de una empatía cada vez más amplia “No es posible proponerse como objetivo la perfección moral, pero lo que sí puede hacerse es tratar de tener en cuenta las necesidades de más personas que antes”
El bienestar, la expansión personal y la felicidad son ideas enteramente laicas. Podría decirse que son el equivalente profano de la noción de “salvación”
Por otra parte, que la ciencia no contradiga las más altas metas en cuanto a la convivencia humana no quiere decir que se haya resuelto la cuestión del desamparo en la búsqueda de trascendencia. La misma ciencia social parece confirmar que la existencia de la religión tiene sentido y que estamos lejos de encontrarle un sustituto desvinculado de las viejas tradiciones
Muchos de los aspectos de la doctrina y el corpus ritual de los credos religiosos son racionales (…) han sido concebidos para aliviar los aprietos propios de la condición humana
A juicio de John Dewey resultaba posible experimentar sentimientos religiosos sin tener que aceptar por ello compromisos metafísicos con ningún tipo de ente sobrenatural. (…) “Toda actividad que se realice en nombre de un ideal, haciendo frente a un conjunto de obstáculos y con independencia de los riesgos de pérdida personal que pueda conllevar, esto es, toda actividad que encuentre su motivación en la convicción de que posee un alto valor a un tiempo general y duradero, es de cualidad religiosa”. “El elemento religioso ha de ser desembarazado de la devoción a lo sobrenatural” (…) “Los valores y los ideales que forman parte de la actitud religiosa no son imaginarios, sino plenamente reales.“ (…) “La religión ha de ser traída al terreno de lo cotidiano, a lo que es común entre nosotros” (…) “Los valores religiosos precisan de una emancipación”
Si se puede vivir sin Dios, eso no quiere decir que aún podamos vivir sin religión. Al fin y al cabo, siempre ha habido religiones sin Dios (el budismo es el ejemplo más mencionado) pero el problema radica en que desarrollar creencias capaces de unir al género humano, consolar a los individuos y hacer cooperar a la comunidad, si bien parece que ha sido una constante a lo largo del siglo XX, también es cierto que ha tenido aspectos nefastos.
El nacionalismo era en cierto sentido una especie de religión alternativa (…) Venía a coincidir con la búsqueda de un sentimiento de pertenencia a una comunidad
El socialismo [fue] uno de los más estimulantes sucedáneos religiosos de la época, y quizá incluso el sustitutivo de las preocupaciones confesionales más importantes de todos los tiempos
Libros como este de Peter Watson son de los que más sugerencias pueden aportarnos a la hora de buscar una respuesta religiosa racional (y, por lo tanto, atea) acorde con el desarrollo civilizatorio que esperamos para el siglo XXI. La capacidad de innovar el pensamiento, la exteriorización de las emociones, las fórmulas y estrategias de convivencia y la creación de simbologías culturales son fenómenos que implican no solo a la religión y la filosofía sino también al arte y la ciencia. Aquí es donde se revelan oportunas algunas citas de los literatos del siglo XX
Virginia Woolf creía que la literatura había asumido algunas de las funciones propias de la religión (…) [en] exponer claramente las verdades (…) [y los] valores espirituales contrarios a los planteamientos del materialismo dominante
Lo que James Joyce dice es que la vida (…) debe contener relaciones íntimas, el empuje de un deseo creador y la materialización de algún acto de creación efectiva
El espíritu esencial (…) [de] la filosofía fenomenológica (…) gira en torno a la idea de que la vida está compuesta de los “minutes heureuses” que alcancemos a arrancarle
El planteamiento fenomenológico (la vida como sucesión de instantes independientes pero necesariamente vinculados) hace desaparecer la idea de destino y significación trascendentes de la vida humana en forma narrativa, con su principio, su madurez y su desenlace. Ésta era una idea muy adaptada a la de un Dios que dispone del individuo de acuerdo con sus propios fines, pero ¿no es más lógica y más humana la idea de una sucesión de experiencias individuales que interactúan en un entorno formado por otros individuos y sus correspondientes experiencias? Éste es el mundo de la poesía, la literatura y demás artes. El amor y la empatía se expresan en instantes, vivencias concretas y comunicables, y esta visión es coherente con un mundo sin Dios pero vívidamente humano, trascendente en la medida en que lo subjetivo lo es para cada uno en relación con sus semejantes.
La psicología, una disciplina racional, terapéutica y casi por completo científica, se ha abierto paso a mediados del siglo XX como un método de ayuda a la convivencia que podría aproximarse mucho a la función prosocial de las religiones.
La estrecha comparación que Liebman establecía entre la religión y la psicoterapia, (…) [que] admitía que ambos conocimientos desempeñan la misma función y colman el mismo vacío, expresaba llanamente una conclusión a la que muchas personas estaban llegando por sí solas
A juicio de Fromm, la virtud radicaba en la expresión de la “singular individualidad” de cada cual, de modo que la labor de la terapia consistía en fomentar la realización de esa individualidad única –una individualidad cuyo elemento fundamental era el amor (…) Solo quienes se amasen verdaderamente a sí mismos podrían amar realmente a los demás –un amor al prójimo que constituía la base de la vida en sociedad
El principal interés de Carl Rogers giraba en torno a lo que él denominaba el individuo “autorrealizado” (…) “la persona que se halla inmersa en el proceso de procurar vivir una vida buena” (…) Lo que hacían esos sujetos era observar los procesos de su vida interior (…) [de forma que] logran descubrir (…) que si se muestran abiertos a la experiencia en sí, el hecho de atenerse a aquella conducta que “perciben como adecuada” revela ser una eficaz y fiable orientación conductual que les satisface plenamente
[Según] Matt Ridley (…) los sentimientos morales son dispositivos concebidos para resolver problemas y lograr así que unos seres tan sumamente sociales como los humanos puedan servirse eficazmente de las relaciones interindividuales a fin de garantizarse la supervivencia a largo plazo de sus genes (…) Los genes egoístas hacen de nosotros unas criaturas sociables, fiables y propensas a la cooperación (…) El elemento principal de la cooperación es la confianza (…) Los humanos son los únicos seres vivos que han logrado incrementar de forma constante su calidad de vida (…) Lo que ha determinado que nuestra inteligencia colectiva se desarrollara en beneficio de todos ha sido la realización de intercambios entre individuos no vinculados por relaciones de parentesco
Asumida la “muerte de Dios”, fracasado el socialismo y contando con la realidad de una tecnología y una ciencia más maduras a la hora de abordar las cuestiones sociales, no es imposible que surjan fórmulas de mejora social expresadas mediante simbologías universales, capaces de alcanzar la transformación emocional (en el sentido antiagresivo, alentador de la confianza mutua y por tanto prosocial) tanto a nivel individual como colectivo y en absoluto contradictorias con la racionalidad.
Lo que la psicoterapia ha conseguido con el individuo tal vez pueda dar lugar a una nueva formulación para la totalidad de la comunidad humana. Tengamos en cuenta que, en el pasado, algunos mecanismos de control del comportamiento a partir de principios religiosos ya han sido efectivos en la transformación cultural.
