lunes, 9 de septiembre de 2013

“Los argonautas del Pacífico Occidental”, 1922. Bronislaw Malinowski.

  Bronislaw Malinowski, uno de los más justamente famosos de entre los primeros antropólogos de campo (un señor profesor que pasa de usar chaqueta y corbata a vivir semidesnudo y sucio en una choza perdida en la selva rodeado por “hombres primitivos”), escribió este clásico de las ciencias sociales hace casi cien años y le puso un atractivo título que nos retrotrae al pasado mítico común de todos los pueblos.

Nuestra meta final es enriquecer y profundizar nuestra propia visión del mundo, entender nuestra propia naturaleza y hacerla, intelectual y artísticamente, mejor. Aprehendiendo la visión esencial de los otros no hacemos sino ampliar nuestra propia visión. No podremos alcanzar la última sabiduría socrática de conocernos a nosotros mismos si nunca abandonamos los estrechos límites de nuestras costumbres, creencias y prejuicios en los que todos los hombres nacemos. 

  Los “argonautas” no es sólo la historia de los primitivos melanesios de las islas Trobriand, al este de Nueva Guinea (y a occidente del Pacífico), es, sobre todo, la historia del “Kula”

El kula es un tipo de intercambio intertribal de gran envergadura; lo llevan a cabo comunidades que ocupan un amplio círculo de islas y constituyen un circuito cerrado. (…) Dos tipos de artículos circulan sin cesar en sentidos contrarios a lo largo de esta ruta: los largos collares de concha roja y en el sentido contrario los brazaletes de concha blanca.  (…) Todos los detalles de las transacciones están regulados  y determinados por un conjunto de normas y convenciones tradicionales. (…) Los hombres que forman parte del kula reciben los objetos en cuestión, los retienen durante un corto período de tiempo y luego los hacen circular de nuevo. (…) Ningún artículo puede permanecer durante mucho tiempo en poder de un individuo. (…) Junto al intercambio ritual los indígenas hacen comercio normal, cambiando muchas mercancías útiles. 

  Así comenta, en el prologo del libro, el trabajo de su discípulo Malinowski el gran sir James Frazier, padre espiritual de muchos antropólogos… pero que nunca se fue a vivir a la selva entre los "salvajes":

La curiosa circulación de bienes entre los habitantes de las islas Trobriand y los de otras islas no es bajo ningún concepto simple transacción comercial. (…) Esto lleva a Malinowski a criticar severamente la concepción habitual del Hombre económico primitivo. (…) El sistema Kula supone a un tiempo empresa comercial y forma de organización social. 

   Y para el mismo Malinowski…

El Kula es un nuevo tipo de hecho etnológico, su novedad radica en las dimensiones de la institución. Se trata de una gran relación intertribal que mantiene lazos de recíprocas obligaciones, haciendo que sigan normas minuciosas según un plan previamente concertado. (…) El intercambio no tiene más objeto que el hecho en sí, para satisfacer un profundo deseo de posesión, durante un tiempo breve y de forma alternativa, de ejemplares de sólo dos clases de objetos. (…) El propósito fundamental es circular por el anillo del Kula.(…) Los objetos Kula confieren una dignidad que exalta al individuo que los posee. (…) Se trata de una actividad semieconómica, semiceremonial. 

Acerca de la naturaleza económica del hombre primitivo se suele decir que se trata de un ser racional que sólo pretende satisfacer sus necesidades más elementales y hacerlo de acuerdo con el principio económico del menor esfuerzo. (…) El Kula demuestra que toda la concepción del valor primitivo debe revisarse. (…) Cada cultura humana da a sus miembros una visión concreta del mundo.

  A Malinowski se le criticaría más tarde porque, al fin y al cabo, no explica para qué sirve el Kula, por qué estos hombres primitivos dedican tantos afanes a intercambiar unos adornos de isla en isla, a modo de obsequios recíprocos. Puede opinarse al respecto con más propiedad después de leer el libro, extenso y fascinante al retratar la vida cotidiana de los melanesios, y siempre tomando como referencia el relato de las expediciones Kula, en las cuales los nativos socialmente más destacados viajan de isla en isla a encontrarse con sus “asociados”, de quienes esperan los ceremoniales obsequios.

