miércoles, 25 de diciembre de 2019

“Psicología social intercultural”, 2006. Smith, Bond y Kagitcibasi

El propósito de este libro es proporcionar un análisis puesto al día de los logros de los psicólogos interculturales y mostrar cómo estos logros pueden ser utilizados para abordar las cuestiones surgidas por las actuales y cada vez mayores interdependencia, movilidad y comunicaciones mundiales. (p. 11)

  Propiamente, se trata de un manual de nivel básico sobre la psicología intercultural, pero su contenido resulta sugerente para cualquiera que sienta curiosidad acerca de la diversidad humana.

¿Qué es fundamental y básico en la naturaleza humana, y qué es maleable y puede emerger en formas diferentes dependiendo de cómo cada individuo en particular es socializado?(p. 5)

 Vivimos en un mundo donde se considera la individualidad humana el valor más importante: la conservación y calidad de la propia vida, el decidir nuestro propio destino, la voluntad soberana... pero no elegimos dónde nacemos, en qué clase social, qué educación recibimos, cuál es nuestro sexo, nuestra etnia, nuestra lengua, nuestra educación religiosa. Tales factores externos condicionan la condición psicológica íntima.

La interiorización es la reabsorción en la conciencia del mundo objetivado de tal forma que las estructuras de este mundo llegan a determinar las estructuras subjetivas de la misma conciencia (p. 56)

  De lo que se trata es de una estructuración de la personalidad individual que es propia de cada cultura en particular. Ahora bien, pertenecer a una cultura no es tanto como estar sometido a una programación directa del comportamiento, es algo más sutil.

La personalidad no [es] una predisposición a comportarse de determinada manera, sino una predisposición a responder a exigencias situacionales. (p.138)

Valores, creencias, autoconstituciones, personalidad y aspectos de experiencia emocional [son] lo que uno podría llamar el “software psicológico”. (p. 150)

  La principal división cultural que los especialistas de este libro señalan es la que existe entre culturas individualistas y colectivistas.

Naciones que son ricas, individualistas, seculares y que toman una visión positiva de la naturaleza humana [existen] en contraste con naciones que son menos ricas, más colectivistas, más tradicionales, más religiosas y más cínicas (p. 48)

  En apariencia, lo positivo es avanzar hacia las culturas individualistas. Al fin y al cabo, las individualistas son también las más ricas, de modo que individualismo aparece como consecuencia de la prosperidad. Una correlación atrayente.

Incrementar la riqueza lleva a incrementar el individualismo en las instituciones socializadoras de una nación y por ello a valorar más el individualismo (p. 76)

Experimentar prosperidad minimiza las preocupaciones por la supervivencia, haciendo que los valores sociales asociados con la supervivencia sean menos importantes y permitiendo que se incremente la atención en los valores asociados con la auto-expresión y la elección personal (p. 66)

    Por supuesto, es difícil atreverse a señalar vías de progreso. ¿Buscar el individualismo favorecerá la prosperidad igual que la prosperidad suele tener como consecuencia el individualismo?  Para averiguar algo sobre esto conviene realizar algunas clasificaciones referidas a elementos aislados que componen las pautas culturales en su conjunto. Por ejemplo, lo que se refiere a la educación en la infancia y las primeras estructuras sociales en las que el individuo se enmarca en sociedad.

Si me construyo a mí mismo como una entidad independiente, será importante para mí verme a mí mismo como una fuente de acción unificada. Si me constituyo a mí mismo como interdependiente, sin embargo, mis acciones serán conducidas por la necesidad de responder apropiadamente a aquellos que son importantes para mí (p. 124)

  Se señalan los modelos familiares de “independencia”, “interdependencia” y de “interdependencia psicológica”. El modelo independiente fomenta un individualismo hasta cierto punto competitivo y el interdependiente, que sería el de las sociedades tradicionales, ve al individuo en función de los intereses del colectivo.

  El de “interdependencia psicológica” sería el más prometedor.