La difusión y persistencia de la regla benedictina muestra que, dado un conjunto de circunstancias favorables, las virtudes pueden prosperar
El logro del monasticismo, que pudo ser decisivo para la transformación psicológica que llegaría con el Renacimiento, consistió en plantear el control de los instintos antisociales como una metódica tarea racional de represión y estímulo bajo las condiciones de un entorno especialmente diseñado (algo que es también coherente con los descubrimientos de las ciencias sociales referidos a la evolución de todos los seres vivos de acuerdo con la variabilidad del entorno). Fueron los budistas los inventores del monasticismo como metodología para alcanzar la virtud humana a modo de domesticación de los instintos antisociales mediante diversos recursos psicológicos (adoctrinamiento, enseñanza individualizada, meditación, confesión, mortificación, rituales, autodisciplina de la emoción y la gestualidad, artes…). Probablemente el monasticismo cristiano, con su base racional heredada del mundo grecolatino, resultó más creativo que el budista (pues el budismo parece buscar más librar la vida de cada individuo de ataduras pasionales que contribuir a mejorar las relaciones humanas).
Una sugerencia para el siglo XXI podría ser que la racionalidad y la metodología científicas se pusieran al servicio de la búsqueda de la virtud como antes lo estuvieron las “religiones compasivas” (estas últimas, siempre de acuerdo con sus tradiciones). Hasta ahora, la psicología se ha conformado con servir a los intereses de la sociedad convencional y amoldar el individuo a ella. Igualmente, la literatura ha creado un entorno restringido para la exteriorización de las emociones más privadas. Una alternativa religiosa tan humanista como atea (precisamente más humanista por ser atea) podría fundir ambas fuerzas inconformistas (las ciencias sociales y la literatura) y crear, a la manera del monasticismo, pero sin el lastre de las tradiciones, un cauce de vida trascendente en la cual las cualidades "mejores" del ser humano (la empatía, el altruismo, la inteligencia y la creatividad) fructificasen en una comunidad planetaria armoniosa que en el fondo coincidiría bastante con las antiguas aspiraciones de las viejas religiones compasivas.
El inconveniente práctico de esto (el desafío) estriba en que necesariamente se revelaría como socialmente rupturista, no compatible con la forma de vida convencional, pues de lo contrario no pasaría de ser lo que ya predican hoy los muy conformistas libros de autoayuda.
En resumen: una humanidad sin Dios puede igualmente concebir formulaciones de armonía y fusión en el amor a partir de la misma fuente biológica de las viejas tradiciones teístas y compasivas: el ideal originario de la maternidad. La superación de Dios y el hallazgo de la trascendencia en las propias cualidades del ser humano libre y autorresponsable podría ser el desenlace de esa voluntad insatisfecha.
El psicoanalista británico Winnicott [creó] el concepto del objeto “transicional”. Muchos bebés al ser desterrados y empezar a dar sus primeros pasos hacia la independencia, utilizan un “objeto transicional”, como un suave objeto de peluche (…) Este fenómeno es perfectamente saludable (con tal de que no se prolongue demasiado) (…) Samuel Beckett [consideraba a] Dios (…) como una especie de objeto transicional
De esta forma, partiendo del amor de la maternidad, el ideal originario del mamífero racional, y ya prescindiendo del “objeto transicional”, sería alcanzable una vida humana plena en comunidad. Si Dios surgió de nuestro propio interior para colmar un vacío, también de nuestro propio interior pueden surgir alternativas más coherentes y efectivas, más propias de nuestra época.
Hay un libro de Nietzsche que se titula el crepúsculo de los ídolos. Creo que ese título es más adecuado que la famosa frase de Zarathustra "dios ha muerto" copiada tal vez de Hegel. Creo, que se confunde "dios ha muerto" con "Dios ha muerto". El Dios en mayúsculas es de sentido apofático, el dios en minúsculas es una idolatrización del primero.
ResponderEliminarDigo esto, porque la muerte de dios hace referencia más bien a la muerte del dios metafísico, y no tanto al Dios de las religiones monoteístas. Por eso Nietzsche no inaugura la muerte de Dios, sino más bien la muerte de la metafísica, y con ella la muerte de dios. Inaugura la muerte, o intenta inaugurarla mejor dicho, de la supuesta transcendencia metafísica de algo que actúa como una idolatría y que en el fondo sólo es voluntad de poder. Algo humano, demasiado humano (título de otro libro del filósofo alemán), es lo que muere, pero no aquello humano que nos arrodilla ante Dios hecho dios (que otra cosa podemos hacer de Dios para hacerlo respectivo a nosotros). El cristianismo que crítica Nietzsche, y en general todos los filósofos de la sospecha, es la idolatría hecha dios del Dios cristiano.
Pongo de ejemplo la misma frase, "dios ha muerto". Para mí es contradictoria si ponemos Dios en mayúsculas. Un Dios que muere no puede ser Dios, por eso me pregunto ¿Qué es lo que matan? ¿Qué es aquello que ha muerto y creen que es Dios? Respondo: lo que ha muerto son las concepciones idolatrizadas de Dios, pero Dios mismo, está intacto y completamente ajeno a las amenazas de muerte. O bien nunca ha existido o bien no puede morir. En cualquier caso "Dios ha muerto" es contradictorio. Nada humano puede matar a Dios, lo humano puede matar ciertas concepciones de Dios que pueda construir y desde las que adorara a Dios. Por eso Dios sigue en nuestros días camufladamente vivo en medio de una sociedad de pretensiones laicas. Por eso lo religioso sigue vigente, y lo laico se muestra impotente ante lo religioso. Porque el creyente no nota la muerte de Dios, sólo puede entrever la muerte de aquello que representaba a Dios, no cómo ICONO de Dios, sino como IDOLO de Dios. El creyente abandona constantemente y mata idolatrías, también muchas de las instituciones religiosas a lo largo de su historia lo han hecho, pero no ve muerte alguna en la ICONICIDAD de sus procederes con Dios.
Pero eso, lo de "la muerte de dios", creo yo, ya lo hizo Moisés, o así lo creen los judíos y cristianos que lo hizo; y bastante tiempo antes que Nietzsche, cuando rompió las tablas de la ley viendo que se adoraba un becerro de oro.
No confundir Dios con "el becerro de oro" es lo que me lleva a decir, que es más adecuado hablar del "crepúsculo de los ídolos" en vez de "la muerte de Dios". La sociedad laica puede eliminar los ídolos de Dios pero no a Dios, y eso creo que es lo que vemos que ha ido ocurriendo desde Nietzsche hasta ahora. El hombre es un ser religioso, y la deidad es sentida como posibilidad imposible de anular, es sentida como problematicidad misma de su estar en el mundo. Dios es un problema existencial que solo podemos obviar no pensando en nuestro estar existiendo, desde el olvido y la alienación. Por eso podemos cambiar el opio del pueblo (el opio religioso) por un opio laico y racional, pero jamás podemos eliminar “el grito de la bestia herida” (definición de religión también dada por K. Marx: religión es el grito de la bestia herida), sino es matando la bestia, matando al hombre mismo, eliminando la problematicidad de su existencia que es grito existencial.