  Pero ¿explica o no explica el autor para qué sirve el Kula a los nativos? Desde luego, los nativos no pueden explicarlo por sí mismos…

Ningún indígena tiene una idea clara del Kula como gran institución social. Si se le pregunta a uno de ellos qué es el Kula, contestaría dando unos cuantos detalles, tendiendo más hacia un relato de experiencias personales. No tienen una visión de conjunto. 

Los collares y brazaletes objeto del Kula se usan como adorno sólo en las grandes festividades. (…) Su posesión temporal es un signo de importancia y gloria para la aldea. (…) Todo artículo kula realmente bueno tiene su nombre propio. 

El Kula está enraizado en el mito, respaldado por la ley tradicional y rodeado de ritos mágicos. Todas las transacciones importantes son públicas y ceremoniales. (…) Se practica entre tribus que difieren de lengua, raza y cultura. Se basa en una forma específica de crédito que implica un alto grado de confianza mutua. (…) Se trata de (...) artículos sin utilidad práctica destinados a ornamentación, pero que están asociados a muchísimas otras actividades.

El intercambio kula sólo se puede hacer entre asociados y cada hombre que practica el kula tiene un número limitado de personas con las que tratar. Un jefe cuenta con centenares de asociados. Con estos socios se mantiene una relación muy amistosa y se intercambian otros regalos y servicios. (…) La asociación kula proporciona amigos asequibles en las cercanías y aliados en el extranjero. 

  En realidad, no resulta tan difícil pensar en costumbres occidentales que a muchos extranjeros pueden parecer absurdas. El deporte de competición, por ejemplo. O el cotilleo de la “prensa rosa”. O la mitomanía. Quizá lo que más sorprenda, en el caso del Kula, es que este tipo de conductas que no parecen obedecer a ninguna finalidad racional, se den también entre pueblos primitivos.

La mentalidad son las concepciones, las opiniones y la forma de expresarse del indígena. (…) Estas ideas, sentimientos y móviles están modelados por la cultura. (…) El auténtico nudo gordiano de la psicología social sería conseguir que la gente pueda formular en palabras las predisposiciones que denotan los estados psicológicos en relación con el cumplimiento de los actos impuestos por la costumbre. (…) El medio ambiente social y cultural que los rodea los empuja a pensar y a sentir de una forma determinada. 

  ¿Son tan diferentes a nosotros estos hombres de la edad de piedra? En realidad, su economía no se basa en la mera subsistencia. El deseo de posesión, la consideración social de la riqueza, suponen un valor importante. No es cierto que por ser pobres y escasos de bienes no den relevancia a que unos posean más que otros…

A los jefes les gusta exhibir la riqueza de sus alimentos. (…) En los pueblos donde reside un jefe de alto rango, los almacenes de los demás tienen que estar recubiertos de hojas de cocoteros para no competir con él. (…) La comida es el motivo central de la gran mayoría de las ceremonias públicas.(…) En la matanza del cerdo, que es un gran acontecimiento culinario, primero se le pasea y se le exhibe. (…) Se distribuye en forma ceremonial, pero se consume privadamente en las chozas.

Toda la vida tribal está regida por un constante dar y tomar (…) La riqueza que pasa de mano en mano es uno de los principales instrumentos de la organización social, del poder del jefe, de los lazos del parentesco consanguíneo y del parentesco por matrimonio.

Existe una tendencia a exhibir los productos, a componerlos e incluso a adornarlos de determinadas maneras, de forma que produzcan el mayor efecto estético. 

A veces la comida se deja pudrir, pero aunque tengan suficiente siempre quieren más para tener la impresión de riqueza. (…) Hay un fundamental impulso humano a exhibir, a compartir y a regalar. Una tendencia a crear lazos sociales a través de ello.

Para el primitivo, poseer es dar. A más alto rango, más obligación de reciprocidad. (…) La tacañería es el vicio más despreciado. (…) El hombre que recibe menos de lo que ha dado se vanagloria de su generosidad y la compara con la tacañería de su asociado. 

La posesión temporal de objetos kula da prestigio y renombre. Retenerlos demasiado tiempo da lugar a críticas por mezquindad. El intercambio kula es uno de los temas favoritos de conversación y habladuría dentro de la tribu. 