[En] el modelo familiar de interdependencia psicológica (…) la crianza del niño implica control más que permisividad porque la meta no es una independencia separada, individualista  (p. 89)

El modelo familiar de la interdependencia psicológica puede ser el modelo más saludable para el desarrollo humano porque permite la autonomía junto con el control, llevando al desarrollo de una autoconstitución relacional autónoma. El modelo familiar de interdependencia ofrece menos tolerancia para la autonomía del niño, llevando a una autoconstitución más heterónoma (p. 97)

   El de interdependencia psicológica parece más progresivo, más acorde con lo que sabemos hoy sobre el “apego”, un criterio propio de las sociedades más prósperas y prosociales: una independencia menos proclive al neuroticismo, más relacionada con la sociabilidad y la afección.

  Pero los psicólogos también tienen que estudiar los mecanismos de psicología social que entran en juego a la hora de crear estos modelos. Ser independiente o interdependiente, al fin y al cabo, es una consecuencia de una actitud determinada ante el entorno (del que nos independizamos o nos hacemos interdependientes, por ejemplo).

Una investigación de axiomas o creencias sociales ampliamente aceptadas ha sido llevada a cabo [por ciertos científicos sociales] (…) Cinco factores comparables a nivel individual fueron identificados dentro de [diferentes] naciones. La investigación fue repetida después con estudiantes de 41 naciones. Los cinco factores de creencias ampliamente aceptadas fueron confirmadas como Cinismo social (una visión negativa de la naturaleza humana), Complejidad social (creencia en múltiples soluciones a los problemas), Recompensa por aplicación (creencia en que el esfuerzo y el conocimiento serán recompensados), Religiosidad (creencia en las funciones positivas de las prácticas e instituciones religiosas) y Control del Destino (creencia en que los sucesos son predeterminados pero pueden ser influenciados) (p. 48)

El núcleo de la naturaleza humana consiste en ciertos motivos biológicos fijos, insistentes y en gran medida inconscientes, tres de los cuales dan un estilo distintivo al comportamiento social humano: a) necesidad de aprobación social y al mismo tiempo, obtener criticismo, y desaprobación altamente aversiva, b) necesidad de tener éxito a expensas de otros, modificado por las relaciones genéticas con ellos, c) necesidad de estructura, predictibilidad y orden en su entorno social (p. 131)

Al comparar correlaciones entre marcadores específicos y llevando a cabo un análisis factorial de algunos de los promedios nacionales estandarizados, [Hofstede] identificó cuatro dimensiones de variación nacional. Los llamó Distancia de poder [desigualdad social y jerarquía], Evitación de la incertidumbre, Colectivismo-individualismo y Masculinidad-feminidad. (p. 34)

   Cuando se estudian las culturas en el mundo entero, uno puede tener la impresión de que la forma en que se crean y combinan estas variables determina la mentalidad de cada población en base a estructuras ancestrales, resultando en predisposiciones que van más allá del individualismo o el colectivismo en un sentido simple. Esto sucede especialmente cuando se trata de contrastar la cultura holística de Asia Oriental con el individualismo de Occidente

Los que son más de entornos colectivistas atienden más al contexto en el procesamiento perceptual de los estímulos [holismo] (…) Los americanos ponían más atención [en un experimento sobre capacidad de concentración] en el contenido verbal [de una discusión] y los japoneses la ponían más en el tono emocional en el cual se circunscribían las palabras (p. 113)

Preguntados sobre si su yo interior permanecía siendo el mismo en diferentes actividades, el 72% de los canadienses dijeron que sí, pero solo el 36% de los japoneses y el 28% de los coreanos dijeron lo mismo (p. 106)

Las respuestas de los estudiantes chinos diferían, dependiendo del orden en el cual se les hacían preguntas, mientras que esto no sucedía con los estudiantes alemanes. En otras palabras, las respuestas chinas eran más afectadas por el contexto (…) [Por otra parte,] la preocupación de los chinos por preservar la armonía social lleva a recordar los sucesos pasados, ya que estos sucesos pasados pueden ayudar a definir los significados que se aplican a ellos y otros en los momentos presentes. Los americanos es más probable que traten cada suceso como independiente (p. 106)