Por otro lado: la muerte de dios es evidente para el cristiano, no sólo eso, sino que es el sentido máximo que da a su fe: la crucifixión de Dios mismo. ICONO de Dios decía San Pablo del crucificado, no ídolo. Pero profundizar en ello, sería excederme en el comentario.
Un saludo.
Nota: Es un placer haber descubierto su interesantísimo blog. Gracias por compartir.
Gracias, Enric, por el comentario. En cualquier caso, Nietzsche es un filósofo que, aunque no leído por todos, consiguió una extraordinaria popularidad como ateo emblemático. Peter Watson le da una importancia capital en su libro, con razón o sin ella.
ResponderEliminar"El hombre es un ser religioso, y la deidad es sentida como posibilidad imposible de anular, es sentida como problematicidad misma de su estar en el mundo. Dios es un problema existencial que solo podemos obviar no pensando en nuestro estar existiendo, desde el olvido y la alienación."
Hay muchos que consideran que los ateos critican la idea de Dios (o dios) desde una perspectiva teísta, solo que en sentido negativo. Así que han salido filósofos que predican el paganismo en lugar del ateísmo (así no se trataría del ateismo como la otra cara de la moneda del teismo, sino de otra moneda distinta). En este mismo blog, tienes a este http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/03/perros-de-paja-2002-john-gray.html
En cualquier caso, yo, como ateo religioso que me considero ( http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/04/la-religion-no-es-acerca-de-dios-2005.html ) , no acabo de entender porqué la religión implica la idea de deidad. Evidentemente, la religión implica compartir una trascendencia de alto valor emocional e ideológico, tanto a nivel privado como público, pero no veo la relevancia de la idea de Dios en ello. Última recomendación sobre estos temas en este blog http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/07/la-gran-transformacion-2006-karen.html
Muchas gracias por tu atención.
• no acabo de entender porqué la religión implica la idea de deidad
EliminarCualquier aspecto que se establezca como esencia de lo religioso (sentimiento religioso, misterio, transcendencia, psicología de lo sagrado…), son aspectos ocasionados, creo yo, por un hecho primario que es fundamental y constitutivo de la existencia humana: el sentir en nuestro estar, el darse en ese estar, como realidad de la realidad misma en la que se está, que no hay fundamento último de nuestra existencia ni de todo lo existente.
Transcendemos lo real desde lo que existimos y con lo que existimos al sabernos infundados en nuestra existencia. ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué es todo esto? ¿Qué sentido tiene que haya algo y no nada y yo esté formando parte de esa pregunta? ¿Qué sentido puede tener que no tenga sentido, y que esté sin embargo preguntándomelo?.... Eso, que es válido para un ateo, para un creyente o un agnóstico, es lo que considero como el problema de Dios.
Con Dios se expresa eso que se muestra en el límite radical de nuestra existencia, y que paradójicamente lo muestra la misma existencia, se muestra en nuestro existir radical: somos siendo necesidad de un fundamento, donde el fundamento de tal necesidad, transciende ser mera necesidad, por el hecho de que es, pudiendo no ser. Por el hecho de ser absurdamente y sin embargo siendo. De manera que lo religioso, creo yo, siempre expresa lo divino y no a la inversa. No un Dios necesariamente entendido como un Dios positivo, sino como el poder infundado que fundamenta nuestra contingente existencia. La religiosidad expresa la necesidad de Dios, se funda en esa necesidad. Entendiendo Dios, como la raíz primera y fundante de todo lo existente y de nuestra existencia.
De manera, que por ejemplo, lo sagrado es, creo yo, un sentido de expresar lo divino. Las aproximaciones a lo sagrado de Durkheim, Otto o Eliade hacen de lo sagrado origen (sociológico o psicológico) de lo religioso. Yo pienso al revés, es lo religioso, la necesidad de Dios (no entendido, repito, necesariamente como un Dios positivo) lo que hace posible lo sagrado.
Es poco radical, desde mi punto de vista, preguntarse que hace posible lo religioso, que lo causa, que lo desencadena, que facultades subyacen, que condiciones de posibilidad… y de ahí pensar en una “religión sin Dios”. Creo que lo religioso es ni más ni menos, que el problema de la existencia de Dios que comentaba, y que expresa el problema último y radical que sobrepasa toda causa, todo supuesto desencadenante, toda facultad subyacente, toda condición que lo haga posible; pues está presentándose como transcendiendo todo lo que se requiere para capturarlo, entenderlo, configurarlo.
Por eso creo, repito, que la religión implica siempre la idea de deidad.
Un saludo.
Por cierto, tú ateismo religioso me recordó esta TED de Alain de Botton, que seguro ya conocias:
Eliminarhttp://www.ted.com/talks/alain_de_botton_atheism_2_0
"¿Qué hacemos aquí? ¿Qué es todo esto? ¿Qué sentido tiene que haya algo y no nada y yo esté formando parte de esa pregunta? ¿Qué sentido puede tener que no tenga sentido, y que esté sin embargo preguntándomelo?.... Eso, que es válido para un ateo, para un creyente o un agnóstico, es lo que considero como el problema de Dios. "
ResponderEliminarNo voy a caer en el error de juzgar que este tipo de problemáticas se dan muy excepcionalmente y solo preocupan a unos pocos intelectuales. Comprendo que, sin hacernos directamente estas preguntas en cualquier persona inteligente y sensible subyacen siempre a la hora de responsabilizarnos en nuestros actos con respecto a nuestro entorno más próximo. Entiendo que no hay contradicción entre ver la existencia humana como las interrelaciones sociales próximas y al mismo tiempo la relación con el conjunto del entorno (abstracción). No sé si eso equivale al concepto de trascendencia, que a mí y a muchos nos da un poco de trabajo. (Otra sugerencia que tal vez ya conozcas: http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/11/presencias-reales-1989-george-steiner.html )
Pero en cualquier caso, en nuestro entorno cultural cristiano tenemos la idea de "Dios" como una entidad sobrenatural pero antropomorfa que se preocupa por nuestro destino, a la que podemos acceder mediante diversos recursos (la oración, el comportamiento moral) y que además nos ofrece una posibilidad de sobrevivir a la muerte. Esto, evidentemente, es una superstición. Decir que existe Dios, pero que no se preocupa por nosotros, como hacía algún deísta de la Antigüedad equivale a no creer en Dios, realmente.
Por eso te señalé el libro de Karen Armstrong, pues esta autora (que fue monja, por cierto) considera que el control de la agresividad sería el problema religioso por excelencia (es mi opinión también), por eso digo que se trata de un método para mejorar la vida social, pero ya digo que entiendo que psicológicamente implica también esas cuestiones "trascendentes" como fundamento último de nuestra realidad autoconsciente.
Ahora bien, quizá podamos concretar las abstracciones de lo "trascendente", lo "inefable" en formulaciones muy alejadas de la vieja idea del Dios heredado de nuestras tradiciones sobrenaturalistas. Al fin y al cabo, en mi opinión, se trata de crear palabras, conceptos, aceptados culturalmente y que proporcionen el efecto buscado.
