jueves, 25 de julio de 2024

“Un conflicto de visiones”, 1987. Thomas Sowell

   Lo que el economista Thomas Sowell llama “visiones” son concepciones comunes de la naturaleza humana y la vida social: el contenido de la sabiduría del momento.

Una visión ha sido descrita como un acto cognitivo preanalítico (…) Una visión es nuestro sentido de cómo funciona el mundo. Por ejemplo, el hombre primitivo tenía un juicio de por qué las hojas de los árboles cambian: podía haber sido porque algún espíritu las cambiaba (…) Newton tenía una visión muy diferente de cómo funciona el mundo y Einstein otra. (Capítulo 1)

Las visiones son los fundamentos de cómo se construyen las teorías (Capítulo 1)

Las visiones sociales difieren en sus concepciones básicas de la naturaleza del hombre (Capítulo 2)

El fenómeno de que se sostengan aserciones sin ninguna evidencia es otro signo de la fuerza y persistencia de las visiones (Capítulo 9)

  Ahora bien, a Sowell le interesa en especial la coexistencia conflictiva actual de dos visiones en particular, que llama la “visión ilimitada” –unconstrained- y la “visión limitada” –constrained-.

La visión limitada es una visión trágica de la condición humana. La visión ilimitada es una visión moral de las intenciones humanas que son vistas como decisivas por completo. La visión ilimitada promueve la persecución de los ideales más altos y las mejores soluciones. En contraste, la visión limitada ve lo mejor como lo enemigo de lo bueno (Capítulo 2)

  Lo limitado sería conservadurismo, y lo ilimitado sería progresismo. La diferenciación tiene mucho que ver con la clásica de “hobbesianos” y “rousseaunianos”.

Cuando Rousseau dijo que el hombre nace libre pero que en todas partes está encadenado, expresaba la esencia de la visión ilimitada, en la cual el problema fundamental no es la naturaleza del hombre sino las instituciones. Según Rousseau, los hombres no son enemigos mutuos por sistema [que es] la visión diametralmente opuesta presentada por Hobbes en el “Leviatán” (Capítulo 2)

  Se trasluce en el autor cierta tendenciosidad conservadora. No parece concebir una “tercera alternativa” a este dualismo: Hobbes dice que la naturaleza humana es violenta y perniciosa… pero eso no quiere decir que no pueda ser corregida por la civilización; al fin y al cabo, la religión cristiana se basa en eso: combatir, controlar y perfeccionar la naturaleza pecadora del ser humano. ¿Dónde aparece la visión de la perfectibilidad de la naturaleza humana en contraste con la de su imperfección irremediable y con la otra, la rousseauniana, de que la naturaleza humana en realidad es buena, pero que una civilización insensata la ha corrompido? 

  Y recordemos que las “visiones” no implican un conocimiento exacto de la naturaleza del mundo, sino que expresan una actitud humana en particular con respecto a éste.

La realidad es demasiado compleja para ser comprendida por mente alguna. Las visiones son como mapas que nos guían a través de un entramado de confusas complejidades. Como los mapas, las visiones tienen que dejar fuera muchos rasgos concretos a fin de que podamos centrarnos en unos pocos caminos que lleven a nuestras metas. Las visiones son indispensables pero peligrosas, precisamente porque llegamos al punto de que las confundimos con la misma realidad (Capítulo 1)

  Tanto más peligroso es resignarnos a solo estas dos opciones poco esperanzadoras en las que insiste Sowell. Resulta llamativo cómo el autor trata de ridiculizar las posibilidades de perfeccionismo social –sea mediante leyes o, quizá, mediante el perfeccionamiento del comportamiento humano individual-.

La persona promedio tal como existe hoy no es vista en términos optimistas por aquellos con la visión ilimitada (…) La brecha entre lo actual y lo potencial es mayor en la visión ilimitada que en la visión limitada. (Capítulo 6)

Una gran separación entre las capacidades existentes morales e intelectuales del hombre común y los de la élite intelectual ha sido una característica duradera de la tradición de la visión ilimitada (Capítulo 6)

  Se pretende hacer creer que la idea de la perfectibilidad social implica la aparición y permanencia de una élite intelectual de tendencias tiránicas que nos guiaría a tal perfección, con lo que las pretensiones de igualdad encubrirían en realidad un proyecto social de gran desigualdad. Esto bien puede decirse de la “República” de Platón, donde los sabios guerreros deben gobernar y, desde luego, del elitismo marxista, donde se hace inevitable que exista una “vanguardia del proletariado” bien formada en el socialismo científico… pero en absoluto se puede negar la evidencia de que todos los cambios sociales, para que se produzcan, implican que las nuevas ideas –las nuevas visiones- en principio sean respaldadas por una minoría, ¿cómo si no van a darse y extenderse si no hay un comienzo en alguna parte?  

  Por el contrario, la reacción conservadora –visión limitada- se pretende que es completamente honesta y no fruto de tendenciosidad interesada alguna. 

Es para los procesos evolutivos sistémicos –tradiciones, valores, familias, mercados, por ejemplo- que aquellos con la visión limitada buscan la preservación y el avance de la vida humana (Capítulo 7)

En la visión ilimitada, en la cual el hombre puede controlar las complejidades sociales lo suficiente para aplicar directamente la lógica y la moralidad por el bien común, la presencia de gente altamente educada e inteligente que se opone diametralmente a las políticas por el bien común o bien es un enigma intelectual o una infamia moral, o ambas cosas. [Sin embargo,] las implicaciones de mala fe, venalidad u otras deficiencias intelectuales y morales tienen mucho más en común con el criticismo de la visión ilimitada a la visión limitada que viceversa (Capítulo 9)

  ¿Cómo no va a haber implicada mala fe y venalidad en el empeño de un inmovilismo social –visión limitada- que favorece a los privilegiados del momento? ¿No son evidentes las motivaciones para ello? ¡No cambiemos nada, que yo y los míos ahora vivimos muy bien!