Está terminante prohibido el regateo en el intercambio de regalos, pero sí se da en el comercio en las comunidades industriales, que son miradas como parias y tratadas con desprecio. (…) Cuando se critica un mal trato en el Kula se lo desprecia comparándolo con un trueque comercial.

  Y estos melanesios, tan pendientes del tráfico de bienes entre ellos y tan pendientes del intercambio intertribal de objetos Kula de isla en isla, ¿cómo son en su vida espiritual? ¿Son igualmente complejos en su vida social y religiosa?

No conciben el pasado como un tiempo largo. No tienen idea de las grandes perspectivas del acontecer histórico, que se estrecha y oscurece a medida que retrocede hacia un fondo mítico. (…) No existen gradaciones de “hace mucho tiempo” o “hace muchísimo tiempo”. (…) No ven en el pasado una serie de cambios sucesivos. (…) Los personajes míticos de las leyendas indígenas viven en las mismas casas, comen las mismas comidas.(…) Sin embargo, en el mundo mítico ocurren toda clase de hechos que no suceden hoy en día y la gente está dotada de poderes que ni los hombres de hoy ni los antepasados históricos poseyeron. (…) Ante los hechos sobrenaturales tienen la tendencia de marcarlos o bien como tradición o bien como mentira. 

Con frecuencia, la función principal del mito es servir de fundamento a un sistema de magia. (…) Podemos definir el mito como una narración de acontecimientos que son sobrenaturales para los indígenas, en el sentido de que saben muy bien que hoy no suceden. 

La principal fuerza social que gobierna toda la vida tribal pudiera describirse como la inercia de la costumbre, el amor por la uniformidad del comportamiento. El gran filósofo moral se equivocó cuando formuló su imperativo categórico que tenía que servir a los seres humanos como un principio guía fundamental del comportamiento. (…) La verdadera norma es “lo que todo el mundo hace, lo que aparece como el modelo general de conducta, esto es lo cierto, moral y apropiado”. (…) El mito posee un valor normativo. 

  En algunas cosas, sí dan la impresión clásica, propagada por misioneros y colonizadores, de ser personas de “temperamento infantil”

Se observa la facilidad con la que se desvanece el entusiasmo de los indígenas, con la que surgen los celos, envidias y peleas, y se destruye la armonía de las diversiones colectivas. (…) El retraso es una de las características de la vida nativa.

Tienen leyendas sobre islas con magia maléfica, brujas voladoras, gentes con rabo y alas, y amazonas homicidas. También sobre monstruos marinos. 

En los relatos de luchas y traiciones, los héroes no sienten vergüenza de llorar de miedo y angustia. 

  Pero  en otros casos muestran rasgos de conducta que nos parecerían más "modernos"

Los indígenas miden las fechas con gran exactitud.

  Y, aparentemente, apenas tienen religión, mientras que la magia les obsesiona:

Siempre que emprenden alguna acción de importancia vital, recurren a la magia. La magia gobierna a los seres humanos. (…) Si se pierde la salud, es sólo por la magia. No existe nada parecido a la recuperación natural. 

El poder de la magia no deriva de la autoridad de los espíritus. (…) La creencia en el poder de las palabras y de los ritos como fuerza fundamental e irreductible es la razón última de ser y el dogma de su credo mágico. (…) La tradición es la única fuente de la magia.

Los indígenas tienen sus postulados por seguros y cuando razonan o se preguntan por las creencias, lo hacen siempre, únicamente, sobre asuntos de detalle y para aplicaciones concretas. 

La magia es la afirmación del poder intrínseco del hombre sobre la Naturaleza. 

Los nativos se preocupan tan poco por los orígenes de la magia como sobre los orígenes del mundo.

Los ritos mágicos no implican culto ni sacrificios porque no existe el presupuesto de que los espíritus sirvan como agentes del mago que ejecuten las órdenes de la magia. 

Para conseguir poderes sobrenaturales lo preciso es conocer la magia, los hechizos, gestos, cantos, fórmulas verbales, pociones.

Los indígenas sienten terror ante los hechiceros, pero no lo sienten con respecto a los espíritus de los difuntos. 