Sobre el señor Alain de Botton y sobre el fenómeno del "naturalismo religioso" http://www.tendencias21.net/Es-posible-un-naturalismo-religioso_a6592.html lo que llevo leído hasta ahora no me convence mucho. Aún no he leído entero ningún libro del señor de Botton (lo tengo pendiente) pero si de lo que se trata es de crear ceremonias y rituales que estimulen el comportamiento cívico (un poco al estilo de los ilustrados de la revolución francesa) estoy en desacuerdo. Eso no parece que vaya a alcanzar la capacidad de trascendencia emocional propia del comportamiento religioso (no produciría cambio ético a partir de un cambio emocional, que es el objetivo)... algo que incluso el marxismo soviético y el maoísmo chino conseguían.
Por cierto, y aunque no has mencionado el tema, el problema de la muerte y la "apuesta de Pascal", que muchos consideran tan valiosa para el debate sobre la existencia y el significado de Dios tienen respuestas prácticas desde un punto de vista totalmente ateo. Los últimos descubrimientos científicos elaboran ciertas posibilidades que son suficientes para desbancar la "apuesta de Pascal" (historias transhumanistas de tipo ciencia-ficción, algunas ingeniosas y hasta divertidas, como "el punto omega" o incluso las viejas especulaciones de Nicolai Fedorov http://es.wikipedia.org/wiki/Nikol%C3%A1i_Fi%C3%B3dorovich_Fi%C3%B3dorov
• "Pero en cualquier caso, en nuestro entorno cultural cristiano tenemos la idea de "Dios" como una entidad sobrenatural pero antropomorfa..."
ResponderEliminarEl problema de Dios, se hace respectivo al hombre de este modo en el cristianismo. Este esbozo de Dios, como un “Quién” y no un “Qué”, se prueba desde la fe de manera experiencial y sentida, y no está ausente de dudas que asaltan, y se prueba desde el propio modo de existir desde ello. Y requiere un análisis que está más allá de lo que se pueda establecer en este comentario. Usted dirá que es una superstición, yo no lo veo así. Tal vez así sea para algunos, desde fuera del que no cree, como desde dentro de muchos de los que creen. Yo recomendaría profundizar en ese sentido tanto a unos como otros. En fin…, tal vez en otro lugar u otro momento podamos debatir sobre en qué y en qué no los cristianos son supersticiosos, y el sentido de Dios como Dios personal, que a mí personalmente, valga la redundancia, me parece la forma más profunda y avanzada de hacer Dios respectivo a nuestra existencia. Dejémoslo de momento así si le parece.
De todas formas no le he hecho reparar, creo; en lo que más me interesaba expresar. Intentaba mostrar que lo religioso siempre es respuesta de un problema: el de Dios, el de la deidad. Que tal problema se haga intelectual, y al expresarlo desde lo intelectual aparente ser asunto de pocos, no debe hacernos creer que la referencia del problema es sólo un problema creado desde lo intelectual. Yo creo que Dios es un problema existencial del hombre, que está arraigado en nuestro modo de ESTAR (que no de SER) en la realidad del hombre. EL hombre, por el solo hecho de estar siendo, está viviendo en la problematicidad misma de la deidad. Esté despreocupado y no repare en ello (que es lo usual, y la religión a menudo realiza ese papel de distracción también), o se vea impelido, por las causas que sean, a sentir esa problematicidad en su estar existiendo; el hombre repito, está existiendo siempre con ese problema. Por eso insistía en que la deidad (como problematicidad radical de nuestra existencia) es previa al hecho religioso. Por eso lo religioso puede ser opio, o grito, o búsqueda de confianza, o sentimiento, o elementos sagrados que escenifican ese problema desde lo que se sacraliza… El hombre no tiene religión (eso es posterior, eso son modos posteriores, sea cristiano, musulmán, o ateo religioso...) el hombre, antes de tener una religión o no, es ya religioso. Quiera o no lo quiera. El ateísmo es una respuesta religiosa también, es religiosidad. Y la indiferencia es alienación, olvido, distracción.
El hombre siempre está en su existencia (no en su olvido, que es lo usual,) sintiendo la deificación como posibilidad última y radical. Que niegue o reafirme de diversos modos esa posibilidad, eso es posterior a esa primeridad existencial inevitable. Es a eso a lo que llamo deidad, lo otro son modos de hacer inteligible en nosotros esa deidad, hacerla Dioses positivos, elementos sagrados… hacer respectivo a otros elementos propios de nuestro existir tal problematicidad sentida.
sigo...
• "podamos concretar las abstracciones de lo "trascendente", lo "inefable" en formulaciones muy alejadas de la vieja idea del Dios heredado de nuestras tradiciones sobrenaturalistas."
ResponderEliminarPues de las ideas de Dios heredadas obviamente sí. Pero de la idea de Dios, no como idea positiva y sobrenatural, que se muestran como intentos de dar respuesta al problema, sino como la problematicidad existencial de lo divino en el hombre, pues a mi parecer NO. Pareciera que usted cree que Dios es una idea heredada de nuestros modos primitivos de existencia, y yo lo que intento mostrar es que para mí, Dios no es una idea, es el problema radical existencial del hombre, que ya tenían esos seres primitivos , cuando se abre en su existencia la problematicidad existencial como realidad sentida. Las ideas acerca de cómo hacemos respectivo ese problema como solución o aparente solución, eso es posterior, y no es lo primario de la deidad.
Un saludo.
ResponderEliminarBuenas.
¿Ateo religioso?
“ El hombre no tiene religión (eso es posterior, eso son modos posteriores, sea cristiano, musulmán, o ateo religioso...) el hombre, antes de tener una religión o no, es ya religioso. Quiera o no lo quiera. El ateísmo es una respuesta religiosa también, es religiosidad.
Y la indiferencia es alienación, olvido, distracción”. Entonces no necesariamente ha de ser religioso antes de tener una religión, ¿no?
“El hombre siempre está en su existencia (no en su olvido, que es lo usual,) sintiendo la deificación como posibilidad última y radical. Que niegue o reafirme de diversos modos esa posibilidad, eso es posterior a esa primeridad existencial inevitable. Es a eso a lo que llamo deidad, lo otro son modos de hacer inteligible en nosotros esa deidad, hacerla Dioses positivos, elementos sagrados… hacer respectivo a otros elementos propios de nuestro existir tal problematicidad sentida. ”
¿La incertidumbre, la inquietud, la soledad, la impotencia… de ser primitivo ante lo desconocido, ante esa bastedad de incognoscencia (¿se escribe así?), “esa primeridad existencial inevitable”, es deidad?
“Pareciera que usted cree que Dios es una idea heredada de nuestros modos primitivos de existencia”, Así debe ser por lo que estoy leyendo “…lo otro son modos de hacer inteligible en nosotros esa deidad, hacerla Dioses positivos, elementos sagrados…”
“Dios no es una idea, es el problema radical existencial del hombre, que ya tenían esos seres primitivos…”. Esto no es como tener un problema de alimentación, o necesidad de protegerse de la intemperie, es una perspectiva más enfocada a la imaginación de que en la oscuridad hay algo más que animales que acechan… no es un peligro real. ¿Lo primario de la deidad se sugiere como algo anterior al ser primitivo pero existente?