  Se pretende hacer creer que son los intereses venales y de mala fe de los intelectuales de la visión ilimitada los que impulsan el cambio social. En realidad, los cambios sociales “rousseaunianos” tienen motivaciones más complejas en las cuales siempre han jugado decisivamente los condicionamientos de precariedad de las masas desfavorecidas.

  De hecho, los autores a los que Sowell suele hacer referencia como representativos de la visión ilimitada –Godwin, Condorcet, el mismo Rousseau- nunca abrigaron expectativa de “venalidad” alguna, pues estuvieron muy lejos de alcanzar el poder político.

  ¿Hay algo valioso en la “visión limitada” que se presenta como alternativa a la venalidad de los intelectuales ambiciosos?

Mientras que la visión limitada toma los motivos y predisposiciones de la gente como algo inamovible y enfatiza los incentivos para llevar al comportamiento socialmente deseado, la visión ilimitada intenta cambiar los motivos y predisposiciones de la gente de modo que los incentivos en general sean menos importantes, sea en el mercado económico o en el Derecho. (Capítulo 8)

  Un orden social basado en incentivar las motivaciones inamovibles no parece que pueda promover evolución alguna.

La visión (…) que ve límites severos en la racionalidad consciente del hombre, descansa sobre todo en procesos sistémicos evolucionados que aportan y coordinan una amplia gama de conocimiento necesario para la supervivencia y progreso humanos. (Capítulo 3)

    Poco o nada podemos saber de tales “procesos sistémicos evolucionados” ni qué pueden aportar al “progreso humano”. 

En la visión limitada, los individuos tienen una gran libertad precisamente a fin de servir a fines sociales –los cuales pueden no ser parte de los propósitos del individuo- (Capítulo 5)

  Estaríamos quizá en el ámbito de libertarismo capitalista y los “procesos sistémicos” serían estrategias económicas que, sin proponérselo los individuos, cumplirían inadvertidamente fines sociales: los incentivos de beneficio individual acabarían llevando de forma sistémica al avance social. Esto es una creencia poco fundamentada por el estilo de la de los marxistas de que el capitalismo sucumbiría por sus propias contradicciones. 

  Nada sabemos de cómo se ha producido en concreto el avance social y económico, pero sí sabemos dos cosas: una, que siempre ha habido demanda de mayor igualdad y humanitarismo por parte de las minorías intelectuales progresistas (Godwin y Condorcet incluidos); y otra, que las clases privilegiadas nunca han necesitado de procesos sistémicos de avance social y económico para mantenerse en su condición privilegiada.

  También hay inexactitudes acerca de lo que el pensamiento de innovación social puede implicar.

La visión [ilimitada] exige para los menos afortunados no meramente caridad sino justicia (Capítulo 8)

  Esto implica considerar que el planteamiento progresista se limita al pensamiento político. En realidad, el progresismo se encuentra también en la evolución moral. Una vez más, no podemos quedarnos en el reduccionismo de esas dos visiones de tipo político: la de la élite intelectual que promueve el igualitarismo político, y el conservadurismo que confía en el progreso espontáneo de las fuerzas económicas y sociales. En el caso concreto de la dicotomía caridad/justicia; “caridad” puede suponer, para el generoso, algo más que un alivio momentáneo de la conciencia culpable… puede implicar un cambio moral que mejore el cómo se manifieste la naturaleza humana a nivel social.  

  El hecho es que en este libro también aparecen apuntes significativos de lo que puede significar una visión progresista genuina. Por ejemplo, al recuperar a un autor tan injustamente olvidado como Godwin.

Desde la perspectiva de Godwin, el amor a nuestro país es un principio engañoso que establecería una preferencia construida sobre relaciones accidentales y no sobre la razón (Capítulo 4)

  En pleno siglo XXI aún no tenemos un movimiento intelectual antinacionalista comparable, por ejemplo, al del “nuevo ateísmo”. Ello es un ejemplo de que el progresismo –¿”visión ilimitada”?- tiene todavía mucho espacio para evolucionar.

Era el poder de la razón lo que hacía innecesario que el gobierno tomase la tarea de la redistribución en la visión de Godwin, porque los individuos serían capaces, en cualquier caso, de voluntariamente compartir su propiedad (Capítulo 5)

  Lo mismo sobre el anarquismo de Godwin: ¿si la razón es capaz de superar el irracionalismo que lleva al abuso y la desigualdad… no sería también capaz de superar la misma coacción propia de todo gobierno? Para un socialista elitista -¿”visión ilimitada”?- es preciso crear una autoridad que imponga la justicia social mediante la propiedad pública de los medios económicos; para un anarquista racionalista y benévolo como Godwin, la propiedad es indiferente, lo importante es el uso que se da a los bienes… que racionalmente debe ser equitativo y benévolo (lo que se parece más a la caridad que a la justicia).

La noción de que el ser humano es altamente un material plástico es todavía central entre muchos pensadores contemporáneos que comparten la visión no limitada (Capítulo 2)

  La idea de la plasticidad es también razonable si consideramos cómo evolucionan las culturas. Y tampoco implica necesariamente cambios políticos. De hecho, la evolución cultural –y en particular su aspecto de evolución moral- solía depender en el pasado más bien de cambios religiosos, que hasta cierto punto se sustanciaron en la expansión de concepciones populares acerca de la condición humana (el alma inmortal de naturaleza universal, por ejemplo). Nuevas “visiones” que den lugar a nuevas mejoras sociales son posibles.

Lectura de “A Conflict of Visions” en Basic Books 2007; traducción de idea21

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