lunes, 15 de septiembre de 2025

“Civilización o barbarie”, 1981. Cheikh Anta Diop

    Cheikh Anta Diop fue uno de los más notables intelectuales africanos con formación académica que polemizó sobre el origen de las civilizaciones. Lo más llamativo de su libro es su afirmación de que la base de la cultura de la Antigüedad clásica (Grecia) tiene su origen en una cultura africana negroide: el Imperio egipcio.

Uno puede ver cómo fundamentalmente impropia es la noción, tantas veces repetida, de la importación de las ideologías foráneas a África. Parte de una perfecta ignorancia del pasado africano. Del mismo todo que la tecnología moderna y las ciencias llegaron de Europa [a África], así lo hicieron, en la Antigüedad, el conocimiento general del Valle del Nilo al resto del mundo, particularmente a Grecia, que serviría como una vía de comunicación (p. 3)

Creta, a pesar de su supuesta herencia cultural, no conoció la escritura hasta la colonización por la 18 dinastía egipcia (p. 21)

  Hoy parece disputarse el que los antiguos egipcios fueran de aspecto de lo que hoy calificaríamos “subsahariano” (los "negroides" según un calificativo anterior), ya que el mismo Heródoto, que los calificaba de piel oscura (más oscura que la de los griegos, obviamente), también consideraba que aún más oscura era la piel de los "etíopes", los habitantes del actual Sudán… que en aquellos tiempos también contaban con una civilización avanzada y muy relacionada con la egipcia

Ramses II era un negro. Puede descansar en paz en su negra piel durante la eternidad (p. 67)

  Pero el grado de negritud de Ramsés II no afecta al hecho de que la egipcia se tratase, en efecto, de una cultura ciento por ciento africana.

En una cultura africana [contemporánea] reconcebida y renovada, Egipto jugará el mismo rol que la Antigüedad grecolatina juega en la cultura occidental (p.3)

  Y esto, manifestado en la época del nacionalismo africano, es una afirmación válida capaz de elevar los espíritus de las naciones en desarrollo.  En tiempos recientes se encontrarían rastros claros de la cultura egipcia en las de los pueblos del África Occidental (como Senegal, la patria de Diop), incluso en detalles insospechados.

La omnipotencia del número en los sistemas Dogon y Bambara, al igual que en el pitagorismo, está fuera de cuestión (p 318)

   Que este libro contenga numerosos errores (incluso referencias a supuestos fenómenos “paranormales”) no niega su valor contra el injusto desprecio a las culturas no occidentales. Y, desde luego, sigue siendo muy aceptada la afirmación de que la civilización egipcia es la base sobre la que se formó la sabiduría clásica.

El culto a Isis introdujo el universalismo, las nociones de la inmortalidad del alma y la salvación individual en el norte del Mediterráneo. La religión individual reemplazó el culto público y comunal de la ciudad.  (p 163)

La idea de Dios en su trono es un símbolo. Osiris fue el primer dios en la historia de las religiones que se sentó en el trono del Juicio Final, para juzgar las almas de los hombres. (p. 149)

Dionisos (…) no es otro que una réplica de Osiris en Grecia (p. 92)

La comunidad científica internacional sabe que dos mil años antes de Arquímedes los egipcios ya habían establecido las rigurosas fórmulas del área de la esfera (p 236)

El rigor en las fórmulas de la geometría egipcia no puede ser el resultado de fórmulas añadidas a lo largo de los siglos para resolver problemas prácticos: era obviamente el fruto de una ciencia altamente teórica y especulativa –tal como reconocían Aristóteles, Demócrito, Jámblico y Platón (p  267)

El papiro de Smith relata cuarenta y ocho casos de cirugía ósea y de patología externa. Su concisión científica se ha ganado la admiración de los estudiosos modernos. No es una colección de prescripciones, sino un auténtico tratado de cirugía ósea (p 284)

  En su reflexión sobre los orígenes africanos de la civilización, Diop se basa en buena parte en los postulados marxistas. Y ahí entra el concepto de AMP (“Modo Asiático de Producción”).