Vicente,
Eliminar• Entonces no necesariamente ha de ser religioso antes de tener una religión, ¿no?
Si no fuera ya religioso, en el sentido que he tratado de mostrar, ¿Cómo iba a ser posible tener una religión?
Obviamente, si uno es indiferente a un problema, el problema se presenta en él cómo siéndole indiferente, no como no existente. Los monos no pueden tener religión, el hombre sí; a eso me refiere cuando digo que lo humano es constitutivamente religioso.
Lo indiferente no significa irreligiosidad, significa que lo religioso no interesa. No es que no esté esa dimensión religiosa de lo humano, es que esa dimensión no le impele con peso suficiente respecto a otros aspectos de la vida que sí le impelen con suficiencia.
• ¿La incertidumbre, la inquietud, la soledad, la impotencia…
Es que eso son modos de sentirnos en la realidad como posibilitada de deidad. No es que el sentir incertidumbre, soledad, impotencia… desarraigo, angustia, abismo, desazón... sea ya el Dios positivo que pareces tener en mente. Sino que es el modo como sentimos la realidad como necesitada, sin suelo, en abismo. O mejor dicho, sentir que lo que nos sostiene está sin sostén. Ese es el carácter primario de lo que entiendo por deidad, la realidad inteligida como no teniendo nada que la sostenga pero que nos sostiene. Pero no pensada, ni simplemente sentida así, sino que es el modo como se nos da la realidad del “sin suelo”, “del abismo”. Con todos esos sentires, sentimos esa realidad del “sin suelo”. Pero no es simplemente tener esos sentires, repito, sino sentir esa realidad con esos sentires, sabernos por, en y con ellos, en una “realidad sin suelo”. Ese perder "el suelo en que nos sentimos estar" es ya el carácter de lo que yo establezco como deidad.
Poner suelo con dioses, con entidades sobrenaturales… o afirmarlo como inefable, sacralizarlo…. O distrayéndose y negarlo desde su olvido con otras impelencias del vivir mismo…eso es ya, algo posterior. Espero se entienda la metáfora que intento expresar.
• ¿Lo primario de la deidad se sugiere como algo anterior al ser primitivo pero existente?
No. No es anterior a la existencia del hombre, es congénere a su aparición en la tierra.
Un saludo.
"Este esbozo de Dios, como un “Quién” y no un “Qué”, se prueba desde la fe de manera experiencial y sentida, y no está ausente de dudas que asaltan, y se prueba desde el propio modo de existir desde ello"
ResponderEliminarEn tanto que "experiencial" no puede comunicarse objetivamente, y yo sospecho que se trata de algún tipo de fenómeno alucinatorio. Naturalmente, no lo puedo demostrar 100% etc.
"Pareciera que usted cree que Dios es una idea heredada de nuestros modos primitivos de existencia"
La antropología considera que la "creencia en seres inmateriales" es innata. El mismo fenómeno de la "atribución de agentividad" cuando atribuimos personalidad a nuestro automóvil, y nos enfadamos con él y al final hasta lloramos cuando lo mandamos al desguace. Los hombres primitivos atribuían personalidad a las tormentas, a los volcanes, a los animales (totemismo...). De ahí comenzó a rodar la bola.
"para mí, Dios no es una idea, es el problema radical existencial del hombre, que ya tenían esos seres primitivos , cuando se abre en su existencia la problematicidad existencial como realidad sentida."
No me convence usted. La problemática de la existencia, la necesidad de significación y trascendencia no requiere de ninguna entidad sobrenatural a quien rezar para que se ocupe de nuestros problemas. De lo que se necesita es de una convención simbólica que permita crear lazos afectivos a nivel social capaz de influirnos emocionalmente en un sentido positivo. Esa función la puede cumplir cualquier ideología que, mediante diversos recursos psicológicos pueda llegar a actuar como religión.
Por supuesto, el ideal sería que, como en la canción de John Lennon, no hiciera falta ninguna religión, pero me parece que estamos lejos de esa perfección moral. Cuando tengamos una cultura universal, totalmente prosocial, antiagresiva y altruista entonces sí. Ahora yo pienso que todavía necesitamos de la religión. Pero de una religión racional.
Hola.
ResponderEliminar“La antropología considera que la `creencia en seres inmateriales´ es innata”.
No sé, idea21, decir que la atribución de personalidades se hereda como una cualidad instintiva ante el potencial peligro y que la imaginación construye cosas que no hay en esa oscuridad, vale; pero que luego siendo bebés se piensa inconscientemente que hay seres inmateriales en la oscuridad… (Por lo demás no hay objeción). Y qué explicación le damos al hecho de que una persona de dos años diga, luz que no veo, cuando quiere travesar un pasillo, por ejemplo. ¿Se puede asegurar que piensa que hay seres inmateriales, o sencillamente que no ve y ese miedo ancestral sugiere cautela? (Reconozco que hay cierta duda en la indecisión de no adentrarse en la oscuridad del pasillo que no sabría asegurar que se deba a la creencia de seres inmateriales).
“Si no fuera ya religioso, en el sentido que he tratado de mostrar, ¿Cómo iba a ser posible tener una religión?”
Bueno, no es necesario demostrar que un pájaro ya, insisto, ya nace con alas; de la misma manera que no es necesario demostrar que un pájaro ya, recalco, ya nace con las alas atrofiadas; ni es necesario demostrar que un pájaro ya, ya nace sin alas. Pero esa relación no establece que vaya a volar aun teniendo alas y la prueba sería los otros dos casos. Es que no hace falta tener religión. Si es cierto que hay o hubo personas que se criaron sin contacto humano, ¿significa esto que estas personas ya eran religiosas o que lo son posteriormente (si lo son ahora) por establecer contacto con una cultura; o si no es religión si no atribución de personalidades (para cuando ya cuando pueden comunicarse)? ¿Hay datos al respecto? No sé, yo creo que no se puede decir que la personificación sea lo mismo que religión, sino que se transforma en religión al socializar una idea, que es lo que es una deidad: una idea (a menos que haya una visita personal a cada individuo de esa deidad). ¿Por qué en vez de tener tantas religiones como personas hay, solo hay religiones comunes a unos grupos? ¿La religión inherente a la biología? No sé no sé, decir que la religión es connatural y no cultural… Bueno, no se sabe si los monos tienen religión pero sí se sabe que tienen normas y la religión se basa en normas por muy personal que uno entienda la religión; visto así, no encuentro diferencias conceptuales. Vamos, que el no religioso lo es porque le urgen otras necesidades a las inherentemente religiosas. ¿Estamos hablando de instintos?