Hay pocos tabús relacionados con lo sagrado y no con la magia. Un tabú relativo a lo sagrado podría ser que no está permitida la entrada en algunos bosquecillos donde se encuentran lugares tradicionales, con frecuencia los agujeros originales por donde emergieron los primeros hombres y con ellos la magia

  Y en la introducción de sir James Frazier se observa:

La magia es simplemente el poder de controlar las fuerzas de la Naturaleza. (…) Para los habitantes de las islas Trobriand la magia es de suprema importancia. (…) En comparación con esta creencia universal y profunda, la creencia en los espíritus de los muertos no parece ejercer sino muy poca influencia en la vida de estas gentes. (…) El absoluto predominio de la magia sobre la religión es un rasgo llamativo en el pueblo de las islas Trobriand.

  Así pues, los “argonautas”, los melanesios de las islas Trobriand, son supersticiosos, apegados a la tradición, materialistas y muy poco espirituales. Algunos de los rasgos de su vida cultural no los hacen particularmente simpáticos, como, por ejemplo:

El amor desinteresado es completamente desconocido. Toda muchacha que concede favores a su amante debe recibir un regalo.

  O…

La actitud preponderante de un indígena ante un grupo extraño es de hostilidad y desconfianza. El que un indígena extraño sea un enemigo es un rasgo etnográfico que se da en todo el mundo. En el kula, romper este tabú al contactar con los asociados sólo se consigue con ayuda de la magia. 

  O…

En la matanza del cerdo, que es un gran acontecimiento culinario, primero se pasea y se exhibe el animal, después se le asa vivo en presencia de toda la aldea, que disfruta viendo el espectáculo que ofrece el cerdo con sus chillidos.

   Y, sin embargo, tal vez hay algo en estos melanesios que nos hace sospechar que la poética comparación de Malinowski respecto a los antiguos griegos no anda muy errada. Los antiguos griegos tampoco eran un pueblo muy religioso, pero sí tremendamente supersticioso. Gustaban también de viajar de isla en isla, y al hacerlo observaban con curiosidad las diferentes costumbres y buscaban referencias míticas a éstas. Así, los trobriandeses, a lo largo de sus expediciones Kula para recibir regalos ceremoniales, visitan otras islas de sus pueblos asociados, pueblos de otras lenguas y costumbres. Incluso se comportan como turistas en las tierras extrañas y se señalan unos a otros lugares sagrados, paisajes míticos, referentes orográficos de historias y leyendas que suponen para ellos auténticos monumentos.

  Una importante diferencia entre los grupos de islas es el canibalismo. Aunque los trobriandeses, no caníbales, intercambian regalos con los dobúeses, que sí son caníbales (o lo habían sido hasta que llegaron los blancos), no por eso carecen de una historia mítica que destaca estas diferencias culturales:

Un mito distingue entre dos hermanos, uno que elige ser caníbal y otro que no. El no caníbal es calificado de “bueno”. Hay una relación entre la vida en la selva y la montaña y el canibalismo, por un lado, y la vida orientada hacia el mar del que no es caníbal, por el otro. 

  Por lo demás, sus historias están llenas de altercados y enfrentamientos entre hermanos por envidia, sobre héroes que triunfan sobre otros por la magia, sobre brujas y hechiceros que han de ser vencidos.

  Malinowski llega a las islas Trobriand poco después de que los misioneros y los soldados blancos hayan comenzado su obra de aculturación. Obra bien fácil de realizar: la riqueza del hombre blanco impresiona al melanesio, ya de por sí gustoso de la ostentación, y el melanesio también aprecia que, gracias a la autoridad del hombre blanco, las incursiones violentas de isla a isla (muchas veces con una motivación caníbal) hayan desaparecido.

  Con todo, Malinowski, no puede menos que lamentar la futura desaparición de todo un mundo milenario:

Es fácil pasar los propios vicios a un individuo de una raza y una cultura diferentes; pero nada es tan difícil de impartir como un auténtico interés por los juegos y diversiones de otro pueblo. (…) La imposición de la pesada y aplastante maquinaria de la legislación y moral europeas, con sus diversas sanciones, simplemente destruye toda la compleja estructura de la autoridad tribal, erradicando tanto lo bueno como lo malo, y no deja sino la anarquía, la confusión y la aversión.   

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