El tipo de estado conocido como de “tipo asiático” –AMP, nacido como resultado de las grandes obras hidráulicas, descrito por Marx y Engels, [tiene como] ejemplo más perfecto (…) el estado faraónico egipcio (…) La aristocracia militar no es el punto focal de la sociedad. La guerra tiene más bien una función defensiva (…) Egipto tuvo que ser invadido por los Hyksos a fin de embarcarse, como reacción, en la conquista de Asia occidental con Tutmosis III  (p. 129)

  El “AMP” –modo asiático de producción- parte de la suposición de que el origen de las civilizaciones es la necesaria cooperación en obras públicas sobre todo para la irrigación, y se adaptaría sobre todo a las antiguas civilizaciones de Egipto y China.

El modelo del AMP [modo asiático de producción] fue adoptado desde la época del antiguo Imperio, el periodo de las pirámides, casi en todas partes en el resto de África negra. (p. 172)

En el “Libro de los muertos” egipcio, la obligación de no dañar las obras de irrigación se considera un deber ético, cercano al de no matar y no cometer adulterio o sodomía (p 195)

   Como muestra del valor de la cultura egipcio-africana, Diop nos señala que, en el ámbito social, se daría un comunalismo africano y un individualismo griego. 

El auténtico modelo del estado indoeuropeo, la ciudad-estado, no fue viable. Condenado por múltiples ineficiencias, declinó y fue reemplazado por el modelo del Estado africano, particularmente el modelo egipcio, conocido como el estado AMP [modelo asiático de producción] (p 162)

El estado AMP, como los estados modernos, combina los intereses público y privado sobre una base nacional, no tribal (p 187)

  Sin embargo, Diop tampoco cae en el opuesto de considerar tales civilizaciones un paraíso perdido.

Las neurosis de las sociedades occidentales se deben al exceso de soledad, mientras que las de las sociedades o comunidades africanas en general se deben al mismo exceso de vida comunal (p.118)

  Como marxista, Diop, por lo tanto, plantea una visión moderna de la sociedad, por mucho que valore el relativo avance de la sociedad africana.

El estado es solo el instrumento legal de dominación de una clase sobre otra (p. 132)

  Sí se puede considerar que tal tipo de civilización pos-neolítica contenía principios modernos en el sentido de albergar presupuestos universalistas que no alentaban precisamente la guerra de clases.

El estado AMP –modo asiático producción-, surgido obviamente de una necesidad para la supervivencia de una colectividad completa e indiferenciada, precede el antagonismo de clase y no puede ser su consecuencia  (p 192)

Puede resultar paradójico, pero la filosofía imperial siempre tiene pretensiones universalistas y casi nunca es racista  (p. 133)

   Finalmente, Diop sí reconoce la originalidad del pensamiento griego  en algunos aspectos positivos que no pueden fundamentarse en el conocimiento egipcio.

El materialismo ateo es una creación puramente griega; Egipto y el resto de África negra no parecen haberlo conocido (p  328)

   Por lo tanto, no se trata de idealizar el modelo social egipcio, sino de dar una visión coherente del desarrollo de las civilizaciones que, de todas formas, supone un proceso dinámico, no prefijado por el pasado, y que puede verse afectado por fenómenos actuales. 

La idea del estado AMP [modelo asiático] sin revolución, sin convulsiones sociales, es un error al cual nos ha acostumbrado la teoría. (…) La rebelión campesina era casi endémica en China, y en Egipto la decadencia de la superestructura ideológica a partir del Imperio Antiguo se refleja en el diálogo de un hombre desesperado con su alma, donde se dice que “los dioses están interesados solo en los ricos, dejan el mal sin castigo y por ello los sacrificios ya no sirven de nada”  (p 186)

El sentido de la solidaridad tan querido para los africanos podría muy bien dar lugar al comportamiento individualista y egocéntrico de tipo Occidental, si las condiciones se modificaran (p 362)

 En esta visión, la lucha de los pueblos por la libertad y la igualdad debe fundamentarse en una visión moderna de la lucha de clases que no aparece representada ni en el individualismo occidental ni en el colectivismo tiránico africano. Diop señala, con mayor o menor acierto, la visión social de los tiempos pasados y él mismo se hace representante de la visión social de su propio tiempo.

Lectura de “Civilization or Barbarism” en Lawrence Hill Books 1991; traducción de idea21

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