“Es que eso son modos de sentirnos en la realidad como posibilitada de deidad. No es que el sentir incertidumbre, soledad, impotencia… desarraigo, angustia, abismo, desazón... sea ya el Dios positivo que pareces tener en mente”
ResponderEliminarVenga, Enric, ¿eso no es un prejuicio?; “el Dios positivo que pareces tener en mente” explícate, porque esto que planteas a mí me parece que es un condicionante cultural, hay culturas que no ven dioses sino espíritus, arraigados a la tierra y desligados de cualidades divinas si bien sí sobrehumanas; pero esto viene de la identificación de darle personalidad a los objetos terrestres (de lo que habla idea21) al entender que todo está relacionado y es dependiente; es más una idea de simbiosis de todo lo que conforma la naturaleza, no de religión (pero si a esto lo llamamos religión, pues no sé, tendré que darte la razón). Ver dioses en estas culturas, o religiones si lo prefieres, es extrapolar un juicio. No voy a decirte que no tengas razón de sentir así la soledad humana ante el vasto firmamento en cuanto a un razonamiento introspectivo te refieres, peor de aquí no es necesario sacar una religión sino la necesidad de los congéneres, ni que a ella necesariamente se le tenga que otorgar un entidad divina que lo gobierne todo; aunque lo religioso sea inherente a lo humano, este dios no es necesario… hasta que se analiza la situación propia del ser en soledad.
Es decir, si como dices:” lo religioso siempre es respuesta de un problema: el de Dios, el de la deidad. Que tal problema se haga intelectual, y al expresarlo desde lo intelectual aparente ser asunto de pocos, no debe hacernos creer que la referencia del problema es sólo un problema creado desde lo intelectual. Yo creo que Dios es un problema existencial del hombre, que está arraigado en nuestro modo de ESTAR (que no de SER) en la realidad del hombre si este dios es posterior a la religión…”
… lo más probable es que la religión sea aprendida mediante la cultura en la que nacemos, ya que la religión es la respuesta (el intento de entender) ante la existencia de es deidad”.
Ese perder "el suelo en que nos sentimos estar es ya el carácter de lo que yo establezco como deidad”… No sé, ¿si ya estás diciendo que es posterior, porqué creer que la religión (o la religiosidad esa inherente al ser humano) es innata? Seguro que no te contradices, o yo te estoy entendiendo muy mal.
“Poner suelo con dioses, con entidades sobrenaturales… o afirmarlo como inefable, sacralizarlo…. O distrayéndose y negarlo desde su olvido con otras impelencias del vivir mismo…eso es ya, algo posterior. Espero se entienda la metáfora que intento expresar”.
A mi juicio es lo mismo, así pues debe ser que no entiendo esa metáfora. Quizá si no lo explicases de modo tan metafísico.
“No. No es anterior a la existencia del hombre, es congénere a su aparición en la tierra”.
¿Congénere? Es que si me dices congénere me estás obligando a entender que ya no estás hablando del hombre y su religiosidad sino de otra entidad que no es la humana, de esa deidad. Ahora entiendo por qué no te entiendo, estamos hablando de cosas distintas o, si me permites la arrogancia (que también puede ser ignorancia por no comprender tus argumentos) has terminando hablando de otro tema? Tendrás que reubicarme sobre lo que tratas de explicar, porque, honestamente, Enric, me siento idiota hablando de lo que no es, y me lo podrías haber dicho, caray. ¿O es que no hay confianza para ser sinceros y señalar un posible error de interpretación por mi parte?
idea21,
ResponderEliminar•La problemática de la existencia, la necesidad de significación y trascendencia no requiere de ninguna entidad sobrenatural a quien rezar para que se ocupe de nuestros problemas.
Claro que no lo requiere. Es que yo no estoy hablando de los dioses construidos, pensados, esbozados, institucionalizados... eso son dioses sociabilizados y que se aprenden culturalmente. Yo estoy hablando de un ámbito del existir humano, del modo en que se abre la existencia al hombre, al que sustantivamente he llamado deidad.
La terminación "dad" lo que hace es sustantivar, hace sustancia aquello que se presenta como modo en que queda la realidad; lo notificado o aspectual, se transforma así en sustantivo. De "eso está frío", digo en "eso hay frialdad". El modo en que queda y siento el frío lo establezco diciendo que hay algo en ello que llamo frialdad. Sustantivizo pues, es pura hipostatización.
Pues bien, el hombre, en su estar en la realidad, siente el poder de ella como causa infundada en la que está implantado. Siente en su estar, la falta de suelo que tiene aquello que precisamente le da realidad existencial. Eso que usted establece como: " La problemática de la existencia, la necesidad de significación y trascendencia " eso son aspectos, sentidos y dados, experenciados, son notificaciones del modo como lo real queda en el hombre. La realidad se abre en nosotros como misterio, temor, angustia, vacío existencial... Perdemos sostén, tenemos miedo, espanto existencial, necesidad de gracia… La sustantivación de esos aspectos y otros parecidos, es lo que llamo deidad.
Estoy viviendo en una problematicidad que tiene poder sobre mí y que me transciende. Eso que se notifica como diciéndome que el mundo es poderoso y que muestra mi existencia como no siendo el mundo pero estando en él, lo sustantivizo con la palabra deidad. La deidad es el poder de lo real en tanto que me sé atado a ella, que la necesito, que estoy implantado de raíz en ella, pero que no sé de donde viene su poder, ni qué hago yo en medio de tal poder.
Que eso sea expresado con seres sobrenaturales, o el ámbito que lleva a un Dios al que rezar con un Padrenuestro, o motivo de piedad o glorificación ante todo lo existente.... eso ya es posterior. Eso es parte de la historia de las religiones, no aquello que hace del hombre un ser religioso. No es eso histórico, y que deforma el sentido primario de lo religioso lo que intento poner sobre la mesa.
Lo primario de lo religioso que intento mostrar es esto: el hombre no puede vivir sin deidad, más que haciendo como si ésta no estuviese, porque su estar en la realidad es siempre y radicalmente estar en la divinidad (como “ámbito”, no como divinidad definida positivamente ya, eso repito, es posterior).
Un saludo.
"Lo primario de lo religioso que intento mostrar es esto: el hombre no puede vivir sin deidad, más que haciendo como si ésta no estuviese, porque su estar en la realidad es siempre y radicalmente estar en la divinidad"
ResponderEliminar"ámbito del existir humano, del modo en que se abre la existencia al hombre, al que sustantivamente he llamado deidad. "
Si se opta por esa definición tan vaga de "deidad", yo ya no veo ahí nada sobrenatural. Estaríamos hablando, me parece, de "trascendencia", o instancia superior al individuo autoconsciente que da significación a su existencia (social). Le remito de nuevo al libro de George Steiner, donde se relaciona también con la sensibilidad artística.
Hay una observación muy curiosa que realizó Jane Goodall con sus chimpancés, que también he incluido en este blog...
"Jane Goodall describe una cascada del parque natural de Gombé en la que ha observado a chimpancés en varias ocasiones distintas. Tras llegar allí, ejecutan una danza salvaje, que incluye balancearse rítmicamente sobre un pie y luego sobre el otro, y luego se sientan y observan cómo cae el agua. Se desconoce lo que ocurre en el cerebro de los chimpancés en ese momento. "
http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/03/que-nos-hace-humanos-2008-michael-s.html
Se sospecha, evidentemente, que se trataría del embrión de la religiosidad ya en el relativamente complejo del relativamente inteligentísimo chimpancé...