  Sin embargo, y a pesar de que existen sospechas de que incluso podría haber un componente hereditario en ciertas reacciones emocionales de la población de Extremo Oriente (una región del mundo donde ha habido pocas migraciones), resultan notables estas conclusiones sobre las diferencias culturales entre los países de Europa occidental y los del antiguo bloque comunista en Europa central y oriental, según un estudio del año 2000:

40 años de continuo mandato comunista bastaron para influir en los valores básicos de la gente y han dejado la Europa antes comunista mal preparada para el desarrollo de la democracia, ya que es necesario un compromiso en valores de igualitarismo y autonomía que proporcione la base moral de la responsabilidad social necesaria para mantener un sistema democrático (p. 257)

   Es decir, que una cultura en particular puede ser determinante al cabo de tres mil años de consolidación o al cabo de unos pocos decenios.

  Todos percibimos las diferencias

Las canciones [románticas populares] americanas se centran más frecuentemente en las cualidades positivas presentes del amado, mientras que las canciones chinas hacen más referencia a la tristeza, el futuro y el contexto donde tiene lugar el amor. El romance puede ser universal, pero la manera en la cual se expresa puede variar (p. 170)

Un estilo árabe de hablar [incluso cuando se usa el inglés como segunda lengua] se ve caracterizado por referencias más frecuentes a la definición de la relación de uno con el otro, más énfasis en la reciprocidad de favores, más peticiones de comprensión y más insistencia en apartar los sentimientos negativos (p. 206)

La petición del maestro de que los estudiantes se queden en sus asientos más que aglomerarse en torno a él era vista como una necesidad de espacio personal por los anglosajones y como un ejercicio de autoridad por los latinos (p. 210)

   Nada de esto surge de forma deliberada. Los individuos se van adaptando, por imitación, al comportamiento mejor aceptado en una cultura determinada que se da en unas circunstancias determinadas. Hasta el momento se ha tratado de un proceso evolutivo incontrolable, incluso en los casos en que se haya intentado dirigir los cambios de comportamiento, como era el caso de las dictaduras comunistas, en el que vemos que los cambios evolutivos resultantes no suelen coincidir con los cambios buscados por sus promotores (pensemos en el discurso marxista antifascista e igualitario, y en las elecciones políticas y la desigualdad que se dan hoy en muchos de los países que vivieron durante dos o tres generaciones en regímenes de ideología marxista).

   Las culturas nacionales pueden tener un origen ancestral o ser fruto de sucesos mucho más recientes pero lo que es seguro es que el mero conocimiento de que existen estos cambios nos ayuda hoy a desarrollar la capacidad para la autorresponsabilidad individual y, quizá en el futuro, a desarrollar en común intentos de cambio social no político.

  Quizá, con el tiempo, podríamos esperar promover los cambios culturales del colectivo de forma parecida a como los individuos en ocasiones eligen mejorar sus pautas de comportamiento personales al no estar satisfechos con su realidad actual, es decir, de una forma autocontrolada, basada en principios racionales y con fines humanistas y no contradictorios. Sin duda se han alcanzado ya algunos éxitos en los últimos decenios con las instituciones educativas para jóvenes y adultos que promueven valores democráticos y altruistas, aunque todavía no sabemos exactamente cómo funcionan las “revoluciones morales” y cómo se relacionan con las reacciones emocionales diversas que se dan en distintas culturas y que las caracterizan de formas tan peculiares como las que se muestran en este estudio. Por encima de todo, el cuestionamiento del orden convencional siempre exige una actitud de ruptura y es difícil que esta actitud no se confunda con agresividad.

Lectura de “Understanding Social Psychology Across Cultures” en Sage Publications Ltd, 2006; traducción de idea21

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