Eso no quita valor a la dimensión religiosa del ser humano, todo lo contrario: demostraría su necesidad y su importancia. Pero, por favor, no confundamos la importancia del origen de las supersticiones con la importancia de las supersticiones mismas. Un bisonte pintado en la pared de una cueva es una maravilla de la creación humana... pero no es un bisonte real.
• Se sospecha, evidentemente, que se trataría del embrión de la religiosidad
EliminarNo conocía este fenómeno interesantísimo de los chimpancés. Pero me gusta eso de “embrión de la religiosidad”. Aspectos como estos me parecen más primarios del hecho religioso que aquellos que vinculan lo religioso como un ámbito que ayuda o hace posible las relaciones sociales, algo desde lo que se encarna la cohesión grupal. Sin excluir tales elementos, no me parece tan primario repito, como ese quedarse sentados tras la danza mirando la cascada de los chimpancés.
•Eso no quita valor a la dimensión religiosa del ser humano, todo lo contrario: demostraría su necesidad y su importancia.
Valorar, quitar o dar importancia es algo que se hace respecto a unos fines X. Yo no entro en eso. Que haya un ámbito religioso compartido con los chimpancés no elimina, eso sí, ni un ápice las características primarias de lo religioso que comentaba, antes al contrario. Que lo religioso sea o no exclusivo del hombre me parece reltivamente relevante respecto a la esencia primaria de lo religioso. Particularmente, si ese embrión religioso se haya en los chimpancés me gusta.
•Pero, por favor, no confundamos la importancia del origen de las supersticiones con la importancia de las supersticiones mismas. Un bisonte pintado en la pared de una cueva es una maravilla de la creación humana... pero no es un bisonte real.
Un bisonte pintado en la pared es tan real como uno de esos que van corriendo y comiendo hierba. La realidad de ese bisonte pintado dice mucho de la realidad humana, la de ese otro que corre dice bastante menos. Lo religioso forma parte de la realidad humana, y es muy real, no es algo irreal.
Pintar un bisonte no es superstición alguna. Al menos no logro entender como tomar una afirmación como esa.
Un saludo.
Pintar un bisonte, en tanto que arte y trascendencia no es superstición. Lo que pasa es que los chamanes atribuían a estos actos consecuencias reales de tipo supersticioso (es decir, relaciones falsas de causa y efecto: si el bisonte está bien pintado y los rituales mágicos bien ejecutados, entonces mañana tendremos buena casa... esto es superstición... una relación indebida de causa y efecto).
ResponderEliminarDecir eso me parece un anacronismo.
EliminarClaro que había consecuencias reales y bien reales.
Lo que ocurre es que lo que usted considera real no es lo que era "lo real" para ese pintor de bisontes. Para el pintor de bisontes tal vez no existia esa distinción que usted tiene, tan clara i distinta entre "realidad subjetiva" y "realidad allende esa subjetividad". Para usted lo real, lo autenticamente real, es lo allende la inteleccion subjetiva, para el pintor de bisontes eso distnción no formaba parte del modo en que estaba en la realidad.
El pintor de bisontes NO ERA supersticioso, si me apura era semejante a Hawkins tratando de elaborar una teoria del todo (entiendase la metáfora) desde los gráficos de las ecuaciones.
"Claro que había consecuencias reales y bien reales.
ResponderEliminarLo que ocurre es que lo que usted considera real no es lo que era "lo real" para ese pintor de bisontes. "
Pues es a eso a lo que me refiero.
"Para usted lo real, lo autenticamente real, es lo allende la inteleccion subjetiva, para el pintor de bisontes eso distnción no formaba parte del modo en que estaba en la realidad. "
A esto no es a lo que me refería... Si los chamanes no prometieran buena caza y algún milagro que otro no podrían sustentar su prestigio. Los antropólogos han observado que el autoengaño es fundamental en el mantenimiento de las creencias supersticiosas (reitero: falsas relaciones de causalidad). Incluso en nuestras sociedades avanzadas confundimos los deseos con la realidad y nos dejamos engañar por los impostores habilidosos. El chamanismo y todo el sobrenaturalismo se sustentan en ese tipo de comportamientos.
De todas formas quiero precisar otra cosa... Tiene que ver con la dimensión social de la religión y la dimensión privada de la trascendencia... Aunque el ser humano es un ser social, la trascendencia se experimenta privadamente. No todo compromiso trascendente ni menos aún las creencias en lo sobrenatural son de tipo social. La magia no es religión. Creer en los fantasmas o los ovnis no es religión. Lo que pasa es que para construir una religión hacen falta factores simbólicos de alto poder emocional. En las civilizaciones primitivas se utilizaban entonces las creencias en lo sobrenatural como las más motivadoras para las experiencias de cohesión y vinculación social. Pero no son imprescindibles.
Por eso las supersticiones siempre han sido valiosas a la hora de poner en marcha a los grupos. Un chamán esquizofrénico podía ser un valor para una tribu: lo espectacular de sus visiones y sus arrebatos apasionados servían para crear expectativas y poderosas experiencias emocionales de grupo.
Definición de "superstición" en la wiki "creencia contraria a la razón que atribuye una explicación mágica a la generación de los fenómenos, procesos y sus relaciones"
Por cierto, en mi línea de recomendaciones de buenas lecturas, ignoro, Enric, si conoces este gran clásico que a mí me inspiró mucho, sobre todo el concepto de "religión pura". Tanto si conoces el libro como si no, por favor, échale un vistazo a mi reseña:
http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2013/03/vida-de-jesus-1863-ernest-renan.html
•Pues es a eso a lo que me refiero.
EliminarNo le entiendo. Usted aludia a una ”relación indebida de causa y efecto” que yo creo sólo tiene sentido desde una perspectiva actual de cómo funciona lo causal en la realidad. Pero para ese pintor de bisontes, en la realidad NO HABÍA esa relación causal de causa y efecto. Por eso le decía que ”Lo que ocurre es que lo que usted considera real no es lo que era "lo real" para ese pintor de bisontes.” . Por eso, llamar superstición a eso es un anacronismo. Mire usted, yo creo que esas cuevas pintadas de bisontes eran santuarios más que otra cosa. Eran las iglesias de aquella época. No en vano a las cuevas de Altamira se las ha llamado la “Capilla Sixtina” de la época. Pero reconozco que esto lo digo bastante gratuitamente.
•Los antropólogos han observado que el autoengaño es fundamental en el mantenimiento de las creencias supersticiosas (reitero: falsas relaciones de causalidad).
Pero eso es aplicable si tiene sentido autoengañarse. ¿Cómo puede uno ocultar lo que ni siquiera existe como posibilidad en uno? Lo que observan los antropólogos es una interpretación desde su perspectiva de que aquello que observan es un autoengaño, y un modo de estabilizar creencias supersticiosas. Yo creo que interpretar las conductas de los “pintadores de bisontes” desde esos parámetros, es un sinsentido, un sinsentido por anacrónico. No es un autoengaño, ni una estabilización de conductas, es vivir en el sentido de la realidad creada desde la realidad del símbolo. Que eso estabilice las conductas o sea una superstición desde nuestra óptica NO ES LO PRIMARIO. NO se hace por eso y no es eso lo que lo define.
•” Incluso en nuestras sociedades avanzadas confundimos los deseos con la realidad y nos dejamos engañar por los impostores habilidosos” ”
Pero precisamente eso es lo niego para “el pintor de bisontes”, éste no confundía deseos con la realidad, porque para él sólo existía la “realidad-en-deseo” o lo que es lo mismo “el- deseo-en-realidad”. Está separación deseo-realidad es, creo yo y repito, un anacronismo.
•Aunque el ser humano es un ser social, la trascendencia se experimenta privadamente
No diría privadamente, sino intímamente. Y desde la experiencia intima de lo social, es más interesante decir; no que “el ser humano es un ser social”, sino que el ser humano siempre ESTÁ (insisto en el estar, no en lo que es o deja de ser) viviendo desde el ámbito de lo social. Por tanto, la transcendencia es una experiencia íntima y social, o mejor dicho, el modo en que estamos siendo en lo real siempre es un modo social de estar y un modo íntimo de estar en lo real. Y ese estar íntimo y social también es un estar que se muestra hacia una dimensión de algo que nos transciende. Es decir, estamos íntimamente, socialmente y transcendentemente implantados en lo real.
•Lo que pasa es que para construir una religión hacen falta factores simbólicos de alto poder emocional .
Lo primario no es que los símbolos tengan poder emocional. Si hay símbolos que tienen ese poder, es porque hemos simbolizado el poder de lo emocional, y es ese poder emocional lo primario, no su simbolización. Además, no hablaría sólo del poder emocional, sino del poder de lo real en tanto que real.
Un saludo
"Usted aludia a una ”relación indebida de causa y efecto” que yo creo sólo tiene sentido desde una perspectiva actual de cómo funciona lo causal en la realidad. Pero para ese pintor de bisontes, en la realidad NO HABÍA esa relación causal de causa y efecto."
ResponderEliminarVamos a ver, el chamán cree que sus poderes están directamente relacionados con cosas muy concretas, como causar buen tiempo o cobrar una buena pieza de caza. Exactamente igual que cuando se saca a la virgen en los pueblos para que llueve. Creen que hay una relación causa-efecto entre sacar la virgen y que llueva. Eso es autoengaño. ¿Dónde está el problema que no entiende?
Por supuesto que para quienes hacen esas cosas no es "autoengaño". Ellos se lo creen y precisamente porque se autoengañan no pueden darse cuenta de que no es así. El que llueva o no llueva depende de factores meteorológicos.
"Lo primario no es que los símbolos tengan poder emocional. Si hay símbolos que tienen ese poder, es porque hemos simbolizado el poder de lo emocional"
No, el poder de lo emocional es innato. Todos nacemos con emociones de miedo, culpa, reverencia, etc. Mediante una serie de estrategias culturas se asocian esas emociones a determinadas presencias icónicas. Vemos un crucifijo y sentimos reverencia. En cambio, si los chinos ven un hombre torturado clavado a una cruz lo que sienten es repulsión. Si los chinos se convierten al cristianismo entonces se producirá el fenómeno de la "reevaluación emocional", mediante el cual la emoción de repulsión pasará a la de reverencia. Este tipo de conocimientos podrían ser muy prácticos.
· Exactamente igual que cuando se saca a la virgen en los pueblos para que llueve. Creen que hay una relación causa-efecto entre sacar la virgen y que llueva. Eso es autoengaño. ¿Dónde está el problema que no entiende?
ResponderEliminarPues no entiendo porque equipara el ritual que puedan realizar los "pintores de bisontes" (observe que yo no hablo de chamanes, hablo todo el tiempo de los pintores de bisontes, que es lo que usted trajo a colación), con el de sacar una Virgen para que llueva. En el segundo caso entiendo el autoengaño. Quiero que llueva y desde las posibiliddes irracionales de la creencia en la Virgen a quien venero, pido que ocurra.
Pero los "pintores de bisontes" lo que hacían era reverenciar el poder de lo real que les sutentaba (la caza) . No se autoengañaban, ni hacían superstición, Veneraban , se arrodillaban, ante lo que dependian y tal vez invocaban su "misericordia", porque el bisonte pintado era el "poder de la caza " dado desde su simbolización pictorica. Es como decirle a un matemático que es supersticioso porque da poder a sus símbolos.O a un poeta y sus lectores que son supersticiosos porque lo simbolizado en el poema se lo creen. No se creen el poema, sino que al leer un poema estan sintiendo la realidad en la que el poema les hace estar.
Pintar un bisonte es más semejante a leer un poema , que a sacar a una Virgen para que llueva. Y el ritual se asemeja más a todo aquello que debemos aportar (emociones, pensamientos, creencias, esperanzas... ) para interpretar el poema, que a una invocación supersticosa para que llueva leyendolo.
·No, el poder de lo emocional es innato
Eso decía. Que la realidad dada por el sentido simbolico, es previa a la simbolización. El simbolo encarna algo primario que se da simbolizandolo.
"los "pintores de bisontes" lo que hacían era reverenciar el poder de lo real que les sutentaba (la caza) . No se autoengañaban, ni hacían superstición, Veneraban , se arrodillaban, ante lo que dependian y tal vez invocaban su "misericordia", porque el bisonte pintado era el "poder de la caza " dado desde su simbolización pictorica"
ResponderEliminarBueno, la verdad es que no sabemos lo que aquella gente pretendía hacer al pintar bisontes. Los antropólogos, en todo caso, encuentran expresiones artísticas y supersticiosas mezcladas en las actividades religiosas de los cazadores-recolectores y no es fácil distinguir lo uno de lo otro. A veces se saca a la virgen para que llueva y otras veces simplemente su contemplación estimula determinadas emociones de "significación y trascendencia" (con lo que volvemos al libro de Peter Watson...).
Y por supuesto que el símbolo encarna emociones previas. Aunque el filósofo Paul Ricoeur escribió que "el símbolo crea el pensamiento" en el sentido de que la disposición simbólica de las expresiones puede despertar la emoción de trascendencia y significado.
En cualquier caso, se trata del mundo de las emociones sin las cuales la vida racional sería inútil y más bien desgraciada. La expresión de "lo social" requiere de lo simbólico, que funciona como una abstracción de las aspiraciones sociales del individuo. Antes de que se empezaran a construir templos los primitivos ya elegían sus montañas sagradas, sus animales totémicos, sus cuevas misteriosas.
Creo que el dialogo ha sido positivo, la menos para mí. Lo dicho, no sólo es un placer dialogar con usted, haber descubierto su blog, y el ámbito reflexivo que despierta su lectura.
EliminarUn saludo.
Pues yo también lo valoro positivamente. Siempre se puede aprender algo y espero haber contribuido. Recomiendo a todo el mundo aficionado a la lectura de "libros de sabiduría" a que se organice blogs como éste...
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